Por
Pedro Lipcovich
Acompañado
por un movimiento internacional de opinión pública para
generalizar el acceso a los remedios contra el sida, empezó ayer
el juicio que 39 empresas farmacéuticas entablaron contra el Estado
de Sudáfrica para continuar impidiéndole en nombre
de la protección de sus patentes fabricar o importar fármacos
a precio reducido. Cinco mil manifestantes salieron a las calles de Pretoria
con pancartas como Aprovechadores del sida: más mortales
que el virus, y la organización Médicos Sin Fronteras
premiada con el Nobel de la Paz instó a los países
centrales a presionar a las empresas para que retiren su demanda. Hasta
ahora, al contrario, esos Estados han apoyado a los grandes laboratorios,
y los resultados de este juicio sentarán precedente para todo el
Tercer Mundo.
Cinco mil enfermos sudafricanos están vivos en el comienzo
de esta semana de audiencias judiciales, y estarán muertos cuando
termine, señaló Phil Bloomer, de la organización
no gubernamental Oxfam, una de las que apoyan al gobierno de Sudáfrica
en la batalla legal. En 1997, ese país promulgó una ley
que permitía la producción local y la importación
de medicamentos genéricos, que incluyen los mismos
principios que los que se venden con marca comercial y sólo cuestan
una fracción de su precio. Contra el sida, se los fabrica ya en
países como Tailandia, Brasil y la India. Pero, en febrero de 1998,
las compañías farmacéuticas iniciaron acciones legales
contra la ley, que nunca llegó a aplicarse.
Las empresas aducen que la elaboración y prescripción de
estos medicamentos violan la legislación sobre patentes de la Organización
Mundial de Comercio (OMC). Los productores de genéricos se amparan
en que, también según la OMC, esa protección puede
suspenderse en situaciones de emergencia nacional u otras circunstancias
de extrema urgencia.
El juicio se extenderá toda esta semana ante el Tribunal Supremo
de Pretoria, la capital sudafricana. Entre las empresas demandantes, tanto
locales como internacionales, están: Alcon, Bayer, Bristol-Myers
Squibb, Byk Madaus, Eli Lilly, Glaxo Wellcome, Hoechst Marion Roussel,
JanssenCilag, Knoll, Lundbeck, Merck, MSD, Novartis, Novo Nordisk, Pharmacia
& Upjohn, Rhone-Poulenc, Roche, Schering, SmighKline, Universal, Wyeth,
Xixia y Boehringer-Ingelheim.
Fanie Cilliers, abogada de las empresas, sostuvo que la normativa sudafricana
otorga al ministro de Salud poderes exorbitantes, ya que pone
todo bajo su control central, y calificó de inconstitucional
una cláusula por la cual los farmacéuticos, ante una receta
de una marca comercial, deben presentar al paciente la opción del
medicamento genérico.
Los 5000 manifestantes de Pretoria se detuvieron ante la embajada de Estados
Unidos, donde pidieron la intervención del presidente George W.
Bush para que las empresas norteamericanas retiren la querella. Desde
hace tres años, cuando comenzó esta batalla, más
de 400.000 sudafricanos murieron por el sida, dice la presentación.
En las pancartas se leía: Aprovechadores del sida: más
mortales que el virus y Tratamiento gratuito para todos.
Ellen Hoen, de la organización Médicos Sin Fronteras que
sostiene un acuerdo con un laboratorio de la India para producir genéricos
a bajo precio y distribuirlos en Africa señaló que
con su acción, las compañías advierten a los
demás países en desarrollo que están dispuestas a
usar cualquier táctica para defender sus patentes, cualquiera sea
el costo en sufrimiento humano. La organización instó
a la Comisión Europea y al gobierno norteamericano a apoyar
la posición de Sudáfrica. Ayer, la ministra de Cooperación
y Desarrollo de Alemania, Heidemarie WieczorekZeul, pidió a los
grupos farmacéuticos que retiren la demanda.
En la Argentina, el total estimado de infectados es varias veces superior
a la cantidad de personas en tratamiento. El juicio en Sudáfrica
debe interesarnos especialmente observó el farmacólogo
Héctor Buschiazzo, presidente del Drug Utilization Research Group
para Latinoamérica y ex decano de la Facultad de Medicina de La
Plata. Por lomenos, se podría intentar un camino de negociación,
e inducir a la industria nacional para que produzca genéricos a
precios razonables, no sólo para el sida. También se podría
reducir el lapso de vigencia de las patentes, que es de 20 años
y podría bajar a diez o a cinco.
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