Por
Mariano Blejman
Cuando
le preguntaron si quería ocupar la mañana de Radio Continental
pensó que no le estaban hablando en serio. Es que Alfredo Leuco
comenzó a hacer radio hace tan sólo seis años, y
se considera un hombre de los medios gráficos más que de
los electrónicos. Sin embargo, desde que comenzó febrero
conduce junto a Daniel López el espacio central de la mañana
(de lunes a sábado, de 6 a 9), el programa Primera mano.
Con esta apuesta la radio se puso a tono del cambio de los tiempos, del
fin del menemismo: bajo el mismo nombre de programa allí trabajaban
hasta el año pasado Carolina Perín, Jorge Jacobson y Osvaldo
Granados. La razón que le dieron a Leuco que se desempeñaba
como columnista político de Fernando Bravo en Del Plata cuando
lo llamaron a Continental fue que habían hecho una encuesta que
lo ubicaba entre los diez periodistas más creíbles, siendo
el único que no tenía un programa propio. Ahora lo tiene.
¿A qué cree que se deben los cambios en Continental?
Antes de llamarme ellos hicieron una encuesta muy profunda con 8
focus group, preguntando hacia dónde creía la
gente que debía ir la radio. Según dicen ellos, en el medio
aparecí yo. Justo coincidió con una encuesta que hizo Eter,
la escuela de Eduardo Aliverti, que decía que sobre todo en el
target entre 35 y 50 años aparecía entre los más
respetados. Pero necesitaba tener algunas señales más sobre
la propuesta. Y se lo dije a Héctor Parreira, gerente de programación.
Entonces, esa misma semana se fue Carolina Perín. Tuve la reunión
un miércoles y el viernes la rajaron a Perín, porque ya
medía muy mal.
¿Gana un espacio que fue bastión menemista?
No es de buen gusto hablar de gente que no está, pero puedo
decir que yo pedí trabajar con absoluta libertad, y no sólo
me la garantizaron sino que incluso figura en el punto 5 del contrato.
El artículo dice que tengo la más absoluta libertad para
expresar opiniones, sabores, sensaciones, expresiones de deseo, textual.
¿Estaba cansado de trabajar con Fernando Bravo?
No. Si me ofrecían ser columnista en otra radio prefería
quedarme con Fernando. Desde el primer día él me dijo vos
tenés tu propio avión en el programa. En seis años
jamás me censuró nada. Y Del Plata cambió tres veces
de dueño. Además, estar con él era casi como ir a
un secundario. Sabe mucho de radio y de medios. Pero ya quería
tener mi propia experiencia. Si querían que fuese co-conductor
o el responsable periodístico estaba dispuesto a charlarlo.
¿Qué intención tiene Continental?
Ellos quieren recuperar la vieja historia de Radio Continental,
de la época de Magdalena y de Aliverti. La marca Continental sigue
teniendo una fuerte inserción pese a todo lo que ha pasado. Y yo
sugerí incorporar a Gabriela Rádice, con quien no había
trabajado, pero conocía. Quería una mina, pero que no fuera
una pibita de la Rock & Pop.
¿Qué significa para usted competir en el espacio de
la mañana?
Es una satisfacción. Recién hace seis años
que la radio es mi trabajo principal. Y jugar en las ligas mayores, que
la mañana tiene por encendido, facturación y competencia
periodística es un desafío impresionante. Competir con Magdalena,
Nelson Castro, Ari Paluch, Lejman, Majul... Pero cada uno tiene su estilo.
¿Y cuál es su estilo?
La política será sólo uno de los temas. No
va a ser un programa político. Uno de los pilares va a ser la televisión,
como tema, no como crítica. La gente confía en la tevé
mucho más que en los partidos políticos.
¿Y hablar sobre la TV no es fomentar esa autorreferencia
que hay entre la radio, la tevé y los diarios cuando hablan sobre
sí mismos? Voy a hacer el esfuerzo de hablar de muchas cosas
de las que habla una porción importante de la sociedad. Mi segunda
misión es tener una visión crítica, no propagandística,
y eso me permite participar de ese debate. Por la televisión desfila
toda la vida pública argentina.
Usted venía del deporte, ¿le costó cambiar
hacia la política?
Hice deporte sólo durante la dictadura, pero siempre quise
ser periodista político. En el 76 me expulsaron de la Universidad
y me tuve que venir a Buenos Aires. Entonces me dije que iba a trabajar
en deportes y estuve en Clarín durante cinco años. Cuando
empezó la guerra de Malvinas mis comentarios deportivos tenían
un fuerte contenido político. Entonces los de la sección
Política me vinieron a buscar para pasar de sección y, obviamente,
dije que sí.
¿En la radio, le ayudó o le jugó en contra
su tonada cordobesa?
Todos mis amigos me dicen que me sale bastante bien el cordobés.
Yo nunca traté de ocultar mi tonada. Hace 21 años que vivo
en Buenos Aires y no se me fue la tonada porque no quiero que se me vaya.
En la dictadura estaba prohibido hablar con tonada. Pero la verdad es
que lo que importa es lo que se dice. Parece que en momentos de falta
de credibilidad mi voz suena sincera, que es uno de los principales valores
reclamados por la gente. Mi primera columna en el programa fue decir qué
pienso de cada cosa: estoy absolutamente en contra de la pena de muerte,
el gatillo fácil y la mano dura. Estoy a favor de los derechos
humanos, y me parece que explicitar claramente qué opino es bienvenido,
aunque los que escuchan piensen distinto.
Se acabó la época en que los movileros despertaban
a Corach...
Sí. No ha sido reemplazado el Corach tempranero. Pero yo
me vinculo con la emotividad de los temas, no sólo la política.
Quiero buscar noticias piolas, hechos solidarios, gente que es ejemplo
para los demás, situaciones positivas. En la columna del primer
viernes conté la historia de un tipo llamado Valenzuela que es
colectivero de la línea 169. El tipo nació en un pueblito
de Corrientes que se inundó y ésta es la quinta vez que
va con sus compañeros a llevarle chapas, cuadernos y comida a su
gente. El tipo gana $ 600 pesos por mes y dice cuando uno se encuentra
con una realidad como ésta, las quejas que tenemos nosotros, los
de la clase media, sobre el cable o la medicina prepaga, cuando esta gente
no tiene para comer es bastante impresionante. Ese tipo se trasculturizó.
Es un ejemplo del carajo de cómo habría que reconstruir
lazos solidarios en la sociedad.
Hadad
y la patria policial
¿A
qué cree se debe el auge de la Radio 10?
Yo estudié mucho el fenómeno de la primera
mañana, como se dice en la jerga. La 10 tiene una concurrencia
de motivos que la hacen exitosa. Tiene un caño impresionante,
se escucha brutalmente. No es por nada que Hadad quiso que Menem
se la entregara, como lo hizo. El segundo elemento es que interpreta
un sector de la sociedad que tiene connotaciones autoritarias, que
añora una patria policial, que cree que la democracia se
soluciona con menos democracia y más autoritarismo. Hadad
transformó eso en una versión más moderna y
satírica del menemismo, con mayor ritmo y que ya no defiende
las causas más brutales. Antes defendía a Seineldín
y a Rico, hoy tiene más cuidado. Además, ningún
empresario se ha dado cuenta de que para ese segmento del 20% de
la población que piensa así hay una sola opción.
Para el otro 80% hay 10 opciones, sólo en AM. Cuando un empresario
se dé cuenta y ponga otra radio parecida va a bajar el 50%,
va a ser Radio 5. Por último, ellos descubrieron el valor
del humor y la risa durante la mañana, tiene los mejores
humoristas que hay en la radio y han hecho un laburo de marketing
con los taxistas, los concursos y juegan con la información
de manera escandalosa. Todo eso da ese fenómeno. Pero creo
que va a ser de corta duración, no porque estén disminuyendo
quienes sostienen ese discurso ideológico, sino porque va
a aumentar la competencia. En los países más desarrollados
crece el xenofobismo, el autoritarismo y se pierden ciertos valores.
Que haya 14 millones de pobres en la Argentina no es gratuito para
nada. Ni para quienes se desbarrancan desde el punto de vista económico
y cultural, ni para los que están adentro y ven que esos
14 millones quieren entrar.
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