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“No importa que afecten a pocos:
implican a toda la institución”

En el Ejército y la Marina optaron por no hablar oficialmente. A regañadientes admitieron su desagrado por la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Los retirados, furiosos.

Durante la asunción del nuevo ministro de Defensa los uniformados hicieron catarsis en corrillos.

Por Laura Vales

”Para la fuerza ésta es una preocupación institucional. No importa que los hombres afectados sean muchos o pocos: el fallo implica a toda la institución”. La frase, pronunciada por un alto jefe militar, resumió la posición del Ejército frente a la resolución judicial que declaró la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Fue la única pregunta que el consultado aceptó contestar a este diario. Y lo hizo en tanto réplica a las declaraciones del titular del CELS Horacio Verbitsky, quien había señalado que “nueve de cada diez oficiales en actividad no tienen nada que temer” y que para los militares “se abre la posibilidad de separar las pocas manzanas podridas que quedan”.
Aunque esperada, la decisión del juez federal Gabriel Cavallo generó malestar entre los uniformados en actividad y retirados. El fallo fue considerado como “un retroceso” que “sólo servirá para reabrir viejas heridas” y, si bien se apuesta a que la Corte Suprema ratifique la vigencia de las leyes, durante todo el día hubo permanentes contactos con el nuevo ministro de Defensa Horacio Jaunarena.
El primero ocurrió apenas terminó su acto de asunción en el edificio Libertador. Poco después y consultado sobre el tema, Jaunarena consideró “constitucionales” las dos normas anuladas por Cavallo (ver aparte).
Hubo además reuniones por separado de las cúpulas de las tres fuerzas, con un diagnóstico compartido: “Se trata de un problema político que requiere de una solución política”, repitieron ayer voceros de cada arma.
En el Ejército, el cónclave estuvo presidido por su jefe Ricardo Brinzoni. El teniente general encabezó la semana pasada el reclamo de 700 uniformados ante los organismos de derechos humanos para conocer si existen antecedentes que los involucren en la represión ilegal.
La presentación masiva pero a título individual de estos hábeas data tendrá en los próximos días un segundo capítulo, con el agregado de otros mil pedidos de informes de personal retirado y de las fuerzas de seguridad, señalaron anoche en el Ejército. Simultáneamente, la Marina realizará una presentación “institucional” a través del Ministerio de Defensa, que ya estaba acordada realizar durante la gestión de Ricardo López Murphy, pero que debió postergarse por los cambios en el gabinete.
Voceros de la Fuerza Aérea aseguraron en cambio que allí se tomará distancia de esta estrategia y no se impulsará ninguna presentación institucional. “Si hay algún caso –remarcaron– será sólo a título individual”.
El Ejército ya había dado muestras el año pasado de considerar a las causas abiertas en la Justicia –aun cuando excluyeran la posibilidad de una condena– como un problema institucional. A poco de asumir como sucesor de Martín Balza, Brinzoni envió al secretario general de la fuerza, general Eduardo Alfonso, a manifestar el apoyo de la institución a los militares detenidos por negarse a testimoniar en los Juicios por la Verdad abiertos en la Cámara Federal de Córdoba y Bahía Blanca.
A la espera de un pronunciamiento de Brinzoni, quienes sí hablaron fueron los oficiales retirados. El representante del Foro de Generales, Augusto Alemanzor, calificó al fallo como “una agresión deliberada”. Alemanzor atribuyó además la anulación de las leyes “a un plan de acción ideológico”, del que responsabilizó “a los organismos que están dedicados específicamente a esto”.

 


 

UN DOCUMENTO PUBLICADO EN EL “NEW YORK TIMES”
El Tío Sam en el Plan Cóndor

Una nota publicada ayer en el diario The New York Times revela la participación de los Estados Unidos en la consumación del denominado Plan Cóndor, que consistió en coordinar la acción represiva y fatal dirigida a los opositores políticos de las dictaduras militares sudamericanas en la década del 70, las que dejaron un saldo de miles de muertos y desaparecidos. Un cable reservado, que tomó estado público porque venció su condición de clasificado, prueba que el gobierno norteamericano llevó a cabo tareas de inteligencia y cooperó activamente en la estrategia genocida que se llevó concretó en esta parte del continente.
El diario The New York Times informó que en 1978 el entonces embajador de Washington en Asunción, Robert White, consultó al secretario de Estado Cyrus Vance sobre la veracidad de las afirmaciones de políticos paraguayos quienes aseguraban que se utilizaban canales de comunicación estadounidenses para coordinar las actividades de la Operación Cóndor. Washington nunca respondió a esta consulta mientras White se desempeñó como embajador en Paraguay.
Concretamente, el diplomático, en el cable que ahora tomó estado público, informó que el general Alejandro Fretes, jefe de Gabinete del dictador paraguayo Alfredo Stroessner, le había informado en una reunión que se empleaban los canales de comunicación de la Zona del Canal de Panamá para coordinar las actividades de la Operación Cóndor.
Esa operación mantenía la cooperación de los servicios represivos y de espionaje de las dictaduras de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay durante la década de los setenta, con la intención de combatir y eliminar a los opositores, izquierdistas y comunistas.
El cable enviado por White fue encontrado por Patrice McSherry, un catedrático de la Universidad de Long Island (Nueva York), entre los cientos de documentos desclasificados por el gobierno sobre esa época de dictaduras militares latinoamericanas.
White envió el cable a Washington justamente después de la visita a Fretes de un alto funcionario militar chileno, días después del asesinato del ex canciller de Chile, Orlando Letelier, muerto a tiros en una plaza de Washington junto a su asistente estadounidense Ronni Moffit.
La campaña represiva en Sudamérica terminó con una larga lista de asesinatos y desapariciones de opositores, sindicalistas, defensores de los derechos humanos, izquierdistas y personas acusadas de comunistas.
Parte de los documentos que ya fueron hechos públicos en Washington han probado la cooperación del Buró Federal de Investigaciones estadounidense (FBI) en la investigación de opositores a las dictaduras latinoamericanas en la década de los setenta.
En agosto de 2000, el juez federal Adolfo Bagnasco le reiteró a Estados Unidos un pedido para que le suministrara la información sobre los desaparecidos y el Plan Cóndor que tendría almacenado en sus archivos secretos. La ex secretaria de Estado Madelaine Albright se había comprometido por esos días a colaborar en las investigaciones sobre la represión ilegal y el robo de bebés durante la última dictadura militar. La funcionaria del gobierno de Bill Clinton había asegurado que haría “todo lo posible”.

 

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