Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


JAUNARENA SE DISTANCIA DE LA DECISION DE CAVALLO
“Son leyes constitucionales”

El flamante ministro de Defensa adelantó que el Gobierno no hará nada respecto del fallo, pero dijo que hay preocupación militar.

Horacio Jaunarena fue ministro cuando aprobaron las leyes.
El las impulsó. Ahora volvió a Defensa con el mismo asunto.

El ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, adelantó ayer que el Gobierno “no va a hacer nada” ante el fallo del juez Gabriel Cavallo que estableció la nulidad de las leyes de Obediencia debida y Punto final y si bien dijo que prefería “no emitir ninguna opinión” al respecto, declaró que consideraba “constitucionales” a esas normas y que la decisión judicial ha causado “una preocupación lógica” en las Fuerzas Armadas. Lo contradictorio del caso es que el mismo Jaunarena se pronunció a favor de que “se esclarezcan definitivamente las responsabilidades porque no es razonable que estas cuestiones sigan abiertas luego de 25 años que han sucedido, y me parece que eso es lo más beneficioso para el conjunto”.
“En su momento estas leyes fueron promovidas y votadas por el Parlamento y, naturalmente, creo que son constitucionales. Yo entiendo que hay cuestiones como la cosa juzgada que son definitivas, pero es una opinión personal”, afirmó Jaunarena, quien justamente era ministro de Defensa cuando se sancionaron durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Jaunarena llegó entonces a ese puesto después de que fallecieran Roque Carranza y Raúl Borrás, los primeros ministros de Defensa. Su paso por esa cartera estuvo signado por los cuestionamientos de los militares, quienes se resistían a ser juzgados por las violaciones a los derechos humanos de la dictadura. Jaunarena debió soportar los sucesivos alzamientos carapintadas y fogoneó las leyes ahora anuladas por Cavallo como un modo en encauzar la relación con las Fuerzas Armadas. Las apreciaciones políticas que realizó ayer pintan con elocuencia su sentir, y el del Gobierno, frente a la anulación de la Obediencia debida y el Punto final.
“Cualquier sector de la sociedad que tenga un estado de indefinición sobre determinadas cuestiones que hacen a responsabilidades estaría preocupado, y negar eso sería como querer tapar el sol con un arnero”, señaló Jaunarena. También subrayó que “es absolutamente indispensable que frente a la situación difícil que vive la Argentina exhibamos una sociedad unida frente al mundo y sin problemas”.
Las declaraciones del ministro no desentonaron con la expectativa de los militares cuando fue designado al frente de Defensa: que continuara con la política de “contención” que mantuvo Ricardo López Murphy. Jaunarena manifestó que “la Argentina tiene que cerrar definitivamente un pasado, con una medida que permita que todo el mundo sepa a qué atenerse. Lo positivo es que se despejen definitivamente los estados de incertidumbre que se generan a través de jurisprudencia contradictoria”. En ese sentido, se mostró partidario de que “se determine un camino y se esclarezcan definitivamente las responsabilidades, porque no es razonable que estas cuestiones sigan abiertas luego de 25 años que han sucedido, y me parece que eso es lo más beneficioso para el conjunto”.
En ese contexto Jaunarena destacó la actitud de las Fuerzas Armadas de presentarse ante los organismos de derechos humanos para saber si hay acusaciones contra los oficiales en condiciones de ascender por casos de represión ilegal. La iniciativa partió del Ejército y ahora se sumarán la Armada y la Fuerza Aérea. “En la medida en que los hábeas data aclaren y deslinden responsabilidades de personas concretas, se tiende a un mayor establecimiento del conjunto y a dar tranquilidad al área”, opinó.

 

Alfonsín y la impunidad

Raúl Alfonsín advirtió ayer que “siempre resulta peligroso volver 20 años atrás en la historia de cualquier nación”, en alusión al fallo judicial que declaró inconstitucional las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. “Comprendo que las situaciones pueden cambiar. El tema está en la Justicia y vamos a ser todos respetuosos de su decisión”, dijo el ex presidente. “Pero permítanme decir que siempre resulta peligroso, y esto lo supieron muy bien los españoles luego de la muerte de Franco.” Según Alfonsín, en las transiciones democráticas de América latina “siempre han dialogado sectores de la democracia con sectores de la dictadura y, de una u otra forma, en países que lograron la democratización en los años 80 se produjo algún grado de impunidad. Si se piensa lo que se hace ahora en Europa central y oriental, no se ha procurado castigar con una pena a todos los que habían cometido lesiones a los derechos humanos”, concluyó Alfonsín.

 

El inventario fue aprobado

“En muchos aspectos va a haber continuidad porque desde mi punto de vista la gestión de (Ricardo) López Murphy en el ministerio fue muy buena, brillante, y no me encuentro con un área que no esté encaminada”, explicó ayer Horacio Jaunarena acerca del rumbo que imprimirá a la cartera de Defensa. En ese marco, confirmó en sus puestos a los actuales secretarios de Planeamiento, José Lladós, y de Asuntos Militares, Angel Tello, dos hombres de su propio riñón. El nuevo ministro de Defensa sostuvo también que “mi mayor aspiración sería que mi gestión sirva a una modernización de todo el sector y tener las Fuerzas Armadas adecuadas al siglo que iniciamos”.

 

OPINION
Por Miguel Bonasso

Un par de bolas

Hace tres años, el 24 de marzo de 1998, la Cámara de Diputados derogaba las leyes de punto final y obediencia debida. Veinticuatro horas más tarde, el Senado hacía otro tanto. Una buena parte de la clase política que había sancionado esas dos infames leyes en 1987, volvía sobre sus pasos, admitía tácitamente aquel grave pecado contra la democracia y se ponía a tono con las exigencias de una conciencia que iba creciendo en la calle.
El fenómeno se había hecho perceptible dos años antes, al cumplirse el vigésimo aniversario del golpe. Aquel 24 de marzo se había llenado la Plaza de Mayo con una muchedumbre heterogénea: había gente que marchaba con los partidos y los organismos humanitarios y otra que iba por su cuenta. Y entre la que iba por su cuenta se podían distinguir dos categorías: los que regresaban a la Plaza después de muchos años de frustraciones y desengaños (como el de “Felices Pascuas”) y los que no habían ido nunca. Sería por la capacidad litúrgica de convocatoria que tienen los aniversarios o porque dos décadas constituyen un lapso respetable para ir borrando el terror que sembró la dictadura, lo cierto es que un sector ponderable de la sociedad parecía levantarse contra la teoría de los dos demonios, marcando a fuego a los genocidas y subrayando que ninguna legislación, ningún indulto presidencial podrían sepultar la memoria y el ansia de justicia. Y esa voluntad expresada en las calles tardó dos años más pero llegó –atenuada– al Congreso. “Es un pasito... pero adelante”, le comentó aquella tarde el entonces diputado frepasista Chacho Alvarez al autor de estas líneas. Aludía probablemente a que la “derogación” no implicaba la “anulación” lisa y llana que exigían los organismos defensores de los derechos humanos y algunos compañeros de bancada de Alvarez, como Juan Pablo Cafiero y Alfredo Bravo, que habían inquietado a sus pares al proponerlo. Esa misma tarde, en el Salón de los Pasos Perdidos, (con lenguaje menos prudente), el diputado Bravo le dijo a este cronista: “Ahora lo que hace falta es que aparezca un juez con un buen par de bolas y declare la inconstitucionalidad de esas leyes de mierda”. Tuvieron que pasar otros tres años para que el juez federal Gabriel Cavallo hiciera realidad el sueño de Bravo. Y nos compensara un poco de tanto bigote, de tanto tecnócrata, de tanto gerente, de tanto milico con nostalgias restauradoras y tanto ex hacendario de la dictadura como se ha visto en las últimas horas en la Casa Ruborizada.

 

PRINCIPAL