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�Un homenaje a dos jóvenes que murieron por un ideal�

El hermano de José Poblete, padre de la joven apropiada por cuya causa Cavallo falló contra las leyes, considera que esto �es un buen comienzo�.

Fernando Navarro Roa, hermano de José Poblete, dice que el general Brinzoni �sangra por la herida�.

Por Romina Calderaro

El juez Gabriel Cavallo firmó ayer la anulación de las leyes de Obediencia Debida y de Punto Final en la causa por la apropiación de Claudia Victoria Poblete. Los padres de Claudia, Gertrudis María Hlaczik y José Poblete, están desaparecidos y fueron torturados, pero hasta ahora y merced a esas leyes nadie fue juzgado por esas muertes. En diálogo con Página/12, Fernando Navarro Roa, hermano de José, aseguró que más allá de lo que se pueda avanzar judicialmente en la anulación el solo hecho de plantearlo “es un buen comienzo” y afirmó que los ideales por los que peleó su hermano “algún día se podrán alcanzar”.
–¿Qué sintió cuando se enteró de que Cavallo había firmado la anulación es las leyes?
–Creo que de alguna manera es el homenaje a esos dos jóvenes que dieron la vida por un ideal.
–Que eran su hermano y su esposa.
–Mi hermano y su compañera. Fundamentalmente quisiera dejar en claro que es el trabajo de mucha gente anónima que se esforzó para que esto fuera posible.
–El jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, dijo que las leyes de Obediencia Debida y de Punto Final contribuyeron a que la sociedad argentina viviera “un período de relativa calma”. ¿Usted qué cree?
–Sangra por la herida. Quiere poner a todo el Ejército de pie en función de lo que le toca a él.
–¿Tiene esperanzas de que la anulación avance judicialmente?
–Creo que más allá de que avance o no esta ley, lo importante es que esto sucedió. Este es el comienzo y quiero tener esperanza en el futuro, esperanza en el país, esperanza en los jóvenes. Creo que realmente no se puede construir un país si no es en base a la verdad.
–¿Cuántos años tenía usted cuando mataron a su hermano?
–Yo tenía 17 años y ahora tengo 39. El tenía 23 años y mi cuñada 21.
–¿Sigue pensando, como pensaba su hermano, que el mundo se puede cambiar?
–Creo que a pesar de toda esta situación nosotros soñábamos en un mundo distinto y quiero poner la esperanza en que algún día habrá justicia en términos integrales. Esa generación peleó por la justicia social, ellos dieron la vida por eso. Y esos ideales están inconclusos, no se lograron. Por eso plantear la derogación, aunque no se logre, es un buen principio. Y de algún modo es un gesto de esperanza en que esos ideales algún día se puedan alcanzar. Es medio utópico lo que digo. Creo que los ideales siempre se mantienen. Los desaparecidos están en cada uno de los piqueteros, en cada persona que defiende los derechos de un trabajador. Las mismas Abuelas de Plaza de Mayo son madres y abuelas de aquellos hijos que pelearon por un ideal.
–¿Cuándo encontraron a Claudia?
–En febrero del año pasado, pero yo quisiera un poco preservar eso.
–Pero mantienen una relación.
–Sí. Hay una frase que me parece que es la más linda que ella escribió en una carta. “Dice alguien por ahí que todo lo que el árbol tiene de florido viene de lo que tiene sepultado. Una familia es como un árbol. Con semejantes raíces, nuestro árbol tiene un buen futuro asegurado”. Creo que de alguna manera eso sintetiza un poco lo que nos pasa a todos.

 

OPINION
Por Nora Veiras

La ley es como el destino

Un joven jardinero persa se encuentra con su príncipe y le dice:
–¡Sálvame! Esta mañana me encontré con la muerte y me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispaham.
El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe se encuentra con la muerte y le dice:
–Esta mañana, ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
–No fue un gesto de amenaza –responde la muerte– sino un gesto de sorpresa, pues debo tomarlo esta noche en Ispaham y lo veía lejos de Ispaham (*).
Si no se interponen negociaciones políticas, la ley debe ser igual de implacable. Por más que se busquen atajos, cuando es la violación a la persona el delito a ser juzgado el castigo legal es la única reparación posible. No hay posibilidad de consolidar las instituciones democráticas sobre la base de la impunidad.
Hace quince años el gobierno de Raúl Alfonsín impulsó la mutilación de la justicia. La justificación fue conjurar los avances del por entonces intimidante poder militar. El “Felices Pascuas”, uno de los mojones del descreimiento político, calmó sólo los embates castrenses. Las víctimas en el país y en el exterior mantuvieron abierto el inclaudicable reclamo de justicia y abrieron caminos jurídicos impensables hace quince años.
Una parábola increíble de la historia hizo que el mismo día en que un juez se atrevió a anular las leyes de Punto Final y Obediencia Debida volvieran al centro del escenario político dos protagonistas de aquellos años. El ex presidente Raúl Alfonsín lanzó su candidatura a senador nacional y su entonces ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, defensor inclaudicable de las leyes, asumió en la misma cartera. Tienen la oportunidad de demostrar que no van a tropezar dos veces con la misma piedra.
Precavidos, los hombres del Ejército intentaron sortear el pasado presentando hábeas data a los organismos de derechos humanos. Por la militante persistencia de víctimas y familiares, los ascensos y los viajes al exterior se transformaron para ellos en operaciones de alto riesgo. Los uniformados eligen no entender que el único camino para evitar la sospecha –contracara de la impunidad– sobre todos es la individualización de responsabilidades. Si la justicia cumpliera su ciclo se disiparía la desconfianza. De lo contrario, siempre habrá un Ispaham.

(*) El cuento “El gesto de la muerte”, de Jean Cocteau.

 

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