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¡Sharon, Sharon, que grande sos!

Hoy el gobierno de Ariel Sharon será aprobado en el Parlamento israelí por probablemente 90 de los 120 diputados.

El premier electo israelí Ariel Sharon ya está celebrando.
Desde hoy presidirá el gobierno más amplio en los últimos años.

Hoy Israel puede o no entrar en una nueva era, pero Ariel Sharon ciertamente lo hará. De ser un “súper-halcón” del que nadie pensaba que llegaría a premier, pasó a líder de una de las coaliciones más amplias en la historia israelí. Ayer su partido Likud presentó formalmente al Parlamento (Knesset) los acuerdos parlamentarios que le dan una mayoría de 70 escaños sobre un total de 120. Veinte diputados más apoyarán a su gobierno por fuera de la coalición. Hoy el pleno del Knesset oirá su programa de gobierno y le otorgará lo que todo indica será un abrumador voto de confianza. La acción del nuevo gobierno estará determinada por la Intifada palestina que marcó su nacimiento. Ayer la organización palestina Hamas reivindicó el atentado suicida del domingo (que dejó tres muertos y más de 60 heridos) y prometió otros más en los próximos días. En completo acuerdo con ese pronóstico, el jefe de inteligencia del ejército israelí aseguró que “los ataques terroristas serán más frecuentes y más efectivos”.
Este contexto de crisis fue lo que permitió que Sharon reuniera una mayoría tan amplia en tan poco tiempo y con relativamente tan pocas concesiones. Ayer todavía intentaba ganarse nuevos aliados, pero lo que estaba en juego no eran más que viceministerios o ministerios sin cartera. El mapa de poder básico del nuevo gobierno ya era claro. A primera vista el laborismo parecía haber recibido los ministerios más importantes. El Premio Nobel de la Paz Shimon Peres ocupará la Cancillería, y Benjamin Ben-Eliezer (un halcón laborista) se hará cargo del Ministerio de Defensa. Sin embargo, el Likud de Sharon controlará en cierto sentido las alturas dominantes: la cartera de Finanzas le permitirá disciplinar a los otros ministerios cortando sus partidas, Seguridad Interior contrapesará al ministro de Defensa laborista, y Educación será un instrumento clave en las relaciones con el no menos clave partido ultraortodoxo sefardí Shas (con 17 escaños y un sistema de escuelas religiosas en permanente déficit). Ese partido ya fue decisivo en derribar dos gobiernos anteriores –el del derechista Benjamin Netanyahu en 1999 y el del laborista Ehud Barak el año pasado–, y se mostró igualmente pendenciero hacia las ofertas poselectorales de Sharon. Fue sólo el atentado del domingo lo que lo convenció de posponer sus reivindicaciones y unirse a la coalición. Así, la estabilidad del nuevo gobierno parece depender de un suministro de terrorismo en dosis homeopáticas para mantener el clima de terror en Israel.
Ayer los palestinos se mostraban dispuestos a cooperar. “Hemos dicho que diez hombres de nuestro grupo estaban dispuestos al martirio en operaciones heroicas y el domingo cumplimos nuestra promesa: Ahmad Omar Aliane, de 23 años, ha sido el primer héroe y no será el último”, proclamó Hamas en un comunicado. En Israel se está reforzando la “línea verde”, que la separa de Cisjordania, con torres de control, bunkers y barricadas. Pero la policía admitió cautelosamente que estas medidas no pueden eliminar la posibilidad de atentados. La población israelí ya parece saberlo, y, a sólo días de que el viernes comience el Purim (el “carnaval judío”), las calles están desiertas y las tiendas vacías. La actitud de la Autoridad Palestina de Arafat ante todo esto ha sido sumamente ambigua, lo que significa que ahora la mayoría de los israelíes lo considera un terrorista. Ese término fue el que escogió un 71 por ciento de los judíos israelíes sondeados en una encuesta revelada ayer por el Instituto Steinmetz, que sólo encontró un 8 por ciento que lo veía como “un hombre de Estado”. En lo que es tan previsible como ominoso, la población árabeisraelí rechazó la calificación de terrorista por un 76 por ciento.

 

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