Por Luciano Monteagudo
Cuando mañana se inicie
la 16ª edición del Festival Internacional de Cine de Mar del
Plata, se abrirá una nueva etapa en la historia de esta muestra,
que deberá remontar el enorme desprestigio que arrastra como
una penitencia de la gestión anterior de Julio Mahárbiz.
Pese a la profunda crisis que hacia 1996 atravesaba su área, el
entonces director del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales
decidió exhumar con la complicidad de su amigo, el presidente
Carlos Saúl Menem el festival marplatense, que no se realizaba
desde 1970. En coincidencia con su política oficial cinematográfica,
la arbitrariedad, el autoritarismo y la escasa transparencia en el abultado
manejo de fondos también signaron la era Mahárbiz
del festival. El caos organizativo, el criterio errático de la
programación y la onerosa repatriación de los restos de
viejas estrellas del pasado fueron la marca registrada de la muestra entre
1996 y 1999. Todo un estilo, contra el que deberá reaccionar ahora
el nuevo Mar del Plata, cuya organización tomó a cargo directamente
la Secretaría de Cultura de la Nación, con dos máximos
responsables en el director del INCAA, José Miguel Onaindia, y
el crítico Claudio España como director artístico.
Este festival está concebido fundamentalmente como un acontecimiento
cultural, como un hecho artístico, y no como una pasarela de figuras,
afirma Onaindia a Página/12, tomando inmediata distancia de la
gestión anterior. Tendremos más de cien invitados
extranjeros, pero justificados: sólo vendrán aquellos directores
y actores que representen a las películas que integran la programación.
En cuanto al presupuesto global del festival, Onaindia asegura que está
en 2.400.000 pesos, aportados fundamentalmente por el instituto a su cargo,
pero sin tocar las partidas para la producción, se
ataja. Son recursos propios del cine, provenientes del fondo de
fomento que marca la ley, pero que no estaban habilitados, por lo cual
se requirió una partida especial, autorizada por la Jefatura de
Gabinete. Pero que quede claro que con el festival no le estamos sacando
recursos a Salud o a Educación.
Cuando se le pregunta por la identidad que imagina de ahora en más
para el festival, Onaindia responde que lo primero que nos importa
es la calidad de las películas y la repercusión en el público;
la idea de que Mar del Plata se convierta en un motor para la internacionalización
del cine argentino. Sabe que el circuito de festivales es terriblemente
competitivo y confía en que el perfil definitivo se va a
dar en la medida en que, dentro de los festivales llamados clase A,
como es Mar del Plata, logremos la mayor concentración de films
latinoamericanos, en las diversas secciones. A su vez, la relación
con el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, que le sigue en
poco menos de un mes (y que organiza la Secretaría de Cultura del
Gobierno de la Ciudad), fue buena y no hubo superposiciones según
Onaindia salvo por un par de películas, que todos queríamos
tener. Habrá que ver cuando terminen ambos festivales si esta cercanía
de fechas es favorable o no. O si simplemente es inocua.
En lo que hace estrictamente a su programación, Mar del Plata exhibirá
149 largometrajes divididos en varias secciones, empezando por los 18
films de la competencia oficial (ver recuadro), que debe cargar con una
cruz muy particular. El traslado del festival de su fecha original, en
noviembre, a su nueva ubicación en el calendario, ahora en marzo,
determina que Mar del Plata quede atenazado entre los festivales de Berlín
(febrero) y Cannes (mayo). Por reglamentación de la organización
internacional que nuclea a los distintos festivales de cine del mundo,
no puede participar de una competencia un film que ya haya estado en una
anterior, o que aspire a integrar una posterior, por lo que Mar del Plata
queda en una situación ciertamente difícil para conseguir
títulos deenvergardura para el concurso. Aun así, a priori
asoman algunos films a tener en cuenta, como Les blessures assassines,
del francés Jean-Pierre Denis, y Lost and Delirious, de la canadiense
Léa Pool, que vienen de exhibirse en secciones paralelas de la
Berlinale y que aquí medirán fuerzas, entre otros, con los
dos títulos argentinos seleccionados para el concurso, Contraluz,
de Bebe Kamin, con Cristina Banegas y Leonor Manso, y Rosarigasinos, del
debutante Rodrigo Grande, con Federico Luppi y Ulises Dumont.
Por afuera de la competencia, la oferta es nutrida y variada, con una
amplia selección de títulos que ya pasaron por otros festivales
Cannes, Venecia, Locarno, Toronto como es el caso de Con ánimo
de amar, de Wong Kar Wai, Infidelidad, de Liv Ullmann, sobre guión
de Ingmar Bergman, Merci pour le chocolat, de Claude Chabrol, Songs from
the Second Floor, del sueco Roy Andersson, La Comédie de linnocence,
de Raoul Ruiz, The House of Mirth, de Terence Davies, y State and Maine,
de David Mamet. Algunos de estos títulos ya tienen asegurado su
estreno comercial en Argentina, por lo que hay que alertar sobre la presencia
en Mar del Plata de films de realizadores aún no consagrados, pero
que conviene no dejar pasar. Es el caso de los dos films iraníes
que en el último Cannes compartieron la Cámera dOr
a la mejor ópera prima, Djomeh, de Hassan Yektapanah, y Tiempo
de caballos borrachos, de Bahman Ghobadi (Pizarrones, de Samira Majmalbaf,
también premiada en Cannes, se la quedó el Festival de Buenos
Aires). Del cine independiente norteamericano se destaca George Washington,
estrenada en el Forum de la Berlinale 2000; de Japón puede haber
sorpresas por el lado de Sogo Ishii (Gojoe) y Junji Sakamoto (Kao), y
de Italia llega la desatada Scarlet Diva, ópera prima de Asia Argento,
hija del legendario Dario.
América latina tendrá toda una sección especial con
31 largometrajes, lo que convierte a Mar del Plata en un futuro competidor
del Festival de La Habana, íntegramente dedicado al cine latinoamericano.
Pero si se evalúa qué país en particular tiene mayor
presencia en esta edición el ganador resulta ser Francia, con films
y visitantes en todas las secciones (entre ellos, François Ozon,
el nuevo enfant terrible de París, que presenta Sous le sable,
con Charlotte Rampling), más sendas retrospectivas dedicadas al
cine de Olivier Assayas y Benoit Jacquot, dos realizadores virtualmente
desconocidos en Argentina, pero muy celebrados en el circuito de festivales.
Un bienvenido regreso a Mar del Plata es el de La Mujer y el Cine,
una muestra que siempre se manejó con autonomía y que, precisamente
por ello, había sido expulsada de la última edición
de Mahárbiz. En esta oportunidad, presentarán 16 títulos
entre ellos el magnífico Beau Travail, de Claire Denis
más una retrospectiva dedicada a la realizadora húngara
Marta Mészáros, que presentará personalmente su último
trabajo, Little Vilma. Por el lado de los workshops, habrá talleres
especialmente dedicados a la producción, con dos veteranos maestros
en su área, Saul Zaentz (El paciente inglés) y Al Ruban,
la mano derecha de John Cassavetes.
La música y
sus premios
El cine es presencia y ausencia. Es una sístole y
diástole, la música cubre las ausencias y genera otras
presencias, opina Alberto Quercia Lagos, presidente de la
flamante Asociación de Músicos de Cine, que acaba
de lograr, luego de cinco años de insistencia, que el Festival
de Cine de Mar del Plata premie a la mejor música de película.
Esto es histórico -dice eufórico Quercia Lagos
por primera vez en la historia del cine argentino se va a entregar
este premio en un marco internacional. Página/12 pudo
saber que la terna que pujará por el Pentagrama de Oro, está
conformada por Los libros y la noche, de Tristán Bauer, con
música de Federico Bonasso; Plata Quemada, de Marcelo Piñeyro,
con música de Osvaldo Montes; y Esperando al Mesías
de Daniel Burman, con la música de César Lerner y
Daniel Moguilevsky. La intención de Quercia Lagos es llenar
un vacío: No nos daban bolilla. Nos decían que
el premio a la música tenía que entregarlo una institución,
entonces junto a Edith Oviedo conformamos la asociación que
hará su presentación en sociedad el mismo día
que entregue el premio, o sea el 11 de marzo. De hecho, como apoyo
hasta ahora tanto Sadaic como Argentores sólo nos acercaron
el logo.
|
Todos por el Ombú
de Oro
El jurado presidido por el realizador español José
Luis Borau e integrado por el teórico David Bordwell, las
actrices July Delpy y Cipe Lincovsky y los realizadores Fanta Nacro,
Humberto Solás y Daniel Burman deberá discernir los
premios Ombú de Oro y de Plata entre los siguientes films:
3 noches (Venezuela), de Fernando Venturín;
Anita no pierde el tren (España), de Ventura Pons;
Anna Wunder (Alemania), de Ulla Wander;
Buffo & Spallanzani (Brasil), de Flavio R. Tambellini;
Confort Moderne (Francia), de Dominique Choisy;
Contraluz (Argentina), de Bebe Kamin;
Haylatyt talot, autiot pihat (Finlandia), de Lauri Torhonea;
I.T. (Guinea), de Gahite Fofana;
Il manoscrito del principe (Italia), de Roberto Andó;
Les blessures assassines (Francia), de Jean-Pierre Denis;
Lost and Delirious (Canadá), de Léa Pool;
Pisces (Corea), de Kim Hyung-tae;
Rosarigasinos (Argentina), de Rodrigo Grande;
Shahre-Zanan (Irán), de Ataollah Yayati;
Su alteza serenísima (México), de Felipe Cazals;
The Invisible Circus (EE.UU.), de Adam Brooks;
The Woman Every Man Wants (EE.UU.), de Gabriela Tagliavini;
To ja, Zlodziej (Polonia), de Jacek Bromki.
|
Una odisea de preestrenos
Catherine Deneuve, la cantante Björk y el director Lars von
Trier (los tres en la foto) son los principales responsables de
Bailando en la oscuridad, el preestreno con el cual se inaugura
hoy a las 22.30 en el cine Atlas Recoleta (Guido 1952)
el ciclo 2201: Una odisea del cine, que auspicia Página/12.
La muestra continúa con cuatro títulos inéditos
franceses: el jueves 8 va El mostrador, de Sophie Tatischeff (hija
del legendario Jacques Tati); el viernes 9, El infierno, de Claude
Chabrol; el sábado 10, El nacimiento del amor, de Philippe
Garrel; y el domingo 11 con Clase de nieve, de Claude Miller. La
funciones serán a las 20 y 22.30, organizadas por el site
especializado en cine primerplano.com.
|
|