Esperemos que no se dé la Ley de Murphy, que es la ley por
la que se espera que todo ande mal y anda peor, afirmó ayer
el gobernador Carlos Ruckauf al dejar de manifiesto el humor con que la
oposición le da la bienvenida al nuevo ministro de Economía.
El bonaerense se convirtió en el vocero de los mandatarios justicialistas
que en las últimas 48 horas se movilizaron con el claro objetivo
de moldear una coraza que le impida a Ricardo López Murphy deslizar
el filo de un nuevo recorte sobre economías provinciales. La
Argentina no puede ser un laboratorio de los ultraliberales para seguir
dañando al pueblo argentino, aseguró Ruckauf, quien
estimó que ya no hay margen para nuevos ajustes. En
igual sentido se pronunciaron media docena de gobernadores del PJ, que
a su turno le advirtieron al gobierno nacional que no están dispuestos
a aceptar una nueva reducción de sus presupuestos. El santafesino
Carlos Reutemann abrió en soledad una puerta a la negociación
al justificar la necesidad de los ajustes, lo que le valió
un cortocircuito con Ruckauf del que dio cuenta, con picardía,
José Manuel de la Sota, el cordobés que con ellos completa
la terna presidencial del PJ.
Hay ajustes que se hacen por necesidad y otros por espanto. No es
simpático hacerlos, no es que uno no quiera, pero a veces son inevitables,
dijo ayer Reutemann cuando fue consultado sobre las medidas que podría
disponer el nuevo ministro de Economía. El mandatario santafesino
se mostró cauto a la hora de juzgar el desembarco de López
Murphy en el Palacio de Hacienda: Prefiero esperar que tome medidas
concretas antes de hablar, dijo con su habitual ahorro de palabras.
Reutemann fue el gran ausente en la cumbre de mandatarios del PJ que el
martes poblaron la residencia oficial de Ruckauf, en La Plata, para analizar
el recambio en el conducción económica del país.
Hubo un cortocircuito por algo que dijo Ruckauf que no le gustó
a Reutemann, aseguró De la Sota al revelar que, además,
el diablo mete la cola.
De todos modos está claro que los gobernadores justicialistas no
están dispuestos a pactar un nuevo ajuste que afecte sus economías
provinciales, mucho menos en un año electoral en el que se juega
la renovación de todas las bancas en la Cámara de Senadores
y la primera minoría en Diputados, además de las representaciones
en las legislaturas locales.
Los mandatarios peronistas ya acordaron con la Alianza dos recortes en
sus erogaciones, la primera el 6 de diciembre, cuatro días antes
de la asunción de Fernando de la Rúa a la presidencia, y
la otra, en octubre, que congeló durante los próximos cinco
años los gastos provinciales. A esto se suma ahora la propuesta
de reforma política que impulsa el ministro del Interior, Federico
Storani, que de prosperar eliminará los senados provinciales y
fijará un salario tope para los legisladores que también
deberán reducir el número de colaboradores en sus equipos.
Los jefes territoriales del PJ reaccionan ante cada amenaza de ajuste
como quien se enfrenta a un peligroso contagio de costo político
que infectará de vacío sus urnas. Y buscarán en la
unidad de las gobernaciones justicialistas el remedio para lograr cierta
inmunidad ante la crisis. La consumación de un frente con doble
discurso: de advertencia al Gobierno, con oportunas palabras electorales.
Esto dijeron:
Juan Carlos Romero, de Salta.
De ninguna manera vamos a hacer un nuevo ajuste porque las provincias
ya tienen un programa de trabajo y un presupuesto establecido. No se puede
inventar, cada vez que hay un cambio de ministro, un nuevo ajuste para
las provincias.
Rubén Marín,
de La Pampa. Las provincias no soportamos un ajuste más,
hemos hecho todos los esfuerzos, firmamos convenios con la Nación
relegando parte de nuestra coparticipación para acompañar
al gobierno central y ahora esperamos que se cumpla lo acordado.
Angel Maza, de La Rioja. El
gobierno nacional debe respetar el cumplimiento irrestricto de los pactos
preexistentes, porque son los únicos garantes de la gobernabilidad,
el sostenimiento de la paz social y el respeto por las autonomía
provinciales.
Néstor Kirchner, de
Santa Cruz. El crecimiento que quieren estos liberales no cambiará
la distribución del ingreso en el país y la exclusión
social, porque se debe trasladar a los grupos concentrados. Lo que acá
hay que decir también es que definitivamente el contrato social
está quebrado porque, al igual que el menemismo en su momento,
vuelven a construir un proyecto claro de derecha liberal.
Ruckauf fue quien apuntó con mayor contundencia hacia el Gobierno
y su propia interna al asegurar que las recetas ultraliberales que
está proponiendo López Murphy, como antes proponía
(el último ministro de Economía menemista) Roque Fernández,
tienen solamente en el justicialismo el aval del doctor Menem.
LA
PRINCIPAL OBSESION DEL FLAMANTE EQUIPO ECONOMICO
En primer lugar, las provincias
Sin lugar a dudas, una de las
primeras decisiones del flamante equipo económico será forzar
un drástico ajuste en las finanzas provinciales, que no eludirá
a sus plantillas de personal. Tanto la Fundación de Investigaciones
Económicas Latinoamericanas, actual usina de funcionarios para
el Palacio de Hacienda, como Daniel Artana, economista de Fiel y hombre
fuerte de este gabinete, postularon con todas las letras la necesidad
de hacer un ajuste importante en el interior.
En rigor, los planteos de la liberal fundación están en
sintonía con lo que postulan el equipo saliente y otros economistas
ajenos a Fiel o a la FADA de Machinea. Guillermo Mondino, de la Fundación
Mediterránea, plantea un panorama casi catastrófico para
algunos estados del interior, en particular para la endeudada Buenos Aires.
Es mucho más factible que deje de pagar sueldos (Carlos)
Ruckauf que la Nación, sentenció en declaraciones
a Página/12.
El ministro de Economía bonaerense, Jorge Sarghini, se defiende
ante advertencias de este tenor recordando que el stock de deuda
provincial equivale sólo al 3 por ciento de la deuda pública
total y que en el 2000 rebajó en 500 millones el déficit,
que prevé seguir achicando en el 2001.
Bajo el comando de Artana, el equipo que está desembarcando en
Economía intentará forzar a las provincias a una racionalización,
quizás semejante a la que López Murphy intentó en
Defensa, centralizando decisiones y eliminando dependencias con funciones
superpuestas. El gran argumento para una eventual embestida, ya esbozado
públicamente por el nuevo secretario de Hacienda, es que mientras
en los últimos años el sector privado se ajustó,
el público siguió aumentando su gasto, en particular las
administraciones del interior (30 mil millones entre 1992 y el 2000).
En la mira del secretario de Hacienda están los salarios públicos
provinciales, que según el hombre de Fiel son desproporcionadamente
altos, tanto en relación con los de los del sector privado como
en contraste con los de sus pares de la Nación. Trabajan
apenas 30 horas semanales, se queja el mano derecha de López
Murphy. Ni siquiera el contraargumento de que el empleo público
en el interior sirve para paliar la desocupación le resulta consistente.
Un subsidio a la desocupación es mucho menor que el salario
de un empleado público, opina el hombre de Hacienda.
Pero quizás como el camino para restringir gastos vía salarios
puede resultar políticamente inviable en parte porque depende
de la voluntad de los mandatarios del interior el nuevo equipo analiza
cómo limitar los recursos que la Nación gira a las provincias
o, en otros términos, cómo recortar estas transferencias.
Se trataría de un mecanismo de presión para obligarlas a
aumentar la recaudación de recursos propios.
Según un trabajo realizado por Fiel para el coloquio empresarial
de Idea en noviembre pasado, si el país profundiza las reformas
estructurales podría crecer a razón del 7 por ciento anual,
muy lejos de la modesta proyección para este año (2001).
Esas reformas incluirían, necesariamente, una disminución
en los presupuestos del interior.
La sonrisa de Ruckauf
Por D. S.
No sólo sonrió ante los fotógrafos. En
la reunión que mantuvo el martes con los gobernadores del
PJ, Carlos Ruckauf también hizo brillar sus dientes cuando
leyó que el 70 por ciento de la gente considera desfavorable
la evolución de la gestión de Fernando de la Rúa.
El dato corresponde a un trabajo de coyuntura del sociólogo
Julio Aurelio realizado en la provincia de Buenos Aires entre el
23 y el 27 de febrero. El gobernador bonaerense distribuyó
una copia de la encuesta entre sus pares, quienes miraban sin mucho
asombro algunas de sus principales conclusiones:
El 77 por ciento de los
802 encuestados considera desfavorable la evolución de la
política económica desde que asumió el gobierno
de la Alianza. Y el 87,5 por ciento de ellos plantea la necesidad
de implementar cambios en el rumbo económico.
En la comparación
con el gobierno de Carlos Menem, a quien Ruckauf se ocupa de demonizar
cada vez que puede, prevalecen los datos negativos. El 45,2 por
ciento lo considera a De la Rúa igual de malo y el 20,8 aún
peor que el ex presidente justicialista.
Un dato llamativo es
el resultado de las comparaciones de ambas administraciones sobre
item como lucha contra la corrupción y lucha contra la pobreza.
En el primer caso, el 67 por ciento considera que el actual gobierno
actúa igual o peor que el de Menem. En el segundo, es el
85,7 por ciento el que tiene una imagen negativa del De la Rúa.
Los encuestados tienen
dispares reacciones cuando se les consulta por la imagen de los
principales referentes de la Alianza. De la Rúa tiene 28,8
de imagen positiva; 38,3 de regular, y 30,6 de negativa. Carlos
Chacho Alvarez cosecha 19 de positiva; 22,5 de regular,
y 48,6 de negativa; mientras que Raúl Alfonsín, recientemente
lanzado en busca de una banca en el Senado, obtiene 29,6 de positiva;
25,3 de regular, y 41,7 de negativa.
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