Por Fernando Cibeira
Pese a lo anticipado en la conferencia
de prensa del domingo pasado, el presidente Fernando de la Rúa
no haría más cambios, ni de ministros, ni de secretarios.
Sólo restará, entonces, la presentación completa
del equipo económico de Ricardo López Murphy y el nombre
del frepasista que ocupará la Secretaría General de la Presidencia.
De esta forma, se comprobará la veracidad de lo que creían
cerca de los ministros Federico Storani y Graciela Fernández Meijide
sobre que había amainado la operación interna
a la que adjudicaron los rumores de su desplazamiento. Ahora su pelea,
según reivindican en Interior, pasa por influir de alguna forma
en el paquete de medidas con el que se estrenará López Murphy,
tal vez en otro capítulo de la misma interna.
Los dos bandos en que quedó dividido el gabinete son difusos. En
uno estarían Storani y Fernández Meijide como víctimas
de las supuestas versiones que apuntaban a quitarlos del gabinete. Sin
embargo, el ministro del Interior y la de Desarrollo Social no actúan
en tándem ni mucho menos. Ambos saben que su situación dentro
del Gobierno es diferente tanto por cuestiones de gestión como
por su pertenencia partidaria.
Enfrente, de acuerdo a lo que aseguran cerca de los ministros que se creen
atacados, estaría el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, más
un sector de delarruismo duro que apostaría a una mayor
homogeneidad del gabinete. Supuestamente, buscarían un elenco de
ministros con menos Alianza pero mayor ejecutividad. Y con fidelidad hacia
el Presidente antes que cualquier otra inquietud. Siempre siguiendo el
mismo supuesto, aquí se alinearían la ministra de Trabajo,
Patricia Bullrich, y una línea de influyentes sin cargo como el
ex jefe de la SIDE, Fernando de Santibañes, el ex ministro Enrique
Coti Nosiglia, y el hijo del Presidente, Antonio de la Rúa.
No es un alineamiento del todo novedoso: son los mismos a quienes Carlos
Chacho Alvarez acusó de haber buscado su salida del
Gobierno. Desde ya que cualquiera de los funcionarios señalados
niega haber montado una operación de ese tipo o tener algo contra
Storani o Graciela.
En Interior, siguen viendo enemigos. Suponen que la operación tenía
o tiene un condimento político y otro ideológico.
Por un lado, conseguir nuevos espacios de poder en un ambiente revuelto.
Por diferentes lados apareció la versión de que Bullrich
podía ocupar tanto la jefatura de Interior como la de la ayuda
social. En la jura de los nuevos ministros, Bullrich aseguró estar
sorprendida por los rumores de los que se enteró -según
dijo leyendo los diarios.
El condimento ideológico pasaría por eliminar obstáculos
al paquete que viene cocinando López Murphy con un sigilo digno
de un secreto de Estado. Así, el objetivo sería barrer resistencias
ante medidas tales como la privatización del Banco Nación
o el arancelamiento universitario. Si sale algo de eso yo renuncio,
le habrían escuchado decir a Storani, quien asegura que ideas como
ésas no están en la cabeza del nuevo ministro al que cariñosamente
llama El gordo.
En cuanto a la iniciativa de cambiar algunos secretarios de Estado que
alentaba algún sector del Gobierno, también se habría
archivado. El domingo, cuando De la Rúa anunció en Olivos
las nuevas designaciones, anticipó que los cambios seguirían
durante esta semana y adelantó que los funcionarios que serían
candidatos en octubre tendrían que irse. En la descripción
entraba el secretario de Relación con las Provincias, Walter Ceballos,
quien tiene buena intención de voto en San Luis. Según decían,
la volada la aprovecharía López Murphy para poner en ese
lugar a un hombre de su equipo y controlar el envío de dinero al
interior.
Sin embargo, en una conversación que mantuvieron ayer, Storani
le habría mostrado a De la Rúa los inconvenientes de llevar
adelante la maniobra. Primero, porque anticiparían la cuestión
electoral, algo que el Gobierno prometió posponer todo lo posible.
Segundo, porque aparecería como un castigo para los funcionarios
y conspiraría contra sus chanceselectorales. Finalmente, habrían
consensuado poner julio como plazo para que los funcionarios que quieran
ser candidatos se aparten de su función, con lo que el fin de semana
no habría anuncios para las segundas líneas. Si el Presidente
quedó convencido o no, se sabrá en las próximas horas.
Si modifica su parecer, en cambio, será que alguno de los sectores
internos supo desnivelar a su favor.
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