Una mujer murió y otros quince argentinos resultaron heridos al
volcar el micro en el que viajaban, desde el balneario brasileño
de Camboriú hacia la ciudad de Buenos Aires. El accidente se produjo
en la madrugada de ayer, cuando el vehículo de la empresa
Omnibus Banfield embistió a dos caballos, en la ruta BR-290,
a la altura del kilómetro 578. La víctima, Sandra Estela
González, de 30 años, falleció al ingresar en el
hospital Santa Casa de la Caridad, de la localidad de Alegrete. En el
micro viajaban 42 turistas, todos argentinos, además de los dos
conductores.
Según indicó uno de los choferes del micro, Carlos Estévez,
el accidente se produjo cerca del pueblo de Alegrete, a 180 kilómetros
de San Gabriel, habitual parada de los ómnibus que van y vienen
hacia Camboriú. En San Gabriel, los pasajeros cenaron, y luego
el contingente partió hacia Uruguayana. Algunos pasajeros
dormían y otros miraban una película, señaló
el chofer. Mientras su compañero lo reemplazaba al volante, Estévez
intentó descansar un rato. Pronto lo despertó un ruido descomunal:
Escuché un estruendo, y mi compañero gritó
¡Los caballos!.
Según relató el conductor, el micro se llevó por
delante a los animales, se cruzó a la banquina contraria y volcó
en un lugar donde la ruta presenta un pozo, o un hundimiento.
Estévez también señaló que la pasajera muerta
había recibido fuertes golpes en el pecho. Los médicos
de la Santa Casa de la Caridad donde fueron trasladados los heridos
señalaron que la muerte se produjo por los fuertes hematomas,
que provocaron la obturación de la tráquea. Además
de González, tres hombres resultaron heridos de gravedad y permanecen
internados en la institución. El cónsul argentino en Uruguayana,
Pedro Real, indicó que estos tres pasajeros necesitan cuidados
especiales, pero sus vidas no están en peligro, aunque deberán
quedar internados unos días más. La empresa de transporte
se hizo cargo de los gastos hospitalarios, y puso a disposición
del resto de los accidentados otro vehículo, que salió de
Brasil ayer a la tarde.
Ramón González, cuñado de Sandra, contó que
la mujer había decidido viajar de improviso a tomarse unos
días de vacaciones en Camboriú. Había visto el cartel
de una empresa que organizaba viajes a Brasil para centros de jubilados,
y el lunes (de la semana pasada) tomó el micro, que partió
desde San Martín 3447, en Lanús. Sandra era soltera,
tenía dos hermanos, y vivía en la localidad bonaerense de
Banfield. Los trámites por el traslado del cuerpo serán
realizados por el Consulado argentino, y los familiares aún no
saben cuándo viajarán para acompañar el féretro.
Todavía no podemos creer lo que le pasó a Sandra,
comentó González.
El edificio que se
cayó
Los primeros signos del derrumbe comenzaron después del
mediodía. Un grupo de obreros llevaba toda la mañana
trabajando en la planta baja de un edificio de cuatro plantas en
el centro de Madrid. Fueron ellos los primeros en advertir el derrumbe
que dejó a diez personas heridas y a un mendigo muerto. En
el edificio construido a mediados de siglo, había unos pocos
comercios entre los que estaba, en la planta baja, uno de Internet
colocado hace un mes por dos argentinos. En principio, según
fuentes policiales, ninguno de ellos estaba en la zona cuando ocurrió
el derrumbe. Quien sí estaba allí fue Marina, una
empleada del centro capilar de la segunda planta. Página/12
dialogó con ella apenas volvía a su casa: Estoy
más tranquila ahora, el edificio se parecía a una
casa de muñecas partida a la mitad. El derrumbe ocurrió
durante su horario de almuerzo. Hacía unos cuarenta minutos
que Marina, como buena parte de los empleados del edificio, había
salido a comer. Llegaba a pasar media hora antes dice-y
estábamos todos muertos. Hubo patrullas de bomberos
y policías intentando durante tres horas rescatar a las diez
personas que quedaron bajo la estructura. Durante varios minutos,
uno de los obreros enterrados por las piedras logró comunicarse
con un celular con su novia, con la policía y una emisora
de radio. A las cinco de la tarde, el rescate había terminado.
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