Por Carlos Rodríguez
A siete años del crimen
y cuando ya recuperaron su libertad, en forma condicional, dos de los
condenados por el hecho central, la Justicia confirmó que en pocos
meses dará comienzo el juicio oral por el encubrimiento del homicidio
del soldado Omar Carrasco, ya que se declaró que no está
prescripta la acción penal contra los diez ex jefes militares
procesados en esa causa paralela. El Tribunal Oral de Neuquén rechazó
ayer el pedido de prescripción de la causa, presentado en su momento
por tres de los acusados. El tribunal, al justificar el fallo, citó
lo dicho por la Cámara Nacional de Casación Penal en el
sentido de que los plazos de prescripción de una causa se
interrumpen con los actos de instrucción y del juicio
que reflejen el interés del Estado de mantener vivo el proceso
a través de los órganos de persecución y resolución.
El delito de encubrimiento prescribe a los tres años, pero la causa
que lo investiga fue abierta a los ocho meses de ocurrido el crimen. El
Tribunal Oral Federal de Neuquén, el mismo que juzgó el
homicidio, desestimó la solicitud planteada en su momento por los
abogados defensores del sargento Mario Guardia y de los tenientes Néstor
Parodi y Carlos Verón, curiosamente tres de los militares de menor
grado procesados por el encubrimiento. Los dos jefes máximos que
irán a juicio son el general retirado Carlos Alberto Díaz,
ex jefe de la Sexta Brigada de Infantería de Montaña con
asiento en Neuquén, y el teniente coronel retirado Guillermo With,
ex titular del Grupo de Artillería 161 de Zapala, en donde desapareció
el soldado Carrasco el 6 de marzo de 1994. El cuerpo del joven fue hallado
un mes más tarde.
En la causa por encubrimiento se investigó, de manera especial,
ese lapso de un mes durante el cual se habrían realizado maniobras
de destrucción y adulteración de pruebas para deslindar
responsabilidades. La causa por el crimen quedó centrada en el
subteniente Ignacio Canevaro, a cargo de la batería en la que estaba
Carrasco, y de los conscriptos Cristian Suárez y Víctor
Salazar. Mientras Canevaro fue condenado a 15 años y sigue en prisión,
Salazar y Suárez recibieron una pena de diez y ya recuperaron su
libertad condicional, favorecidos en una ínfima proporción
por la ley del dos por uno. Desde hace por lo menos cuatro años,
la causa por encubrimiento viene sufriendo una serie de postergaciones.
Al juicio oral llegará también el auditor del Ejército
general Carlos Alberto Ferrario, quien estuvo al frente de la Asesoría
Jurídica del Comando en Jefe durante toda la gestión del
anterior titular de la fuerza, el general retirado Martín Balza.
El oficial está acusado de adulterar el primer documento que abrió
la investigación sobre la desaparición del soldado Carrasco.
Otros imputados son los también auditores Mauricio Gutiérrez
y Osvaldo Muñiz, el suboficial René López y el capitán
Rodolfo Correa Belisle, quien curiosamente fue uno de los que más
denuncias hizo respecto del encubrimiento del crimen. Correa Belisle había
sido absuelto dos veces por los jueces que investigaron la causa, pero
la Cámara de Apelaciones revocó esa decisión.
En la causa Carrasco también fue señalado como autor del
encubrimiento el ex jefe de Inteligencia general Jorge Miná y hasta
el mismísimo general Martín Balza, quien también
fue acusado de falso testimonio. El último juez de la causa, Guillermo
Labate, estaba convencido de que ambos debían ser juzgados en la
causa por encubrimiento, pero los fiscales Luis María Viaut y Manuel
Reyes Balboa dijeron que no había motivo para la acusación.
La decisión del Tribunal Oral de rechazar la prescripción
dejó abierta la posibilidad de que en los próximos
meses se realice el demorado juicio oral, según confirmó
el secretario adjunto del cuerpo, Omar Silva. En los próximos días,
los jueces Aidée Vázquez Villar, María del Carmen
Ingelmo y Oscar Albrieu resolverán las apelaciones presentadas
contra los procesamientos de Guardia, Parodi y Verón. Los otros
siete militares acusados ya tienen confirmados sus procesamientos y serán
sometidos a juicio. En el juicio por el crimen ya hubo una condena por
encubrimiento.Recayó sobre el sargento Carlos Sánchez, cuya
declaración, justamente, fue la que permitió las condenas
de Canevaro, Suárez y Salazar. El principal testigo fue encubridor
y lo condenaron a tres años de prisión efectiva. Otra de
las gruesas contradicciones que tuvo todo el proceso del caso Carrasco,
iniciado por su primer juez, Rubén Caro, quien todavía no
ha podido escapar totalmente de la posibilidad de ser sometido a juicio
político por las irregularidades advertidas.
UN
COMISARIO PROCESADO POR ABUSO DE AUTORIDAD
Vendetta contra un cabo denunciante
Por C. R.
El comisario Adalberto Farías,
segundo jefe del Comando de Patrullas de Vicente López, quedó
procesado por abuso de autoridad contra un subordinado tras
prestar declaración indagatoria ante el fiscal Hernán Collantes.
La causa es derivación de otra en la que son investigados 19 ex
jefes de esa dependencia policial, sospechados de formar una asociación
ilícita dedicada a cobrar en beneficio propio una serie de
servicios adicionales realizados en forma inorgánica por el Comando.
Farías aplicó dos sanciones consecutivas al cabo Carlos
Salamón, quien lo denunció por entender que es objeto de
una persecución, ya que es uno de los 35 policías que denunciaron
a sus jefes en la causa central. Farías reconoció ayer que
sancionó a Salamón porque hizo abandono por 5 minutos
de una guardia en una entidad judía de Vicente López y por
no llevar puesto su chaleco antibalas. Sin embargo, Farías admitió
que tampoco tenía colocado el suyo, el mismo día en que
observó la paja en el ojo ajeno de Salamón.
De la declaración de Farías surge que, en los hechos, Salamón
abandonó efectivamente la custodia de una escuela judía
ubicada en Caseros 1450 y que, por estar ocupada la frecuencia de la radio
policial, no pudo avisar al Comando. Sin embargo, también quedó
acreditado que Salamón pidió permiso a la cabo primero Nora
Mendiolar, su jefa inmediata, quien se encontraba con él custodiando
el lugar. Mendiolar permaneció en la escuela los cinco minutos
que se ausentó su subordinado, lo que confirma, además,
que el puesto siempre estuvo cubierto y nunca fue abandonado. Salamón
había pedido permiso para conocer el estado de salud de un hijo
suyo que estaba internado.
En la indagatoria, el comisario Farías alegó que sancionó
a Salamón porque, si llegaba a pasar algo durante su
ausencia de cinco minutos, lo primero que iban a pensar era
que la policía estaba liberando zona para hacer un atentado
contra la raza judía. El imputado también respondió
preguntas sobre la presunta intención de declarar insano a Salamón
para darle la baja. Al respecto, Farías respondió que lo
había enviado a una consulta con la psicóloga porque lo
vio mal psicológica y anímicamente. Esa observación
la hizo Farías luego de que él mismo le aplicara a Salamón
un arresto de cinco días por dejar su puesto cinco minutos y le
abriera un sumario administrativo por no haberse notificado del
arresto.
Además de las sanciones, Salamón venía de sufrir
un supuesto atentado -casi es atropellado en la calle por un patrullero
policial y de recibir varias amenazas de muerte en su domicilio
particular, lo que lo llevó a poner vidrios blindados en su casa
particular. El cabo supo que no lo enviaban sólo a una consulta
con la psicológica, sino que le querían formar una junta
psiquiátrica para sacarle el arma. Si tengo el arma por lo
menos tengo cómo defenderme, porque después de la denuncia
estoy seguro de que me quieren matar o hacerme aparecer muerto en un supuesto
enfrentamiento con ladrones, es lo que repite Salamón desde
hace varios meses a quien lo quiera escuchar.
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