El psiquiatra suizo Carl Jung, publicó sus revolucionarias teorías
sobre el inconsciente, rebelándose ante quien había sido
su gran maestro, Sigmund Freud. Lenin, digitaba las acciones de los bolcheviques
y soñaba con la revolución que concretaría cuatro
años más tarde, desde su exilio en Austria. En Buenos Aires,
se proclamaba la ley Sáenz Peña y moría el poeta
Evaristo Carriego, amigo personal e inspirador de un libro de Borges.
Estos hechos, entre tantos otros, ocurrieron en 1912, el mismo año
en que, una noche de abril, la muerte sorprendió a 1503 de las
3547 personas que viajaban en el más famoso de los transatlánticos.
El resto de la historia del naufragio del Titanic es archiconocida, en
buena parte a causa de la veintena de documentales televisivos que se
han producido en los últimos años y, por sobre todo, al
film que protagonizaron Leonardo Di Caprio y Kate Winslet, y por la que
James Cameron, su director, se alzó con el Oscar a la Mejor Película
1998.
Pero no todo estaba dicho, al parecer: los fans argentinos de la tragedia
marítima más famosa de la historia tendrán una nueva
oportunidad de vivenciarla, a través de una muestra que apunta
directamente a que el público experimente lo más vívidamente
posible algunos de los momentos que atravesaron los desafortunados pasajeros
del barco, a través de una serie de recreaciones audiovisuales,
sonoras y sensoriales. El público tendrá, además,
la posibilidad de conocer doscientos cincuenta objetos originales que
fueron rescatados del fondo de las aguas (en total, son cinco mil los
rescatados desde 1985).
Titanic. El viaje de los sueños. La experiencia es el nombre de
la exposición que, tras recorrer las principales ciudades de Europa,
Asia y los Estados Unidos, se presentará en La Rural desde hoy
hasta el 13 de mayo. La experiencia comenzará antes de entrar al
predio: personajes vestidos de marinos invitarán a bordo, y cuando
suene una sirena, el viaje se dará por comenzado. Después
de descubrir los astilleros en donde se construyó el barco, los
visitantes accederán a la embarcación, para conocer las
historias personales de algunas de las víctimas. Podrán
recorrer las suites de primera, los camarotes de tercera clase, la bodega,
la majestuosa terraza, el café, las calderas, la cubierta. Construidos
de acuerdo al tamaño real y, en más de un caso, hasta con
sus olores característicos.
Esta es, antes que nada, una experiencia interactiva, explican
los organizadores, que montaron las puestas motivados, antes que nada,
por la posibilidad de recrear algunos de los ambientes del barco a través
de escenografías, performances de actores con vestuario de época
y efectos especiales. El impacto del choque agregan
se podrá vivenciar con los ojos pero también con el cuerpo,
ya que para eso usamos unas plataformas hidráulicas en movimiento
que serán complementadas con otros efectos lumínicos y sonoros.
El desastre posterior se presenciará en una cámara negra
en donde podrá tocarse el iceberg.
Algunas salas estarán destinadas, además, a recrear parte
de la realidad del país de la época del hundimiento habrá,
por ejemplo, un pabellón que transportará al público
al 1900 con reproducciones del café Tortoni, el Teatro Colón
y la Oficina de Aduanas, y salas de juegos temáticos para
los más chicos. El recorrido llegará su fin mostrando en
imágenes el proceso actual de rescate de los restos del barco.
Titanic, el viaje... permanecerá abierta de lunes a jueves entre
las 9 y las 21, y de viernes a domingo entre las 10 y las 22. El precio
de las entradas es de 8 pesos de lunes a jueves y 10 pesos de viernes
a domingo. Los menores de 12 años, y los jubilados pagan 6 y 8
pesos respectivamente.
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