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ZORREGUIETA HABLO Y SE DESMINTIO. EL PAPELON DEL PRINCIPE
Arrepentido de haberse arrepentido

El ex ministro dijo a la TV holandesa �lamentar� lo sucedido en la dictadura y después lo negó. El príncipe, en apuros.

Zorreguieta, ex ministro de Agricultura de Videla, viene siendo acosado por la prensa holandesa.

Su pasado obsesiona cada día más a la prensa holandesa. Jorge Zorreguieta, ex ministro de Agricultura de Jorge Rafael Videla, y padre de la novia del heredero a la corona, decidió suspender sólo por un momento el férreo juramento familiar de no hablar. En una entrevista vía telefónica con un canal de televisión holandés dijo que “por supuesto se lamentaba” de lo sucedido durante la dictadura. Pero el gesto, aunque simbólico, no tardó en desvanecerse. Consultadas por Página/12 tanto su mujer como su secretaria no sólo negaron el arrepentimiento sino hasta la propia entrevista. “Nunca, jamás –repitieron varias veces–, el señor Zorreguieta dio declaraciones a alguien.” Sin embargo, periodistas holandeses confirmaron a este diario que sus palabras se dieron a conocer en la cadena Nova en un horario de máxima audiencia en la noche del miércoles.
El último capítulo de los escándalos reales en torno del posible matrimonio de Máxima Zorreguieta con Guillermo Alejandro de Holanda se desató el martes en Nueva York. El príncipe rompió todos los protocolos aconsejados por la normas de la corona y en una conferencia de prensa salió a defender a su eventual suegro, una defensa que los medios calificaron de “bochornosa”.
No sólo les sugirió a los periodistas ser más ecuánimes, sino que los mandó a leer una carta publicada por el diario La Nación. Guillermo Alejandro, en realidad, estaba molesto con dos argentinos, Vicente Muleiro y María Seoane, por mencionar a Jorge Zorreguieta en El Dictador, su libro recién publicado. Allí hablan de su apoyo a la dictadura de Videla a partir de sus funciones como secretario y ministro de Agricultura. Nada más. Muleiro y Seoane nunca dijeron que los datos sobre Zorreguieta salieron de las entrevistas mantenidas con Videla durante su investigación, pero ésa fue la interpretación que se les dio.
“Les sugiero que lean la carta que dice que las entrevistas con Videla nunca tuvieron lugar”, recomendó el príncipe a la prensa. El papelón vino después, cuando los periodistas le preguntaron por el autor de la carta. “No sé”, respondió. Poco después surgía la verdad: la carta era del propio Videla. “Fue como si nos mandaran a leer a Hitler”, confió a este diario un periodista holandés.
Para colmo, hasta en su mención de la carta estaba confundido Guillermo Alejandro. En ella, el ex dictador niega “haber formulado las expresiones autoincriminatorias que se me atribuyen”, pero no las entrevistas ni su relación con Zorreguieta.
El papelón fue tal que el primer ministro Winm Kok, saltando también él todas las normas, lo llamó a silencio. “Hubiese sido más inteligente -dijo– si por lo menos no hubiese dicho nada.” Y entonces recomendó: “Mejor quédese callado”.
El sosiego, si lo hubo, no tardó en desmoronarse de nuevo. Un día después de aquella osada aparición del príncipe, Zorreguieta asumió su propia defensa. Enlazado vía telefónica por la cadena Nova de la televisión holandesa, dijo unas pocas palabras ante la audiencia. Sólo afirmó que “por supuesto” lamentaba lo sucedido en la dictadura y explicó que la carta de Videla “aclaró una situación de confusión”. Unos segundos después se despidió retomando las reglas del silencio: “Más adelante quisiera dar información, pero de momento, no hago declaraciones”.
Esa misma noche y consultado por la televisión holandesa desde un estudio en Buenos Aires, Vicente Muleiro dijo que era la primera vez que se oía un arrepentimiento público del ex funcionario. “Acá nunca lo había hecho”, aseguró sin saber aún que un día después el propio arrepentido dejaba de serlo.
“El señor Zorreguieta no ha hecho ninguna declaración”, aseguró terminante una y otra vez la secretaria del ex ministro, ahora titular del Centro Azucarero Argentino. Ni un fax con las declaraciones de su jefe lograron convencerla: “Nunca habló ni hablará con nadie”, volvió a decir mientras periodistas holandeses consultados por este diario repetían locontrario. Finalmente, la madre de Máxima, María del Carmen Cerrutti, decidió sumarse. “Para mí esto es una novedad”, le dijo sorprendida a Página/12. “Por una norma que tiene la familia hemos decidido no dar ninguna entrevista: no sé cuál ha sido la política de Jorge, él no me ha dicho nada y a mí me parece rarísimo.”

 

Un problema de sucesión

La línea de sucesión de la Casa de Orange en los Países Bajos se ha convertido en punto de mira de funcionarios y partidos políticos que cuestionan de modo furioso la participación del padre de Máxima Zorreguieta en el golpe de Estado del ‘76. Uno de los cimbronazos más fuertes fue producto de la denuncia hecha por un ex embajador holandés ante la Unesco. Maarten Moukik hizo la presentación judicial contra un grupo de ex funcionarios de la última dictadura militar, entre los que se encuentra Jorge Zorreguieta. “El ex ministro –había dicho– debería saber qué pasó con las víctimas”. El rechazo contra el rol ocupado por el padre de la novia del príncipe Guillermo Alejandro es impulsado por el Partido Verde y los socialistas, que forman parte del Parlamento que deberá aprobar –como la ley lo dispone– el casamiento real, que se supone podrá ser el año próximo, si bien aún no hay compromiso formal. En este sentido, los autores del libro El Dictador publicado en Buenos Aires cuentan con información –aún inédita– que asegura la participación de Zorreguieta en la “fabricación” del golpe. “Muchos desmemoriados saben que formó parte de las usinas civiles que inventaron el golpe y fue funcionario de la dictadura desde ese momento”, explicaron a este diario Vicente Muleiro y María Seoane, autores de la investigación.

 

UN GRAN ESCANDALO Y UNA PENA INSIGNIFICANTE
El casino llega a los tribunales

El caso del casino clandestino de Puerto Madero, descubierto en 1999 en un escandaloso operativo en que quedaron demorados empresarios y poderosos jugadores –y hasta un por entonces empleado de Lotería Nacional– llega hoy a juicio oral y público en la Justicia Contravencional porteña. Las penas posibles resultan insignificantes frente a la repercusión que tuvo el caso: los cuatro acusados serían castigados con apenas 30 días de arresto y una multa.
Los acusados son José y Ricardo Barbaimon, Carlos Basovsky y Libio Mandirola, a los que además de los 30 días de arresto podrían imponerles una multa máxima de 15 mil pesos por violar la Ley Contravencional de Juego. Aunque los fiscales correccionales que investigaron el caso inicialmente solicitaron que la causa pasara al fuero criminal, ya que consideraban que había pruebas suficientes de una asociación ilícita que involucraba estafa, usura y defraudación, la cámara rechazó por insuficientes los elementos aportados y envió la causa a la Justicia contravencional.
Todo empezó el 9 de setiembre de 1999, cuando en un resonante operativo efectivos de la Prefectura desbarataron el casino, ubicado en un elegante local de Alicia Moreau de Justo 750. En el lugar fueron secuestradas mesas de ruleta, fichas, mesas con mazos de naipes, folletos con la inscripción punto y banca, gran cantidad de cheques y dinero en efectivo, y fueron demoradas 180 personas.
Durante las audiencias están previstas las declaraciones de unos 200 testigos, aunque si los imputados admitieran su culpabilidad, el juicio se definiría en trámite abreviado y podría finalizar hoy mismo. Entre los testigos aparecen empresarios, periodistas, ejecutivos de empresas de primera línea, agentes de fuerzas de seguridad y algunos personajes vinculados con la farándula.

 

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