Por Luciano Monteagudo
Desde
Mar del Plata
La proyección de La
ciénaga, el excelente film de Lucrecia Martel, premiado en Berlín,
que junto a un espectáculo protagonizado por Susana Rinaldi y Ana
María Stekelman sirvió de apertura de la nueva edición
del Festival de Mar del Plata, coincidió anoche con la celebración
del Día Internacional de la Mujer. Y las mujeres siguen protagonizando
hoy la segunda jornada de la muestra, empezando por la actriz y realizadora
noruega Liv Ullmann, que llegó a Mar del Plata para presentar personalmente,
esta misma tarde, su film más reciente, Trölosa (Infielidad),
que tuvo su estreno mundial en mayo del año pasado, en el Festival
de Cannes.
Aunque su rodaje, realizado casi íntegramente en ambientes cerrados,
claustrofóbicos, pudiera desmentirlo, hay un campo de batalla de
Infidelidad. Ese campo de batalla es un paisaje interior, el de los sentimientos,
con consecuencias que no dejan de ser devastadoras. Lo primero que llama
la atención de Infidelidad es su rigor, su despojamiento, la intransigencia
con que la directora enfrenta la figura del vulgar triángulo amoroso.
Ni un fracaso artístico, ni la bancarrota económica...
nada deja una herida más profunda que una separación,
reza la cita de Botho Strauss con que comienza este guión que el
maestro Ingmar Bergman le regaló a una de sus actrices favoritas
y que ella supo dirigir a su altura. Como en la mayoría de los
guiones de Bergman, aquí también se nota el peso de experiencias
muy personales y de referencias cinematográficas, que en este caso
van de Vergüenza, Persona y Pasión a Escenas de la vida conyugal,
cuatro de los muchos films que compartieron Bergman y Ullmann, en su prolongada
carrera en común. Y como en aquellos films fundamentales, la unidad
dramática vuelve a ser el rostro, el rostro como un espejo esencialmente
humano, en el que son capaces de reflejarse los infinitos matices de la
emoción (hoy a las 14, en el Teatro Colón).
A su manera, también de un campo de batalla abstracto, imaginario
habla Beau Travail, la nueva película de la directora francesa
Claire Denis, un film que está entre los puntos más altos
de la muestra La Mujer y el Cine, y de Mar del Plata toda,
podría aventurarse. Inspirada en un par de poemas de Herman Melville
(The Night March, Gold in the Mountain), que hablan de ejércitos
nocturnos, de paisajes sin fronteras y de hombres insatisfechos, el film
de Denis sigue la vida cotidiana de un pelotón de la Legión
Extranjera destinado en el norte de Africa. Con ese material tan árido,
la directora francesa que confirma que mucho del mejor cine de su
país lo están haciendo las mujeres logra construir
una suerte de ballet perverso, de una violencia contenida y de una rara,
inquietante belleza. Casi no hay palabras en Beau Travail, sino sólo
los absurdos rituales militares y hasta sus tareas domésticas (lavar,
planchar, cocinar), reflejados por una mirada que observa con cierta perplejidad
todo ese trajín masculino/femenino y que lo reorganiza con un admirable
sentido estético (hoy a las 11.15, en el Ambassador 3).
Aunque su director sea un hombre, el increíblemente prolífico
cineasta chileno Raúl Ruiz (largamente radicado en Francia), La
Comédie de linnocence gira enteramente alrededor de una mujer,
que lleva el rostro siempre inquietante de Isabelle Huppert. Quizás
ninguna otra actriz en el cine actual sea capaz de dar una dimensión
del misterio como lo hace Huppert, siendo siempre ella misma, sin necesidad
de utilizar ningún recurso dramático. Ese rostro, esa mirada
le sirven maravillosamente al cine de Ruiz, tan afecto al fantástico
entendido como un extraño desdoblamiento de la realidad. Aquí
Huppert es una madre impávida ante la obstinada rebelión
de su hijo, que afirma de pronto tener una madre que no es ella. El deslizamiento
progresivo de la normalidad va conduciendo a la protagonista por una suerte
de laberinto borgeano como sólo Ruiz siempreobsesionado con
el tema del doble es capaz de construir, haciendo uso de una elegancia
incómoda, siempre turbadora, como viene de demostrarlo en su magnífica
versión de El tiempo recobrado, sobre el último tramo de
la monumental novela de Marcel Proust (hoy en la trasnoche del Cinema
1).
SE
INAUGURO OFICIALMENTE LA MUESTRA
Detalles del puntapié inicial
La proyección fuera de
concurso del film de Lucrecia Martel La ciénaga y un breve show
tanguero a cargo de Susana Rinaldi representaron ayer a la noche el costado
artístico de la inauguración del Festival Internacional
de Cine de Mar del Plata. Pero también se leyó una carta
del presidente de la Nación, Fernando de la Rúa, que no
concurrió a la ceremonia, y hubo un discurso del director del festival,
Claudio España.
El acto de apertura, efectuado en la sala Astor Piazzolla del Auditorium
marplatense, donde no cabía un alfiler, fue presidido por los secretarios
de Cultura y Comunicación y de Turismo de la Nación, Darío
Lopérfido y Hernán Lombardi, respectivamente; el intendente
de Mar del Plata, Elio Aprile; el titular del Instituto de Cine, José
Miguel Onaindia, y el hotelero Florencio Aldrey Iglesias, por la Asociación
de Festivales de Mar del Plata. El actor y productor Adrián Suar
y la actriz Cecilia Roth, por su parte, en funciones de maestros de ceremonias,
presentaron al jurado oficial, que es presidido por el realizador español
José Luis Borau.
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