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UTE LEMPER LLEGARA EL MES PROXIMO
El nuevo ángel azul

Encabezando un ciclo que se desarrollará durante todo el año y en el que habrá algunos números de gran nivel, actuará la figura más importante de lo que ella define como �cabaret actual�.

Ute Lemper actuará en el Teatro Gran Rex en abril. En su último disco interpreta canciones de Costello y Waits.

Por Diego Fischerman

El cabaret, en su versión berlinesa y oscura, tiene connotaciones inevitables. Decadencia, crítica social, ironía, parodia y travestismo contra el telón de fondo de la caída de la República de Weimar y el ascenso del nazismo. Una comedia musical –Cabaret, de Bob Fosse– y su personaje, Sally Bowles, pusieron ese mundo en primer plano. Pero hubo otra Bowles, la de la versión teatral que fue representada en Lyon, Düsseldorf, Roma y París en 1987. La actriz, bailarina y cantante de 23 años, se llamaba Ute Lemper. Pero la carrera de esta alemana nacida en Münster hace treinta y seis años, capaz de desfilar, embarazada y desnuda, en una película de Robert Altman y convertida en encarnación moderna del espíritu del cabaret, recién empezaba. El mes que viene, en el comienzo de un ciclo que presentará varios espectáculos de gran nivel en el Teatro Gran Rex, Lemper llegará por primera vez a Buenos Aires.
“Mi cama perteneció a Pompadour, tengo el pelo rojo como Lulu, la figura de Salomé y la avaricia de Putifar. Uso el anillo de María Antonieta y la seda del corset de la joven y bella Helena... soy una bruja como Juana de Arco... tengo una taza de Bertolt Brecht... fui besada por Valentino... he buscado algunos de mis tesoros, como la Constitución de Weimar y el primer bigote de Hitler, en la basura ajena...”, canta en “Soy una vamp”, una canción compuesta en 1932 por Mischa Spoliansky con texto de Marcellus Schifer. El tono es el de la Marlene Dietrich de El ángel azul: acerado, distante y preciso como un puñal. El disco, llamado Berlin Cabaret Songs, rescata obras de Hollaender, Goldschmidtt o Spoliansky y pertenece a una serie notable, editada por el sello Decca, bautizada Entartete Musik (música degenerada) y dedicada a los autores y repertorios prohibidos por el nazismo. Allí, en sus álbumes con composiciones de Kurt Weill, en las canciones que cantaban Dietrich y Piaf (su dicción francesa es impecable), en los ayres à la John Dowland escritos por Michael Nyman para el film Prospero’s Books de Peter Greenaway, Lemper encontró su territorio. Un paisaje casi siempre melancólico, incluso cuando se interna en el humor duro de una canción como “Münchausen”, compuesta por Hollaender 16 meses antes de que Hitler fuera nombrado canciller y donde el célebre mentiroso describe a Alemania (“democrática, con jueces justos, sin antisemitismo, sin películas antimilitaristas y sin prohibición del aborto”). Un trazado estético que, en su último álbum, llamado Punishing Kiss (beso de escarmiento), se extiende a canciones de Nick Cave, Elvis Costello, Tom Waits y el grupo The Divine Comedy. “Son las equivalentes actuales del cabaret”, explica la cantante.
Lemper estudió piano y danza desde los 9 años y se formó en el seminario vienés de Max Reinhardt. Pina Bausch y Maurice Béjart compusieron para ella. Y llegará a Buenos Aires dentro del marco de un ciclo que continuará en mayo con la presencia del dúo conformado por el gran pianista Lazar Berman y su hijo, el violinista Pavel. En junio, el violinista argentino Manfredo Kraemer, uno de los intérpretes más destacados de la actualidad en la interpretación de música del barroco, hará un programa dedicado a Johann Sebastian Bach y en agosto habrá dos espectáculos relacionados con la música del siglo XX: la puesta de Marcelo Lombardero del Mahagonny Songspiel de Kurt Weill y Bertolt Brecht que ya se vio en el Centro Experimental del Colón y que el año que viene se estrenará en Francia y un concierto del grupo Meridien Arts Ensemble, que va de Albinoni a Frank Zappa. El ciclo terminará en octubre con la actuación de la Orquesta Regional de Cannes.

 


 

MICHAEL BRECKER EN BUENOS AIRES
El saxo explícito

Ayer, una multitud de músicos argentinos se reunió en el Teatro Alvear, con el patrocinio de la Dirección de Música de la Ciudad de Buenos Aires, para escucharlo y, sobre todo, para escuchar sus consejos. O, más bien, para ver si era posible averiguar cómo hace. Es que más allá de tener uno de los estilos más reconocibles de los últimos treinta años en el jazz y alrededores, Michael Brecker tiene una técnica deslumbrante y la pone de manifiesto. Sus marcas de fábrica son un control increíble del timbre, además de un manejo de precisión inaudita sobre las formas de ataque y una velocidad asombrosa en la digitación. Ayer puso en práctica cada una de estas características durante la clínica que dictó para sus colegas-admiradores locales. Hoy y mañana, a partir de las 22, será el turno del público, aunque se supone que también habrá músicos allí. Brecker actuará en el Hotel Sheraton, junto a Joey Calderazzo en piano y Jeff Watts en batería.

 

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