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EL GOBIERNO PROHIBIO LA FUSION DE LAS DOS EMPRESAS
Socma y Exxel no compartirán buzón

Como la Secretaría de Defensa de la Competencia no otorgó las ventajas que pedían las firmas para explotar el correo, Socma y Exxel se replegaron. Igual, la Secretaría les prohibió fusionarse.

Oligopolio: Con una unión, las empresas hubieran manejado el 90 por ciento de las cartas simples y entre el 45 por ciento de las corporativas.

Carlos Winograd, secretario
de Defensa de la Competencia.

Por Cledis Candelaresi

La controvertida operación para que Socma y Exxel se asociaran para explotar juntas el Correo Argentino abortó. Ahora el grupo Macri, dueño de la porción mayoritaria de la empresa privatizada, seguirá batallando para conseguir una íntegra renegociación contractual.
Al mediodía de ayer, Socma y el Exxel enviaron notas a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia y a la Comisión Nacional de Comunicaciones informando su decisión de dar marcha atrás en su proyecto de asociación. De todos modos, poco después el secretario Carlos Winograd, encargado de preservar una saludable competencia en el mercado, citó a una conferencia de prensa donde dio a conocer la decisión oficial de prohibir esa fusión.
Cuando el Correo Argentino S.A. requirió al Gobierno su autorización para fusionarse con Oca, propiedad del Exxel Group, a ningún conocedor del mercado postal se le escapó que esa asociación daría lugar a una megaempresa dominante, que dejaría poco juego a cualquier competidor. Aunque los 45 días previstos originalmente se estiraron a ocho meses, Winograd sintetizó ayer su posición en un informe fundado en un dictamen de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia.
“No es consistente con los objetivos de defensa de la competencia”, recalcó el secretario, uno de los sobrevivientes del equipo de José Luis Machinea, quien ayer consideró cumplidas las dos condiciones que impone la ley para vetar una fusión:
u Primero: la eventual unión entre los dos principales competidores hubiera configurado posición dominante (hubiesen manejado el 90 por ciento de las cartas simples y entre el 45 por ciento de las corporativas: cartas y documentación a empresas).
u Segundo: tal asociación no habría proporcionado ningún beneficio a los usuarios.
Por su envergadura y características, el tema surge como un caso “testigo”. Winograd subrayó este carácter y dijo no haber recibido presiones políticas para tomar la decisión que repentinamente dio a conocer, a sólo horas de haber sido confirmado en el gabinete económico.
“Estamos sorprendidos por esta salida intempestiva y no comunicada del secretario”, se quejó ante Página/12 Guillermo Baistrocchi, gerente de comunicaciones de Socma, dueña del 69,23 por ciento de las acciones de Correo Argentino. En un sintético comunicado difundido ayer por la tarde, la firma de Macri informó que el jueves desistió de fundirse con la empresa del grupo Yabrán que el Exxel compró en diciembre de 1997. Para la frustrada operación, el grupo de Juan Navarro iba a intervenir con el nombre de International Mail Corporation.
Desde hace más de un mes, la dupla Macri-IMC conocía la intención del Gobierno de aprobar la operación, aunque en forma condicionada. Justamente, esos condicionamientos habrían desalentado el proyecto de conformar la gran empresa que seguramente alguna vez soñó el desaparecido Supercartero Alfredo Yabrán. Según fuentes empresarias, Economía pretendía una especie de desdoblamiento que fragmentara en dos empresas sus actuales operaciones y, al mismo tiempo, aspiraba a que el Correo Argentino separase de su negocio el clearing en el que su eventual socia es muy fuerte.
Pero un OK condicionado, según evaluó públicamente ayer Winograd, fue descartado, ya que requeriría “controles excesivamente severos” sobre el comportamiento de los socios.
Antes, Navarro ofreció pagar por anticipado el canon de 103 millones de pesos por cada año de los 30 que dura la concesión, pero Economía no lo aceptó.
Incluso antes de requerir la autorización del Estado para fusionarse, el Exxel desembarcó en el Correo con una troupe de técnicos, algunos con puestos gerenciales, dispuestos a tomar el control del Palacio de Comunicaciones. Son los mismos que pocas semanas atrás emprendieron la retirada. Hace no menos de cuarenta días que aquella asociación comenzó a vislumbrarse imposible, al punto que los gremios del sector ya habían sido convocados para ser informados sobre la maniobra trunca.
Según la empresa privatizada, sus potenciales socios se vieron desalentados por los presuntos condicionamientos a la fusión tanto como por las condiciones actuales y futuras para operar en el mercado, supuestamente desventajosas para la sociedad que hoy integran Macri y el Banco de Galicia. El Correo ya acudió a la Justicia para eludir el pago del canon (debe varios semestres), con el argumento de que el Estado debe compensarlo por diversos conceptos, entre ellos, por tener un régimen laboral más oneroso que sus competidores. Quizás sea apenas el primer capítulo de su estrategia para eliminar definitivamente esa obligación del contrato de concesión.

 


 

LOS PLANES DEL GRUPO MACRI
La pelea del marco postal

Al menos por ahora, el grupo Macri asegura que no abandonará el Correo Argentino. Sus esfuerzos más bien están orientados a fortalecer el negocio consiguiendo, tal vez, un nuevo socio, pero seguramente condiciones más ventajosas para la explotación. Esto supone, además de una renegociación contractual, presionar al Gobierno para que no sostenga su actual proyecto de marco postal.
Con el aval de los cuatro sindicatos del sector, el adjudicatario sostiene que esa propuesta de Economía favorece abiertamente la competencia, a la que se le imponen condiciones muy laxas para ingresar en el negocio. Meses atrás, despertó gran polémica un proyecto de marco regulatorio oficial que disponía exactamente lo contrario, ya que limitaba el acceso al mercado a las empresas grandes y medianas.
Según la última versión del marco postal, cualquier firma que ingrese al mercado tiene que pagar un canon de 4000 pesos anuales y una modesta garantía de 50 mil pesos. Estos requisitos serían excesivamente benévolos para los competidores del Correo, obligado por contrato a una garantía de 50 millones y a un canon anual de 103.
Pero el grupo adjudicatario –Macri (69 por ciento), Banco Galicia (27,87), Programa de Propiedad Participada (14 por ciento)– también recrimina al Gobierno no respetar algunas prerrogativas consagradas por pliego. Entre ellas, la de explotar en forma exclusiva las comunicación fehaciente o fedataria (cartas documentos) o la de filatelia. Esto último supone sancionar a todas las competidoras que emiten estampillas sin estar legalmente habilitadas, algo que hacen sistemáticamente las firmas postales más fuertes del mercado.
Mientras estos temas están en la mesa de negociación o en los tribunales, según los casos, el correo privatizado avanza como puede. Tras la amenaza de expulsar a 3.500 trabajadores, consiguió homologar en el ministerio de Trabajo un acuerdo que cuenta con el aval de la AFIP para recortar la porción remunerativa de los sueldos. Este retoque le permitió ahorrar 2 millones por mes en aportes patronales.

 

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