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UN PERIODISTA DE PAGINA/12 ESTUVO ENCERRADO EN LA CASA DE “GRAN HERMANO”
Te sentás en el inodoro y están filmándote

El programa de Telefé que comienza hoy, conducido por la actriz Soledad Silveyra, tuvo un simulacro de 48 horas. Una de las doce personas que se encerraron en la casa era un cronista de este diario.

Los participantes serán eliminados, de a uno por semana, mediante votación de
los espectadores. Dos técnicos instalando ayer una de las treinta cámaras que permitirán al público ver todo lo que pasa.

La casa cuenta con dos habitaciones,
con seis camas. Las dimensiones son notablemente reducidas. Una idea central del proyecto es que el ámbito debe ser uno de los posibles motivos de fricciones.

Por Emanuel Respighi

Los inscriptos fueron poco más de 23 mil. Pero seguramente, a partir de hoy serán millones los que soñarán con ser parte de “Gran Hermano”, el reality game show que amenaza con convertirse en la sensación de la temporada televisiva argentina. En base al proceso de selección puede afirmarse que las doce personas que esta noche, a partir de las 21, comenzarán sus días de convivencia forzada –los últimos tres lo harán durante 112 días– son estrellas en potencia. Lo que el público no sabe es que estos nuevos doce personajes públicos no serán los primeros que convivirán en la casa ante los ojos vigiladores del “Gran Hermano”: un grupo de periodistas, incluido uno de Página/12, acaban de pasar por esa experiencia, en un “simulacro” que le sirvió a Telefé para ajustar los detalles finales del proyecto.
La experiencia piloto tenía tres reglas básicas: que la convivencia duraba sólo 48 horas, que las imágenes sólo eran vistas por los productores y que no había un premio en efectivo. El simulacro contó con la presencia de cinco periodistas y siete extras, que completaban el total de los 12 residentes necesarios para comenzar la convivencia en una casa equipada con treinta cámaras (incluso cuatro infrarrojas, que captan imágenes en la oscuridad) y setenta micrófonos repartidos en todos los ambientes. La experiencia, además de constituir para la tarea periodística una aproximación a los sentimientos que los verdaderos participantes pueden llegar a sentir en los 112 días de encierro, se vislumbraba a priori interesante. Y vaya si lo fue.
Las primeras sensaciones al entrar en la casa, sabiendo que la convivencia será larga, son de incertidumbre e intriga, según el consenso de los que compartieron el simulacro. La incertidumbre está relacionada con el desconocimiento de las situaciones que pueden generarse en la cotidianidad con personas totalmente desconocidas, en un lugar también desconocido. La mayoría de los involucrados en este experimento también tenía claro que vivir con reglas externas muy marcadas les producía, a priori, una sensación de incomodidad. Ni hablar del hecho de que todo estuviese siendo filmado.
La intriga inicial disminuyó con el inicial recorrido adrenalínico por la casa. Desde la misma puerta, la primera impresión que se percibe es que las dimensiones del parque previo son escasas para la convivencia de doce personas. En el parque, sobre un costado, hay un gallinero (con ocho gallinas ponedoras y un gallo), el granero (con un ternero y una vaca a los que se deben alimentar a diario), la huerta (con plantas de tomate, albahaca, ají, lechuga, berenjena y verduras que deben regarse) y una pileta climatizada de 30 metros cuadrados (que también debe limpiarse y mantenerse según el reglamento), dejando escaso espacio de césped libre.
Una vez dentro de la parte cubierta de la casa de “Gran Hermano” se constata, al igual que en el jardín, que las medidas también son chicas para doce personas que sólo pueden llevar, además de la ropa, tres atados de cigarrillos, una revista o libro, tres cd que deben dejar en producción y hasta seis latas de cerveza de 330 cc o botellas de vino de 750 cc. Prefabricada pero de estilo moderno, la casa cuenta con dos habitaciones con seis camas cada una, una sala de estar con tres sillones y una mesa ratona, una cocina con una larga mesa y, por si fuera poco la estrechez, un baño con dos lavatorios, una ducha y un inodoro. Esa es toda la casa por la que los participantes pueden transitar libremente.
La casa pequeña no es un error de cálculo: parece claro que tiene que ver con el tipo de programa que se quiere realizar. “Gran Hermano” es parte central del fenómeno de los programas de juegos televisivos basados en situaciones de la vida real que hicieron capote en el mundo durante los dos últimos años. Una de las claves de estos programas es la observación por parte de multitudes de cómo reaccionan, en distintas situaciones forzadas, las personas comunes. Por eso las medidas de la casa (248 metros cuadrados de superficie cubierta y 347 el jardín) y el reglamento del juego (llamado exageradamente “La biblia”) estimula al debate entre los participantes, el roce constante. Si todo fuese relajado y de buena onda ¿qué atraería a la gente? Un ejemplo cabal de las incomodidades que plantea la producción es que los participantes sólo disponen de una hora diaria de agua caliente para la ducha, que es anunciada por el omnipresente Gran Hermano con 5 minutos de anticipación en cualquier momento del día. Este detalle, que no parece conflictivo, lo es y en gran forma, ya que la casa no cuenta con un reloj. Y los participantes tampoco. Ni hablar de aquellos momentos en que son varios los que tienen que ir al baño a hacer sus necesidades, observados por cámaras implacables.
Pero la casa, ubicada en el predio de los estudios Teleinde, posee además otras dos habitaciones a las que no puede ingresarse sin la autorización previa del “Gran Hermano”: el confesionario y el almacén. El confesionario es el lugar en el que los participantes sólo ingresan para dialogar con un psicólogo en caso de urgencia o situación de angustia alta y para votar para que abandonen la casa dos compañeros, elección privada que tomarán cada 15 días. Una vez conocidos los nominados, será el voto del público por medio de llamadas telefónicas e internet el que decida, en el transcurso de una semana, el nombre del participante que debe dejar la casa.
El almacén, por su lado, es el lugar en el que el grupo compra una vez por semana alimentos u objetos con el dinero que se le obsequia por su estadía (2 pesos diarios por habitante), que puede aumentarse si logran alcanzar un objetivo semanal en común dispuesto por el Gran Hermano. El dinero es otro foco más de tensión debido a que no es administrado por cada participante de manera individual: debe acordarse entre todos el monto que se apuesta en cada objetivo y qué se va a comprar en el almacén. Si algunos quieren comprar café y cigarrillos y otros té y chocolate las cosas podrían pasar a mayores.
El hecho de que los participantes no deban competir entre ellos mismos, sino que aúnan su esfuerzo e inteligencia en busca de superar los desafíos en conjunto marca la principal diferencia con el primero de los grandes reality game shows vistos en la televisión argentina, “Expedición Robinson”. En el programa producido por Promofilm, los participantes estaban divididos en dos equipos que competían entre sí, dando lugar luego a los enfrentamientos individuales con que se eliminaban. En cambio, en el “Gran Hermano” todos tiran para el mismo lado y el error o la pereza de uno influye negativamente al resto del grupo. Por lo tanto, la organización de las tareas es indispensable para resistir al dictatorial Gran Hermano.
Un nuevo capítulo de los denominados programas sobre la vida real se abre esta noche. En el simulacro de 43 horas las discusiones y los debates aparecieron ante cada idea esbozada, aunque sin alcanzar grandes odios o amores. Pero en el programa que comienza hoy la historia será otra. Los 112 días de convivencia y los 200 mil pesos de premio para el ganador harán surgir lobos y lobas entre los 12 que hoy empezarán el camino hacia la fama, que puede incluir, eso está claro, algunas dosis de escarnio.

 

El primero de los 112 días

uLa primera emisión argentina de “Gran Hermano”, el programa de origen holandés con versiones en Alemania, España, Portugal, Italia, Bélgica, Noruega, Suecia, Dinamarca, Inglaterra, Polonia, Suiza, Grecia, Estados Unidos y Australia, irá esta noche de 21 a 23.
uLa actriz Soledad Silveyra, flamante estrella de Telefé, será la conductora de esta noche (y de todos los sábados) desde los estudios centrales del canal, en el barrio de San Cristóbal. Mariano Peluffo será el notero que recibirá en la puerta de la casa, ubicada en Martínez, a los doce participantes.
uTelefé emitirá de lunes a viernes a las 20.30 un resumen de media hora con lo mejor de cada día y los sábados a las 21 pondrá al aire un resumen semanal de dos horas. En ese marco se anunciará en vivo a los nominados para abandonar la casa y, a la semana siguiente, al participante que finalmente debe dejarla, según el voto popular.
uLa producción ejecutiva del ciclo está a cargo de Marcos Gorban, mientras que Sergio Vainman es el encargado de editar las historias que doce directores contratados hayan considerado relevantes. Asimismo, María Inés Cháves Paz es la coordinadora del grupo de psicólogos y Luis Alberto Quevedo el sociólogo que hará un seguimiento del funcionamiento del grupo. Entre camarógrafos, editores, catalogadores, sonidistas, productores y asistentes son alrededor de 150 personas las que trabajan en la puesta al aire del programa.
u“Gran Hermano” podrá seguirse las 24 horas en vivo y en directo por Direct TV, que contará con cinco canales exclusivos (609, 611, 613, 615 y 617) y por internet a través de la página www.granher mano.terra.com.ar.

 

Jackson y su angelito

Michael Jackson quería sentirse a gusto durante su visita a Londres y para ello se rodeó de osos de peluche y buena compañía. Los empleados del lujoso hotel en el que se hospedó Jackson no se extrañaron cuando en la cama de su suite lo encontraron rodeado de peluches, y junto al actor Macaulay Culkin, de 20 años. El joven protagonista de Mi pobre angelito, conoce a Jackson desde que tenía ocho años y es padrino de su hijo Prince. ¿Y qué hacían los dos rodeados de muñecos? Miraban Toy Story 2, el largometraje de la factoría de Disney sobre muñecos que cobran vida. La información publicada ayer por el diario The Sun ni siquiera fue desmentida por los voceros del músico, pese a que éste afrontó hace algunos años una amenaza de juicio –que detuvo con un arreglo económico– por corrupción de niños, luego de que los padres de uno de los pequeños que solía invitar a jugar a sus dormitorios hicieran una demanda. Sin embargo, quizás Jackson se puso nervioso: ayer las muletas con que se desplaza, por un pie quebrado, le hicieron una mala jugada y un tropezón derivó en que los médicos le ordenaran descanso. Jackson se presentó en público esta semana con un impresionante maquillaje.

 

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