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PAGINA/12 PUBLICA MAÑANA EL PRIMER CD DE LA COLECCION “VIENTO DEL PUEBLO”
Cafrune, el último payador perseguido

El homenaje al músico jujeño, en cuatro volúmenes, bucea en una obra riquísima que se tiñó por igual de paisajismo y compromiso social. Cafrune, muerto en circunstancias nunca aclaradas en plena dictadura militar, popularizó canciones emblemáticas como �Zamba de mi esperanza�, pero también cantó a Atahualpa Yupanqui y a José Larralde.

Por Fernando D’Addario

Haciendo abstracción de su leyenda, abonada luego de una misteriosa muerte nunca aclarada, Jorge Cafrune logró, a través de su obra, instalarse en la historia como una especie de resumen folklórico argentino. Y, se entiende, lo de “fol-klórico”, en su caso, va mucho más allá de lo musical, porque marca una época y diagnostica a un país que ya no existe. Para ingresar de algún modo en ese mundo de pago chico universalizado por la música, Página/12 entregará, desde mañana, y en los siguientes tres domingos, cuatro discos del artista jujeño, con un precio opcional de 6 pesos. La colección de homenaje, que lleva por nombre Jorge Cafrune, viento del pueblo, ayuda a reparar cierta injusticia: recupera la trayectoria de un hombre que, fuera del público especializado, es hoy más conocido por su destino trágico (todo indica que fue atropellado intencionalmente mientras viajaba a caballo por la ruta, en plena dictadura) que por su enorme cancionero popular.
Referirse a su obra invita sin embargo a la contextualización. Cafrune fue un gaucho rebelde, un hombre que reivindicó un nacionalismo despojado de componentes fascistoides en una época (básicamente los ‘60) que proponía, por motivos políticos y culturales, el surgimiento de personajes de ese tipo. Su figura superó la dicotomía “paisajismo vs. compromiso” que en términos generales dividió al folklore argentino de entonces. De modo que Cafrune, esa versión siglo XX de Martín de Güemes y Chacho Peñaloza, armó con absoluta naturalidad este “grandes éxitos” que fue necesario agrupar en cuatro discos. Cafrune no interpretó grandes éxitos. El los hizo grandes, con la voz y la guitarra como único capital. Dicen que nunca se vendieron tantas guitarras criollas como en aquella época. Hablar de “Las Golondrinas” (E. Falú-J. Dávalos), “Zamba de mi esperanza” (Luis Morales), “Virgen india” (Hermanos Albarracín), “Zamba por vos” (Alfredo Zitarrosa), “El último sapukai” (O. Valles), “Guitarra, dímelo tu” (Yupanqui), “Recuerdos de Ypacarai” (D. Ortiz-Zulema de Mirkin), “Sudamérica” (J. Dávalos) y “Coplas del payador perseguido” (Yupanqui), por nombrar solo algunos temas que se publicarán mañana en la primera entrega, es hablar de una antología básica para cualquiera que quiera saber de qué iba el folklore en los ‘60 y ‘70.
Su particular estilo interpretativo incursionó en distintos ritmos y modos expresivos, pero siempre con su voz imponiendo autoridad. Desde esas páginas de biblia criolla que son las “Coplas del payador perseguido”, de Yupanqui, hasta las “Palabras al hijo por nacer”, si bien muy distintas, dan cuenta de un humanismo profundo, anclado en la tierra, pero con el hombre como centro. Cafrune vivió en España entre 1972 y 1976. Fue una vez a cantar y no lo dejaron volver. Retrata bien ese período el hermoso poema “Vientos del pueblo”, en homenaje a Miguel Hernández.
Seguramente, el espíritu revisionista de su mirada histórica podría resumirse con ese elegíaco “Llanto por el Chacho”, enmarcada en aquella emblemática obra integral dedicada al caudillo del federalismo, aunque es imposible obviar sus incendiarias coplas políticas, desde “El pájaro revolucionario” (“Si hasta los pájaros en América latina se hacen revolucionarios”, cantaba) hasta la “Milonga del fusilado” (no me pregunten quién soy/ni si me habían conocido/los sueños que había querido/crecerán aunque no estoy/ya no vivo pero voy/en lo que andaba buscando/y otros que siguen peleando/verán nacer otras rosas/que en el nombre de esas cosas/todos me estarán nombrando”), pasando por otra patriada federal con clima de fogón: “La vuelta del montonero” (“pa’los amigos la mano/pa’los otros el cuchillo”). Estas últimas canciones, así como también los “Fragmentos de Martín Fierro”, “Quién me enseñó” (de José Larralde) están incluidas en el volumen 4 de esta colección.
Y esta colección incluye también esas que se piden en las rondas guitarreras, esas que sepamos todos, como “La López Pereyra”, “Zamba de mi esperanza”, “Zamba por vos” y “Paisaje de Catamarca”, entre otras. Parecería que Cafrune lo cantó todo. Y lo hizo en un período relativamente corto (entre 1960 y 1976). Hoy, si viviera, tendría 64 años.

 

La mejoría de Vianna

El músico brasileño Herbert Vianna, líder de Paralamas, sabrá recién dentro de un año si podrá volver a caminar, según le comunicaron los médicos que lo atienden desde el terrible accidente de avión en que estuvo a punto de perder la vida y murió su esposa. El músico tiene una grave lesión en la duodécima vértebra, que ha eliminado por completo la capacidad motora de sus piernas. El neurocirujano Paulo Niemeyer, que integra el equipo que lo cuida, fue tajante cuando se le preguntó ayer si pueden esperarse novedades a corto plazo. “Está paralítico y lo estará durante por lo menos un año, pero nadie puede afirmar que esa condición será definitiva”, afirmó. El médico explicó que Vianna ya está en condiciones de recibir el alta y continuar la recuperación en su casa, lo que sólo ocurrirá dentro de una semana, ya que la parálisis obligará a su familia a realizar una serie de reformas en la residencia. “Está lúcido, conversa con sus familiares y los reconoce, pero no recuerda nada del accidente porque todavía está afectado por una amnesia postraumática”, agregó. Vianna no ha preguntado por su esposa, es decir que no sabe que murió. El médico dijo que confía en que Vianna podrá seguir dedicado a la música, ya que “todo indica que los daños cerebrales han sido menores y desaparecerían por completo en un plazo relativamente corto”.

 

Coplas del payador *

No sé si mi canto es lindo
o si saldrá medio triste
nunca fui zorzal ni existe
plumaje más ordinario
yo soy pájaro corsario
que no conoce el alpiste.

Vuelo porque no me arrastro
el arrastrarse es la ruina,
anido en árbol de espina
lo mesmo que en cordillera,
sin escuchar las zonceras
del que vuela a lo gallina.
No me arrimo así nomás
a los jardines floridos,
sin querer vivo advertido
pa’no pisar el palito,
hay pájaros que solitos
se entrampan por presumidos.

Aunque mucho he traqueteado
no me engrilla la prudencia
es una falsa experiencia
vivir temblándole a todo
cada cual tiene su modo,
la rebelión es mi ciencia.

 

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