Por Alfredo Zaiat
Un colaborador se lo comentó
cuando escuchó quiénes integrarán el equipo que ha
de acompañar a Ricardo López Murphy. Carlos Winograd se
mostró sorprendido. Al otro día, el secretario de Defensa
de la Competencia le expuso con prudencia esa inquietud al futuro secretario
de Hacienda, Daniel Artana, quien se comprometió a transmitir el
asunto al flamante ministro de Economía. Su nuevo jefe todavía
no dijo nada. La preocupación de Winograd y su gente no era despreciable.
En el área a su cargo se está investigando uno de los principales
casos de prácticas oligopólicas y de cartelización
de mercado ejercido por empresas líderes en Argentina. Y aquí
viene el problema para López Murphy. Una de las compañías
bajo sospecha es Loma Negra, de Amalita Lacroze de Fortabat, cuyo vicepresidente
ejecutivo es, hasta la jura de mañana a las 11 como secretario
de la Producción, Víctor Savanti. Loma Negra es también
una de las empresas que patrocina a FIEL. La cuestión es todavía
un poco más compleja para el ministro, puesto que el designado
titular de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, Santiago
Urbiztondo, será quien tendrá que continuar con esa investigación.
Urbiztondo es uno de los principales economistas de FIEL, y Savanti, además
de ejecutivo de Loma Negra, es vicepresidente del Consejo Directivo de
esa Fundación.
Hace menos de dos años esa comisión, que en ese momento
dependía del secretario de Industria, por entonces Alieto Guadagni,
inició esa investigación cuando ni Savanti ni Urbiztondo
pensaban que iban a participar juntos en un equipo económico de
López Murphy. A partir de una denuncia realizada por un importante
ejecutivo de Loma Negra, las autoridades de control empezaron a analizar
la existencia de un pacto secreto entre la empresa de Fortabat y las otras
cementeras para definir los precios del principal insumo de la construcción.
En ese acuerdo también se establece la participación de
mercado que tiene cada una de las compañías. O sea, cuánto
venderán y a qué precios. Se trata de un mercado que factura
poco más de 1000 millones de dólares anuales, y las firmas
en conjunto obtienen ganancias superiores a los 100 millones de dólares.
Savanti no podía desconocer esas prácticas que los libros
de economía denominan cartelización, que tienen como objetivo
encarecer el producto generando ganancias extraordinarias para las empresas
a costa de los consumidores, además de impedir el ingreso de nuevos
competidores al mercado. Como se sabe, esas prácticas están
penadas por ley, la de Defensa de la Competencia, conocida como Ley Antimonopolios,
que prevé sanciones con multas millonarias y prisión de
hasta seis años a los directores y gerentes de empresas que hagan
acuerdos con competidores para distribuirse mercados, zonas o clientelas.
El ejecutivo de Loma Negra que levantó la tapa de esa olla era
uno de los participantes de la Mesa de Acuerdos de las cementeras. Se
convirtió en un arrepentido luego de abandonar la empresa. Escribió
un libro, documentado con innumerables minutas, actas de reuniones y memoranda
increíbles de ese pacto de las cementeras, ejemplar que llegó
a las manos de Savanti. Este le envió una carta documento, contó
el arrepentido, recordándole el acuerdo de confidencialidad que
le impedía difundir secretos de la firma de Fortabat, revelados
en documentos copiados y archivados por años por el ejecutivo.
Entonces, el informante dejó trascender el pacto para luego desaparecer
al sufrir intimidaciones y amenazas.
La Comisión de Defensa de la Competencia inició la investigación
de oficio instruyendo varios allanamientos en las cementeras y también
en el Instituto de Cemento Portland Argentino, una de las sedes de la
Mesa de Acuerdos. En la documentación a la que accedió en
parte Página/12 y que está en poder de esa repartición
pública que quedará ahora bajo el mando del hombre FIEL
Urbiztondo, se destaca la que se firmó a fines de julio de1981,
que aparece como el acta fundacional del pacto de las cementeras para
manejar el mercado a su antojo. El acta muestra que las cinco compañías
originales se habrían puesto de acuerdo en la forma de repartirse
el mercado de cemento: 48,65 por ciento de las ventas para Loma Negra;
15,40 para Corcemar; 14,90 para Minetti; 10,65 para Cía. Argentina
de Cemento Portland (luego Cemento San Martín) y 10,40 por ciento
para Cemento Avellaneda. Esos porcentajes se mantuvieron en los papeles
sin variantes hasta que el 24 de abril de 1991, según consta en
una de las actas que posee la Comisión, se fijaron nuevos porcentajes
de distribución, incorporando al pacto a Petroquímica Comodoro
Rivadavia. Esta empresa se resistió al principio a participar,
pero la presión ejercida por las otras firmas sobre
su área de influencia (la Patagonia) habría terminado por
doblegarla.
Además de la distribución de cuotas de mercado y de fijación
de precios, la Comisión que manejará Urbiztondo posee documentación
que delata que las cementeras acordaban presentaciones de ofertas con
sobreprecios en las licitaciones públicas, turnándose en
las adjudicaciones. La investigación también avanzó
sobre la importación de cemento, que por las características
del producto sólo puede ser rentable traerlo desde Uruguay o desde
la frontera de Brasil. Siempre según la denuncia, en la Mesa de
Acuerdos se definió que Corcemar se quedaría con la importación
desde Brasil y Cemento Avellaneda con la de Uruguay, decidiendo en una
reunión del 22 de mayo de 1997 incluir el cemento importado dentro
de las cuotas de reparto establecidas para cada una de las firmas y pactando
que el precio sería igual al cemento nacional.
La primera reacción de los hombres de FIEL fue la de sostener que
lo que está investigando la comisión es el comportamiento
de empresas y no a las personas. El único detalle no incluido en
ese argumento es que Loma Negra es la líder del mercado investigado
por prácticas de cartelización, acuerdos que están
penados por ley. Y, no menos importante, que Savanti ha sido vicepresidente
de Loma Negra por más de ocho años, período en el
que se desarrolló ese pacto del cemento.
Esa incómoda situación de Savanti no es desconocida en el
Gobierno. José Luis Machinea lo tenía como principal candidato
a ocupar la titularidad de la AFIP. Machinea tiene una estrecha relación
de amistad con Savanti, quien fue uno de los principales aportantes de
FADE, fundación en la que trabajó durante casi dos años
el ahora ex equipo económico antes de saltar al Palacio de Hacienda.
Pese a ese cercano vínculo, Machinea, finalmente, descartó
la candidatura de Savanti.
Radical de lo más
FIEL
Víctor Savanti, de 68 años, casado y con seis hijos,
hizo su carrera en IBM: trabajó 33 años en esa compañía,
hasta su retiro a fines de 1992, siendo presidente de la filial
argentina. Un año después, la empresa estadounidense
firmó el contrato para informatizar el Banco Nación,
conocido como Proyecto Centenario, que terminó en el mayor
escándalo de coimas conocido hasta el momento durante el
período menemista. Desde que se fue de IBM es vicepresidente
ejecutivo de la cementera Loma Negra, de Amalita Lacroze de Fortabat,
embajadora itinerante designada por el presidente Carlos Menem,
título revalidado por Fernando de la Rúa, y presidenta
del Fondo Nacional de las Artes. Desde hace 16 años Savanti
ocupa cargos ejecutivos en el Consejo Directivo de FIEL, detentando
en la actualidad el de vicepresidente. Pese al origen liberal de
la fundación, Savanti se define como radical de toda
la vida. Savanti también iba a integrar el consejo
de asesores del presidente De la Rúa, experimento impulsado
por Fernando de Santibañes, que fracasó antes de ser
lanzado.
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