Unas quinientas mil mujeres, libres por una noche del yugo masculino,
se hicieron dueñas y perfumaron por unas horas la ciudad de Bogotá,
como respuesta a una iniciativa del controvertido alcalde local, Antanas
Mockus, quien propició el libre albedrío femenino para bajar,
al menos por un rato, los índices de violencia urbanos. Vete
a lavar los platos y a cuidar los niños, esa voz clásica
de la verba machista, esta vez se posó sobre delicados labios femeninos
que dejaron escapar la frase con el mismo tono de desprecio que utilizan
los hombres. Blanco del reproche fueron los presuntuosos machos que rompieron
la veda voluntaria y salieron al ruedo callejero enarbolando su dudosa
condición de irreemplazables: Qué podrían hacer
ellas sin nuestra compañía, dijeron, presumidos. Las
chicas más audaces corrieron a los intrusos echándoles agua,
harina, abucheándolos o dándoles amorosos pellizcos en las
nalgas.
Vete a dormir. Los hombres a la cama, fue el rugido que cruzó
las calles, las discotecas que habían convocado sólo a las
féminas, los restaurantes, los bares y todos los paseos céntricos
arrollados por una multitud de labios pintados, faldas, tacos y jeans
pegados al cuerpo. La medida dispuesta por Mockus, tan poco seria como
muchas de las actitudes de este alcalde que alguna vez mostró su
trasero durante una charla con estudiantes, provocó una interminable
polémica, que involucró a muchos intelectuales de renombre,
mujeres y hombres.
Desde un editorial periodístico firmado por un hombre, La
Noche de las Mujeres, como la denominó Mockus, fue calificada
de comportamiento autoritario y hasta se imaginaron medidas
futuras desagradables como el día sin baño o
escandalosas como el día desnudo. Desde Nueva York,
varias mujeres premiadas por las Naciones Unidas coincidieron en que Mockus
está poniendo en el campo de la frivolidad problemas muy
serios, como el de la violencia contra la mujer.
De ese modo recordaron que Bogotá viene soportando, en el último
lustro, un clima de inseguridad y de violencia, en sus calles y en la
intimidad del hogar. En cinco años hubo 21.284 muertes violentas,
entre ellas las de 18.496 hombres. El otro dato atroz devela la oscura
cifra de la violencia familiar: el 40 por ciento de las mujeres han sido
golpeadas por sus esposos o sus novios en el último año.
¿Mi marido? ¡Lo até en la cama para que se quede
en casa!, gritó desafiante Betty, una de las más virulentas
entre las de su sexo. Sus palabras fueron subrayadas con aplausos por
un grupo de mujeres que la rodeaba mirándola como a una triunfadora.
El hombre no es nuestro enemigo, pero queremos demostrar que nosotras
somos menos agresivas, opinaron dos madres todavía jóvenes,
Lía y Gloria, acompañadas por sus tres hijas adolescentes,
Derni, Diana y Paula.
Colombia es un país machista, la infidelidad es sólo
perdonada a los hombres, pero los perdonamos porque los necesitamos,
reconoció Irma, psicóloga de profesión. Irma, junto
con sus amigas Adriana y Cristina, salieron a recorrer la noche en bicicleta,
una de las modalidades elegidas para manifestar, por los alrededores de
la Plaza 93, engalanada para el uso exclusivo de las mujeres.
El acoso hacia los hombres, sólo para echarlos, fue permanente
y el abucheo, los chillidos y las frases hirientes se reprodujeron en
cada momento, desde el simbólico toque de queda que se inició
a las 19.30 del viernes y se extendió hasta la madrugada del sábado.
Grupos de mujeres, en piquetes, interceptaban a los varones noctámbulos
clandestinos y les pedían salvoconductos que justificaran su presencia.
Un periodista de France Presse, que cubría la nota, recibió
una seguidilla de pellizcos en las nalgas sólo por haber osado
salir a la calle.
El mozo de un restaurante, que había convocado a las chicas, pasó
el control luego de escuchar algunas frases mordaces. En el local, convidó
con vino chileno a las clientas, que lo hicieron bailar y hacer piruetas,
para gozarlo un poco. El fracaso acompañó la contraorden
lanzada por un club de salsa que abrió sus puertas invitando a
parejas, con el anzuelo deuna tarifa especial, y el desafío de
Bruno Díaz, consejero municipal, que anunció que saldría
a la calle para gozar con 300 novias. La noche sirvió
para comprobar que fue un fallido Batman. Ni Robin lo acompañó.
Como cierre, Mockus anunció que fue una noche tranquila: sólo
hubo dos muertos y ambos fueron hombres.
DISCUSION
DE MINISTROS POR ENCUESTAS DE CRIMEN
La polémica de los asesinatos
El ministro del Interior Federico
Storani aseguró que un trabajo estadístico demuestra que
el año pasado hubo una leve disminución del delito
en el ámbito de la Capital Federal, cuya situación general
es mejor si se la compara con la provincia de Buenos Aires.
La única precisión que dio Storani fue decir que en el 2000
hubo 147 homicidios en la Capital Federal, lo que significa
una disminución de 30 homicidios, que no es poca cosa,
comparando las cifras con las de 1999. Sin embargo, el ministro de Justicia
bonaerense Jorge Casanovas afirmó exactamente lo contrario. Sostuvo
que la Capital Federal triplica los delitos cometidos en el
distrito bonaerense.
Cada cien mil habitantes de la Capital Federal, hubo un promedio
de seis mil delitos, aseguró Casanovas, quien agregó
que esas cifras triplican los hechos ocurridos en la provincia.
En lo único en que coincidieron los dos funcionarios es en el crecimiento
de los delitos cometidos por jóvenes. Storani informó que
la gente que delinque es más joven, que lo hace con mayor
violencia y que las poblaciones carcelarias tienen gente más joven
también.
Casanovas comentó por su parte que la delincuencia está
subiendo en violencia y en los delitos cometidos por menores, que
son los más peligrosos, los que más se drogan y la droga
acá corre como si se tratara de agua mineral. A su turno,
Storani anticipó que los resultados del trabajo estadístico
serán dados a conocer en las próximas horas. El trabajo
se hizo sobre 16 mil casos, donde se fue a las fuentes, a las víctimas,
sin limitarse a los datos que suministran las comisarías.
Sobre el tema de las drogas, Casanovas admitió que no hay
campañas que tiendan a reeducar a la gente, a explicarles a los
chicos el daño que les hace. El ministro bonaerense cuestionó
que, en ese marco, se alcen las voces de altos funcionarios
que están diciendo que hay que liberalizar la droga.
A pesar de sus diferencias públicas con Storani, aclaró
que están trabajando en conjunto con el gobierno nacional para
la firma de un convenio que sirva para sacarle las armas a los delincuentes.
Después insistió en la derogación de la llamada ley
del dos por uno.
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