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EL FMI OBJETO EL CRECIENTE DEFICIT DE LA PROVINCIA QUE GOBIERNA RUCKAUF
El ajuste fiscal empieza por Buenos Aires

Un duro informe del Fondo señala a la provincia que necesita �un significativo ajuste fiscal� por el desborde de sus cuentas y pide �una firme negativa del Gobierno central a brindarle cualquier tipo de ayuda�.

Por Cledis Candelaresi

En un extenso documento que analiza la perspectiva de la economía argentina post-blindaje, el Fondo Monetario Internacional objeta el desempeño fiscal de la provincia de Buenos Aires y recomienda al Gobierno central arbitrar los medios para obligarla a realizar un drástico ajuste. “Es conveniente pedirle a Buenos Aires que haga un gran esfuerzo para contener su gasto, que se ha incrementado en los últimos años”, es una de las varias instrucciones impartidas por el staff del FMI. La crítica visión del organismo presidido por Horst Koehler hurga en la herida que abrieron en el equipo de Carlos Ruckauf un reciente artículo de Business Week y un informe de Standard & Poor’s, en los que también se alerta sobre el riesgo de que la provincia más grande del país estalle asfixiada por su alta deuda y gasto crecientes.
El análisis fondomonetarista fue elevado al Executive Board a mediados de diciembre y actualizado en la primera semana de enero, y tuvo por objeto revisar las metas macroeconómicas que la Argentina se había comprometido a cumplir frente a ese organismo. El tono general del documento es de aval a las políticas instrumentadas por el gobierno de Fernando de la Rúa y al multimillonario auxilio financiero conseguido por la administración delarruista. Pero los técnicos dirigidos por Claudio Loser y Jesús Seade también advierten sobre algunos riesgos que subsistirán en la economía argentina, aun después de haber obtenido el blindaje.
Una de la principales amenazas divisadas por el FMI es el desborde del gasto provincial, en particular de Buenos Aires. Los analistas del Fondo alaban el pacto fiscal, por el cual el Gobierno central intenta comprometer al interior en un plan de ajuste, pero condicionan expresamente el éxito de esta iniciativa a que el Estado gobernado por Ruckauf haga una racionalización drástica. Se trata de una de las tres explícitas alusiones a la economía bonaerense contenidas en el trabajo, y que a continuación se sintetizan:
u Buenos Aires no hizo el ajuste que sí están intentando otras administraciones del interior. A los ojos del Fondo, la situación global de las provincias mejoró, ya que su déficit consolidado declinó del 1,6 por ciento del PBI en 1999 al 1,2 por ciento en el 2000, y podría retroceder al 1 por ciento en el año en curso. “La reducción del déficit fue realizada por las diez pequeñas y altamente endeudadas provincias... El progreso en la consolidación fiscal también fue realizado por las más grandes, con excepción de la provincia de Buenos Aires, cuyo déficit pasó de representar el 46 por ciento en 1999 al 57 por ciento” de la brecha fiscal consolidada, acusa el staff en la página 9 de ese trabajo.
u Buenos Aires fue empeorando su situación financiera y enfrentará serios problemas para conseguir recursos en el mercado. El informe también describe un cuadro financiero crítico a enfrentar por el ministro de Economía, Jorge Sar-ghini, recordando que la provincia “fue una de las que disfrutó del acceso al mercado internacional en la primera mitad del 2000, pero eso le fue denegado en la última parte del año, lo que subraya la necesidad de un significativo ajuste fiscal”, insiste el FMI. A juicio de la entidad multilateral, la gestión de Ruckauf debe resolver el dilema de haber malogrado la posibilidad de conseguir préstamos del exterior, en el momento que más necesita de esa asistencia crediticia. “Debido a la creciente necesidad de financiamiento, que superará los 2 mil millones en el año 2001, y a una baja de calificación en su deuda, es probable que Buenos Aires tenga que enfrentar una fuerte disciplina de mercado”, advierte el documento. En otros términos, Buenos Aires no podrá conseguir nuevos préstamos o éstos le resultarán excesivamente caros.
u Buenos Aires debe hacer su ajuste, forzada por la Nación, el BID y el Banco Mundial. El propio FMI admite que, para que el blindaje sea realmente eficaz, el Gobierno debe recuperar la confianza interna y externa y recomienda para ello que “el Gobierno utilice todos los medios a su alcance para racionalizar el gasto”. Pero esta consigna general es también extensiva a las provincias, en particular a la más rica y poblada.
“La estricta adherencia de las provincias, en particular la de Buenos Aires, a los compromisos asumidos bajo el pacto fiscal será esencial para consolidar el déficit público”, alerta el documento. Esa “estricta adherencia” de Buenos Aires –continúan los técnicos– podría ser promovida por las restricciones del mercado, “una firme negativa del Gobierno central a brindarle cualquier tipo de ayuda, y un fuerte condicionamiento en los préstamos del BID y del Banco Mundial”.
Por efecto de esa presión combinada, el gobernador justicialista se vería jaqueado y no podría ni soñar con un eventual incremento del gasto público en este año electoral. Si el pronóstico del Fondo es certero y sus propuestas tomadas a pie juntillas, Buenos Aires no conseguirá un peso de préstamo de ningún banco ni del Tesoro, salvo que sea para financiar despidos o una reestructuración del plantel público.
Las recomendaciones del FMI amagan caer en terreno fértil. El secretario de Hacienda y hombre fuerte del equipo, Daniel Artana, es uno de los máximos defensores de aplicar un ajuste a rajatabla en las provincias. Su convicción tiene el respaldo académico de la Fundación de Investigaciones Latinoamericanas, actual usina de funcionarios de Economía.

Por Alfredo Bravo, Héctor Polino, Jorge Rivas y Oscar González*

Carta Abierta al Presidente De la Rúa

Señor Presidente:
Distraemos parte del tiempo que usted destina a meditar sobre sus decisiones de gobierno para hacerle llegar nuestras inquietudes sobre la situación del mercado. Claro está que, como diputados socialistas formados en la lucha por la justicia social y los derechos humanos, no nos referiremos a ese mercado susceptible que reacciona histéricamente cada vez que cree ver amenazadas sus insostenibles prebendas, sino al mercado sufrido: ese que conforman cada vez menos hombres y mujeres y que a él concurren en condición de productores y consumidores.
En octubre de 1999, la ciudadanía hizo suya la propuesta de la Alianza y lo eligió a usted como Presidente de la Nación. A poco de asumir, usted comenzó a tomar medidas que lo alejaban cada vez más del contrato político que los aliancistas habíamos suscripto con la sociedad. Por eso, los diputados socialistas decidimos apartarnos de la coalición que con tantas expectativas y esfuerzos habíamos contribuido a construir.
En sus quince meses de gestión, usted arrió las banderas aliancistas y sólo ofreció como respuesta a las demandas populares un pálido intento por reactivar la economía a través del anunciado pero nunca concretado Plan de Infraestructura que generaría un mínimo aunque no despreciable número de puestos de trabajo.
Ahora, usted acaba de designar una nueva conducción económica encabezada por Ricardo López Murphy, cuyas metas no sólo son ajenas a las iniciales propuestas aliancistas, sino antagónicas con el pensamiento de las mayorías radicales y frepasistas y –por supuesto– con el del socialismo en su conjunto.
Es de su conocimiento que la política de exclusión social aplicada durante los 90 expulsó del mercado interno a millones de trabajadores y a sus respectivas familias; que estas expulsiones disminuyeron la demanda; que la restricción de la demanda generó un sobrante de productores devenidos en nuevos expulsados que generaron más recesión.
No deberíamos recordarle lo que usted sabe. Pero nos vemos obligados a hacerlo tras su decisión de designar en la conducción económica a activos militantes de la ortodoxia neoliberal que, con prisa pero sin pausa, se han dedicado a destruir el andamiaje productivo de nuestro país y su mercado interno desde que el luctuoso 2 de abril de 1976 asumiera como ministro de la dictadura el tristemente célebre José Alfredo Martínez de Hoz.
Por eso, la etapa económica que se inicia se parece a una remake del terrorífico film El regreso de los muertos vivos, cuyo guión ignora las urgencias de la economía real y adjudica a las primeras figuras el rol de aniquiladores de la producción y el consumo.
En esta línea argumental, la nueva versión del film se inicia con la desjerarquización de las Secretarías de Industria y de Agricultura, Ganadería y Pesca, en adelante subsumidas en una Secretaría de la Producción a cargo de Víctor Savanti, un representante de la economía concentrada, aquella cuya suerte está al margen del destino del mercado interno y que, por lo tanto, se desentiende de él.
Mientras tanto, Daniel Artana se apresta desde la Secretaría de Hacienda, a lograr el equilibrio fiscal; es decir, a conseguir que el Estado gaste sólo lo que recauda o menos aún.
La consigna es añeja y le recordará a usted, Señor Presidente, sus años de joven colaborador del gobierno de Arturo Illia. Por entonces, quienes luego lo derrocarían, le reclamaban a su ilustre predecesor que disminuyera el gasto público. El gobierno de facto surgido del golpe de 1966 se propuso ese objetivo y, para lograrlo, dispuso –entre otras cosas– cerrar ramales y talleres ferroviarios. La medida sólo sirvió para afectar a economías que se desarrollaban a la vera de las vías del tren y,con ello, comenzó a revertir el proceso de crecimiento que hasta entonces se verificaba en el mercado interno.
Desde aquellas épocas, los argentinos conocemos los logros de los equilibradores fiscales que como Artana mezquinan recursos estatales que el desarrollo económico requiere (¿Chau, Plan de Infraestructura?), al tiempo que intentan recaudar más gravando el consumo popular (ya trascendió la iniciativa de extender el IVA a actividades aún no gravadas) y, por ende, reduciendo el poder adquisitivo de los más humildes y apartándolos del mercado.
El tercer rol estelar de la nueva película está reservado para Manuel Solanet, quien casualmente se iniciara en la función pública como asistente del ministro del onganiato Adalbert Kriegqer Vasena; es decir, poco después que el joven De la Rúa abandonara su escritorio de Balcarce 50 obligado por la asonada militar.
Desde la Secretaría de Reforma Administrativa –denominación que, de por sí, crea pánico– Solanet se dispone a reducir el plantel de empleados públicos. Para ello, cuenta con una guadaña de hoja lo suficientemente larga como para alcanzar a las jurisdicciones provinciales y hasta municipales. Según el libreto, el nuevo secretario deberá de entrada eliminar unos 88 mil cargos de la administración nacional para que el fisco ahorre 3500 millones de pesos anuales. Dicho de otro modo, arrojar a la desocupación a 88 mil personas que junto a sus familiares a cargo dejarán de concurrir al mercado.
Todo esto es demasiado duro e impopular como para no aguardar reacciones sociales. López Murphy, Savanti, Artana, Solanet y sus lenguaraces lo saben. Por eso, reclaman que los políticos se abstengan de actuar como tales y les allanen el camino. Está claro, medidas como las que ellos auspician sólo pueden concretarse neutralizando a la Política; fue así como las impusieron durante las pasadas dictaduras y durante la hegemonía de un menemismo respaldado en circunstancias históricas irrepetibles que posibilitaron la farandulización y el gerenciamiento de la actividad pública. Ni una ni otra alternativa se da en los momentos en que a usted le toca gobernar. No espere, entonces, que el rumbo que ha comenzado a transitar con su nuevo equipo económico lo conduzca a buen puerto. El mercado real –es decir, los millones de hombres y mujeres que producen y consumen y los que aspiran a producir y a consumir– se lo impedirá.
Sin más, saludamos a usted.

* Diputados Nacionales, Partido Socialista Democrático.

 

�¿Quieren que cerremos comedores?�

“¿Quieren que cerremos los comedores escolares o que echemos empleados públicos? Después, ustedes tendrán que enfrentar a la gente en Plaza de Mayo”. El desafío fue lanzado por un alto funcionario bonaerense a otro nacional, antes de que José Luis Machinea dejara su puesto. El crítico estado de las cuentas bonaerenses es tema de agendas oficiales en las últimas semanas, en particular desde que un diario capitalino reprodujo un crítico informe de Business Week.
Los juicios del FMI podrían considerarse el tercer apretón fuerte desde los EE.UU. sobre la principal provincia gobernada por la oposición. En un artículo publicado a fines de enero, la revista norteamericana aludió a la indisciplina fiscal de las provincias, “en particular de las más grandes” y consideró una amenaza para el equilibrio de las cuentas nacionales la situación de Buenos Aires. “Si las provincias van a quebrar el acuerdo de congelar el gasto suscripto a fin de año con la Nación, es probable que el que empiece sea el gobernador de Buenos Aires, Carlos Ruckauf”, sentenció la publicación.
Nuestra deuda “representa sólo el 3 por ciento del endeudamiento total argentino, pero aporta el 13 por ciento de los recursos”, se defendió el ministro de Economía, Jorge Sarghini, en un comunicado. “En su primer año de gobierno los gastos primarios se redujeron en 5 por ciento, unos 500 millones de dólares”, continuaba el texto.
Días después, Standard & Poor’s caldeó más el clima bajando la calificación de los títulos de deuda bonaerense que vencen en febrero de 2004. La calificadora pronosticó una disminución “lenta, pero continua de los déficit operativo y fiscal a lo largo de este año”, pero degradó los bonos en el “deterioro en las finanzas de la provincia durante los últimos tres años y su déficit fiscal que en el 2000 es significativamente superior a lo anticipado”.
El miércoles, en una reunión con sus pares del PJ Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota, Ruckauf redobló su resistencia a un ajuste, esta vez pensando en algún recorte generalizado que fuera a impulsar el nuevo ministro de Economía, Ricardo López Murphy. “No hay margen para tolerarlo”, sentenció el mandatario justicialista.

 

 

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