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EL GOBIERNO NUNCA RESPONDIO A UN PEDIDO DEL SENADOR AMERICANO
Un muro de silencio para Levin

A mediados del año pasado, el subcomité del Senado de EE.UU. que investiga el lavado de dinero pidió información al Gobierno argentino. Nunca recibieron siquiera una negativa.

Por Susana Viau

Asesores de Carl Levin solicitaron información al Gobierno argentino, pero éste nunca respondió a la solicitud enviada por escrito. El pedido fue efectuado a mediados del año pasado, cuando el subcomité del Senado recibió los primeros datos sobre las operaciones realizadas entre el Banco República, el Federal Bank y el Citibank de Nueva York. El embajador argentino sólo tomó contacto con el subcomité luego de la publicación del preinforme, el 5 de febrero pasado.
Luego de recibir el dossier que Gustavo Gutiérrez, Elisa Carrió y Luis Balaguer habían confeccionado detallando sus presunciones sobre la extraña operatoria del Banco República con una offshore (el Federal Bank) y un gran banco norteamericano (el Citibank de Nueva York), Robert “Bob” Roach, mano derecha de Linda Gustitus, a su vez jefa de asesores del senador demócrata Carl Levin, envió una nota al embajador en Washington, Guillermo González, pidiéndole que le remitiera documentación sobre la normativa bancaria argentina. Gustitus y Roach necesitaban verificar la autenticidad de las regulaciones a las que aludía el dossier y que, según éste, habían sido violadas por las maniobras de triangulación llevadas a cabo por las entidades investigadas. Roach adjuntó, asimismo, un listado de quince preguntas referidas al tema. Pasaron casi ocho meses sin que, ni por intermedio del embajador González ni por ninguna otra vía, el subcomité recibiera respuesta.
Tarde, pero seguro
El interés de la embajada argentina despertó súbitamente al hacerse público el preinforme que adelantaba algunas de las principales conclusiones y el calendario de audiencias. El caso argentino había escalado posiciones en la consideración del subcomité, que acabó dedicando una jornada entera al tema del Federal Bank, del Mercado Abierto Bank y al caso IBM-Banco Nación. Así lo relató el propio Roach en una de las últimas reuniones mantenidas con el diputado Gustavo Gutiérrez y el contador mendocino Luis Balaguer. “Desde ese momento –bromeó Roach–, el embajador se convirtió en mi mejor amigo. Me llamaba todos los días para saber si precisábamos algo.” Lo cierto es que ni aun entonces llegó la legislación en materia financiera ni la contestación al listado de preguntas. En cualquier caso, ya era tarde.
Al darse a conocer el informe final y la decisión del subcomité de entregar la documentación recogida a lo largo de la investigación a los diputados Carrió y Gutiérrez, el Gobierno argentino pidió acceder al contenido de las famosas 25 cajas. También lo hicieron los fiscales federales Paulo Stark y Jorge Dahl Rocha, quienes habían viajado para asistir a las audiencias, uno en calidad de investigador del caso Banco República y el otro en la causa de Mercado Abierto, la financiera propiedad de Aldo Ducler involucrada en el lavado de dinero del cartel de Juárez. Hasta Diego Guelar, ex representante diplomático del menemismo en Washington y actual jefe de ceremonial del gobernador bonaerense Carlos Ruckauf, revoloteó alrededor de la subcomisión y accedió a uno de los asientos durante el caldeado interrogatorio a los directivos del Citibank. Al despejarse la espuma levantada por esa fase de la investigación, se supo que la escapada de Guelar había provocado un serio disgusto al gobernador, ante quien habría caído en desgracia. En el distrito, muchos se devanaban los sesos tratando de adivinar cuál era la razón de la audaz aparición de Guelar en ese escenario. Hubo quienes prefirieron remitirse a los hechos concretos y relacionarla con la antigua sociedad que su familia, propietaria del caído Banco del Oeste, todavía en litigio, tuvo con el Citicorp; otros prefirieron hilar más fino y conjeturar que la incursión de Guelar podía haber sido inspirada por el nerviosismo que el tema provocaba a sus amigos, banqueros ligados al CEI.
Lo cierto es que la tardía lluvia de reclamos abrió la sospecha de que el interés no estuviera dirigido al meollo de la investigación –lasoperaciones de presunto lavado– sino a los nombres de los eventuales titulares de cuentas y depositantes de esas operaciones, nombres que, por cierto, prometían desatar un escándalo político de proporciones. El tira y afloje por los papeles alarmó a los senadores norteamericanos, que echaron para atrás el proyecto de hacer viajar las cajas junto a uno de los asesores de Levin para que, en la primera semana de marzo, el emisario -Roach, con toda seguridad– las entregara en custodia a los diputados Gutiérrez y Carrió. Ahora será el Departamento de Estado el que resuelva quién se convertirá en feliz destinatario del secreto. Las expectativas de los que esperan ansiosos el inicio de la investigación parlamentaria, y los que rezan para que ésta no comience nunca, están cifradas ahora en saber con qué material cuentan los diputados para poner manos a la obra.

 

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