Por
Raúl Kollmann
El
dramático robo de la camioneta 4x4 y la muerte del estanciero Roberto
Zavaleta y dos ladrones se inscribe en lo que está pasando, principalmente
en la provincia de Buenos Aires, con la gigantesca industria del robo
de autos y camionetas. El modus operandi en el caso de las camionetas
de lujo es el siguiente: cada vehículo a sustraer ya está
fijado por pedido desde Paraguay, es de un año y modelo determinado
por un cliente del vecino país. Los robos se producen
en torno de las 21 o 22 horas, sobre todo los viernes a la noche o los
sábados. A quienes van dentro del vehículo se los mantiene
secuestrados para demorar por dos o tres horas la denuncia, así
se gana tiempo para que los delincuentes puedan sacar la camioneta de
la provincia de Buenos Aires. En la mañana siguiente al robo, el
vehículo ya está en la frontera, donde suele haber arreglos
con funcionarios de la Aduana y con quienes cuidan los llamados pasos
secos hacia el país vecino. Al mediodía el auto llegó
a Paraguay. Allí se cambia por dinero -aproximadamente el 20 por
ciento del valor real o sigue viaje a Bolivia donde hay un trueque
por droga. Y en toda esta gigantesca maniobra, los protagonistas principales
no son los dos paraguayos que robaron la camioneta, sino la mafia de automotores
en la que habría complicidad -cuando no protagonismo de hombres
de la Policía Bonaerense, policías provinciales, funcionarios
aduaneros y gendarmes. Así se lo contaron a Página/12 fuentes
policiales y judiciales.
No es casualidad que uno de los delincuentes muertos, Pablo Gómez
López, haya llegado al país el 6 de marzo, cuatro días
antes del robo. Seguramente fue él quien trajo el pedido.
Era el enviado desde Paraguay, donde vivía, para hacer la operación.
Anoche su cuerpo a diferencia del de su cómplice Carlos Fretes
no había sido reclamado por nadie justamente porque su actividad
estaba centrada en el país vecino.
Toda la metodología viene siendo analizada desde hace tiempo por
distintos fiscales del Gran Buenos Aires. Es más, una fuente policial
le describió a Página/12, con lujo de detalles, la forma
en la que actúa la mafia del robo de autos.
El pedido ya establece
qué tipo de auto, año y modelo se va a robar.
El asalto se produce el viernes
o el sábado a la noche porque al día siguiente, sábado
o domingo, hay menos respuesta y atención de la burocracia de las
fuerzas de seguridad. Las fronteras también son un colador durante
el fin de semana ya que pasan muchísimos turistas.
En general, retienen a los
propietarios del vehículo durante una hora. Por ejemplo, lo roban
en Lomas de Zamora y los dejan en Pacheco. Esto hace que la víctima
del atraco tenga que volver a Lomas la denuncia se hace donde se
produjo el robo y en general pasa primero por su casa y después
va a hacer la denuncia. Lo más probable es que se presente en la
comisaría después de las 12 de la noche: a esa hora, el
vehículo está cerca de Rosario, camino al Paraguay.
El paso por la frontera suele
hacerse por Clorinda, pero en realidad hay distintos puntos. Están
los llamados pasos secos, donde hay muy poca agua y se puede
cruzar al Paraguay.
Lo habitual es que ese sábado
o domingo, al mediodía, la camioneta esté en el vecino país.
Por un régimen insólito
que existe en Paraguay, los vehículos se suelen inscribir en forma
provisoria a nombre de la persona que la tiene en su poder.
Lo habitual es que la transacción
se haga por dinero. El comprador paga un 20 por ciento del
valor. En el caso de la Grand Cherokee, unos 10.000 dólares. De
ese dinero, tal vez los dos ladrones abatidos en el robo se hubieran llevado
2000. El resto queda para los jefes de la mafia, policías y funcionarios
coimeros que hayan mirado para otro lado.
Hay veces en que se hace el
viaje de vuelta trayendo algo: productos importados, armas o drogas. Esta
última suele venir de Bolivia, que es también uno de los
destinos finales de la camioneta.
Pero la mafia de los autos no se concentra únicamente en los vehículos
de lujo robados a pedido. Abarca también a modelos nacionales y
populares de los que faltan repuestos o en los que los repuestos son caros.
Algunos ejemplos son el Renault 19, los Falcon, los Fiat Palio y Siena.
Los delincuentes que roban esos coches los llevan a las llamadas cuevas,
donde el vehículo se corta, como le dicen al desarme.
Esas cuevas pagan unos 3000 pesos de coimas a funcionarios policiales
para que los dejen trabajar tranquilos. Tras cartón, los repuestos
van a parar a los desarmaderos, que es donde se venden. Cada desarmadero
paga unos 1000 pesos mensuales de coimas para que no los molesten con
inspecciones y preguntas. El supuesto control está a cargo de la
comisaría de la zona, la división Sustracción de
Automotores y la Unidad Regional, tres instancias de la Policía
Bonaerense con las que suelen convivir.
LOS
HOMBRES QUE ASALTARON A ZAVALETA Y MURIERON
Recién
llegados del Paraguay
Por
Horacio Cecchi
Los
dos delincuentes que protagonizaron el asalto que terminó con la
muerte del estanciero Roberto Zavaleta y la suya propia, en Llavallol,
eran de nacionalidad paraguaya. Sus nombres: Carlos Miguel Fretes, nacido
el 30 de marzo de 1970, y Pablo López González, el 26 de
enero del 63. González había ingresado al país
por un paso fronterizo de Misiones, el 6 de marzo pasado y tenía
permiso de permanencia durante 15 días. Fretes vivía en
Ingeniero Budge desde hace un año. Según fuentes judiciales,
ninguno tenía registro de antecedentes penales en el país.
Una versión de un amigo del estanciero Zavaleta señalaba
la participación de un tercer delincuente, pero fuentes de la investigación
desmintieron que existan pruebas en tal sentido. Según las hipótesis
más firmes, Fretes y López González formaban parte
de una organización dedicada al robo de automotores por encargo
desde Paraguay.
Carlos Miguel Fretes nació el 30 de marzo del 70. Pablo López
González, el 26 de enero del 63. Ambos en Paraguay. Según
confirmó una fuente de la investigación, López González
había ingresado al país por un paso fronterizo de Misiones,
el 6 de marzo pasado, y tenía permiso de permanencia durante 15
días. El dato surgió de una papeleta de ingreso debidamente
sellada por las autoridades fronterizas, que llevaba encima López
González al momento de su muerte. Por su parte, Fretes vivía
desde hace un año en el país, en una vivienda de Ingeniero
Budge, en el conurbano bonaerense.
Las 4x4 forman parte del espectro de autos caros y nuevos que se
roban no para cortarlos sino para su venta en Paraguay citó
una fuente judicial. Este tipo de robos es relativamente común.
Autos de este tipo suelen aparecer durante procedimientos en Clorinda
(ciudad de Formosa frente a Asunción), conducidos por choferes
que no son sus dueños, para ingresarlos a Paraguay. En estos casos,
se encarga el auto en Asunción y la organización contrata
un chofer, con registro y buena presencia, y por cuerda aparte a los encargados
de robarlo. En general, del robo no se entera nadie hasta que pasaron
varias horas y el auto ya salió de la jurisdicción. Los
tipos apuestan a que es un auto sin pedido de captura durante las primeras
horas, y calculan que en dos o tres horas ya salieron de la provincia
de Buenos Aires, y en 10 horas están en Asunción.
Por otro lado, un amigo de Zavaleta, Gerardo Rodríguez, aseguró
que había un tercer delincuente que fugó. Fuentes judiciales
afirmaron que los dos heridos (la mujer de Zavaleta y su amigo Rachis),
en su primer testimonio a la policía apenas concluido el episodio,
relataron que se trataba de dos asaltantes, declaración que confirma
un testigo llegado al lugar apenas 10 segundos después.
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