Después
de registrar durante los últimos meses avances impensados en Chile,
el proceso contra Augusto Pinochet comienza a sufrir sus primeros reveses.
Ninguno de ellos es decisivo, pero en conjunto están frenando el
impulso de los querellantes contra el ex dictador. Ayer el golpe vino
desde su propio enjuiciador, el juez Juan Guzmán, que concedió
la libertad condicional al ex dictador sin que la defensa siquiera lo
pidiese. La decisión parecía inevitable después de
que el viernes la Corte de Apelaciones de Santiago cambiara la acusación
contra Pinochet de autor intelectual a simple encubridor
de los crímenes cometidos por la Caravana de la Muerte en 1973.
Sin embargo, ahora los querellantes deberán centrar sus esfuerzos
en lograr que la Quinta Sala de la Corte de Apelaciones confirme el arresto
domiciliario de Pinochet, algo improbable dado el historial de sus jueces.
Así, la disputa llegaría hasta la Corte Suprema antes de
resolverse.
Para ese entonces, la defensa de Pinochet abriga esperanzas de que todo
el proceso haya sido desechado, o esté en vías de serlo.
La clave no radicaría en la prisión domiciliaria de su cliente,
ni en la definición exacta de sus crímenes, sino en esa
arma ya tradicional en manos de los abogados del ex dictador: las razones
médicas. La semana pasada, el abogado Gustavo Collao presentó
un recurso ante la Corte de Apelaciones de Santiago para que Pinochet
fuera eximido de someterse a juicio en vista de su delicado estado de
salud. De ese modo, la Quinta Sala de convierte en el eje de los próximos
pasos del proceso contra Pinochet: hoy o mañana, decidirá
si se mantiene la prisión domiciliaria; a fin de mes, fallará
sobre el pedido de la defensa.
Esto significa que nuevamente se está estudiando la composición
química de los juzgados chilenos para anticipar sus fallos. En
el caso de la V Sala, el análisis no parece demasiado azaroso.
La sala tiene tres jueces, uno de los cuales es el propio Juan Guzmán,
quien debido a su involucración en el proceso contra Pinochet deberá
abstenerse de votar. Los otros dos jueces ya dieron una prueba bastante
fehaciente de sus inclinaciones al votar, cuando debieron hacerlo, en
contra del desafuero del ex dictador. El tercer hombre, el reemplazante
de Guzmán, podría ser un juez identificado con las causas
de los derechos humanos (Hugo Dolmestch) o uno cercano al pinochetismo
(Raimundo Díaz). En todo caso, la única diferencia será
si el fallo a favor del ex dictador será unánime o por 2
contra 1.
Es cierto que aun si ocurre lo peor y la Quinta Sala decide eximir a Pinochet
por razones humanitarias, la Corte Suprema sigue siendo la
instancia decisiva, y una mayoría de sus jueces ya se ha mostrado
favorable al procesamiento. Pero el duelo está desviando la atención
de los querellantes de revertir lo que fue su primera derrota la semana
pasada, cuando Pinochet dejó de ser acusado como autor intelectual
de la Caravana de la Muerte y pasó a ser un encubridor
pasivo. La decisión de Guzmán es inoportuna, ya que
queríamos realizar una serie de diligencias, incluyendo careos
con otros acusados, para probar la autoría directa de Pinochet,
admitió el abogado Hugo Gutiérrez. La defensa, naturalmente,
era ayer la contracara del pesimismo de los querellantes. Es una
buena señal, finalmente se están acogiendo nuestros argumentos,
explicó un sonriente Gustavo Collao. Lúgubre, el querellante
Juan Pavín estimó que éste es el mejor escenario
para Pinochet.
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