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EN LAS MANOS DEL CONGRESO
Ser indio por ley

Ahora, casi todo depende del Congreso. La marcha zapatista terminó y el Distrito Federal mexicano alojará a los comandantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) hasta que en el Parlamento mexicano se resuelva cómo se aprueba la Ley de Derechos y Cultura Indígena, cuyo borrador fue elaborado en 1996 y que fuera enviada al Parlamento por el presidente Vicente Fox tres días después de su asunción en el cargo. Parece evidente que, según muchos legisladores, la ley necesita modificaciones, lo que anuncia roces fuertes con los zapatistas.
Según una encuesta publicada ayer por el diario Reforma, la mayoría de los mexicanos opina que el Congreso debe hacer algunas reformas a la ley indígena antes de aprobarla. El 86 por ciento de los encuestados dijo que apoya un encuentro entre Fox y el Subcomandante Marcos y un 80 por ciento apoyó la decisión de los zapatistas de quedarse en el DF hasta lograr la aprobación de la ley.
“El zapatismo y el gobierno van a marchar juntos en una nueva etapa: convencer al Congreso de apoyar la ley indígena”, señaló Rubén Aguilar, asesor político de Fox. Es que el oficialista Partido Acción Nacional (PAN) no tiene la mayoría de dos tercios necesaria en ambas cámaras para hacer aprobar la ley. La negociación del PAN con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) promete ser dura.
Pero no parece ser tan simple como lo plantea Aguilar: dentro del mismo PAN, algunos diputados están dispuestos a acompañar las reservas del bloque del PRI en cuanto al grado de autonomía que se les concedería a los grupos indígenas, y que incluyen formas de gobierno, de organización social y hasta sistemas de justicia distintos a los del Estado mexicano. Incluso en el PRD (en teoría, aliado del EZLN en esta causa), su vicecoordinador en el Senado, Demetrio Sodi, admitió que hay partes del proyecto “que pueden hacerse más claras”, pero cree que entre los zapatistas “hay la disposición y la flexibilidad para oír y entender”. En el PRI se acusa a Fox de manipular el tema. El legislador Manuel Bartlett dijo que Fox no refrendó el borrador que mandó al Congreso, sino que recomendó modificaciones en los artículos referidos a la autonomía, usos y costumbres de los indígenas y su jurisdicción. “Ahora le dice al Congreso: ‘apruébala’, cuando él mismo le puso sus candidatos”, dijo Bartlett.
En cuanto a las otras dos demandas de los zapatistas para lograr la paz (la desmilitarización total del estado de Chiapas y la liberación de los presos zapatistas), varios medios mexicanos reprodujeron un rumor sobre una orden de Fox para desmantelar los tres cuarteles que aún están operando en Chiapas. Otros cuatro ya fueron desactivados y la mayoría de los presos zapatistas ya fueron liberados.

OPINION

Por Alain Touraine *

América latina se despierta

En todos los continentes, las sociedades sólo se mueven cuando se sienten aplastadas por la violencia. Hay víctimas por todos lados; los actores sólo se ven en contadas ocasiones y, a menudo, ellos mismos se transforman en víctimas. América latina está silenciosa, triste y, si bien el número de víctimas ha disminuido en América Central, sigue siendo muy elevado en Colombia, donde la sociedad se disuelve bajo los golpes, opuestos pero convergentes, de guerrillas, paramilitares, traficantes de drogas y, quizá mañana, del plan colombiano de Estados Unidos.
Pero la gente, adormecida bajo la imagen falsamente aseguradora de un capitalismo extremo rebautizado con el nombre de globalización, se despierta al fin y vuelve a la realidad. Estos días he visto cómo revivían tanto el sur como el norte del continente, de maneras aparentemente muy diferentes, pero que en el fondo tienen mucho en común.
En el norte, la marcha zapatista a través de México y la llegada de la caravana a la capital ilumina vivamente este país, que vive una transformación completa de su identidad cultural y de su vida política. La caída del PRI ha hecho posible la formación de partidos independientes del aparato estatal: el mismo PRI; el PAN, partido del presidente Fox; el PRD, al que pertenece el alcalde de México DF, López Obrador. Los primeros meses del nuevo gobierno no han mostrado una gran capacidad de refundación de los partidos. Es una de las razones por las que el presidente está tan atento a lo que pasa o puede pasar en la otra mitad del país, la de los que están fuera de juego, los excluidos de la economía, de la política y de la cultura. Se ha entregado con todas sus fuerzas a la búsqueda de la paz en Chiapas, seguramente para oponer la idea de la paz a la de movimiento social, cultural y nacional que anima a Marcos. Pero es éste quien lleva la iniciativa, sobre todo debido a que el gobierno no ha cumplido todavía todas sus promesas: sigue habiendo prisioneros políticos y el ejército ocupa todavía algunas localidades. Marcos ya ha superado el peligro mayor: permanecer encerrado en la defensa de los indígenas de Chiapas. A decir verdad, jamás se había encerrado en ella, porque siempre asoció la defensa de los mayas a la apertura y profundización de la democracia en México. Pero ahora es éste el tema que pasa a primer plano. La marcha zapatista no va a verterse en un partido como lo hace un afluente en un río. Hoy, Marcos habla en nombre de todos los indígenas; mañana lo hará en nombre de todos los pobres pertenecientes a esa mitad de la población que no está integrada en la vida económica y nacional del país. Al adoptar oficialmente una concepción mestiza de sí mismo, México se había negado de hecho a reconocer la identidad indígena en nombre de su política indigenista. Ahora hablan por fin los indígenas. La sociedad mexicana se encuentra, pues, en pleno despertar, incluso aunque la desastrosa huelga de la Universidad Nacional ha dejado fuera de juego a los grupos ideológicos más radicales. La acción de los indígenas mexicanos no es una acción aislada: tanto en Ecuador como en Guatemala, en Bolivia, incluso en el país mapuche, al sur de Chile, se puede ver cómo se organizan los indígenas para intervenir y expresar su rechazo a un orden político que los confina en la exclusión.

* Sociólogo francés, director del Instituto de Estudios Superiores de París, interlocutor del Subcomandante Marcos en la mesa redonda de ayer en México DF. Publicado en El País de Madrid.

 

 

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