Por
Juan Jesús Aznárez
Desde México D.F.
Concluido
su proselitismo itinerante por doce estados, y expugnada el domingo la
principal plaza de México, el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN), comenzó ayer el asedio político al Congreso
para forzar la aprobación de una ley que concede una amplia autonomía
a los diez millones de indígenas mexicanos. La primera cita fue
con la parlamentaria Comisión de Concordia y Pacificación
(Cocopa), redactora del proyecto de ley cuya aprobación exige el
Subcomandante Marcos para reanudar las conversaciones de paz suspendidas
en 1996. La delegación de la Cocopa ofreció a los zapatistas
iniciar las negociaciones en la Cámara alta, con un grupo de 20
legisladores (10 diputados y 10 senadores). Asimismo, el Senado abrirá
el miércoles las consultas de la Subcomisión de Análisis
de las Iniciativas de Ley con distintas organizaciones para que aporten
puntos de vista sobre el texto.
Portavoces del partido gubernamental, el conservador Partido Acción
Nacional (PAN), al que pertenece el presidente Vicente Fox, admitieron
que existen fuertes resistencias a permitir las presiones del grupo armado
porque la democracia nacional, subrayan, quedó legitimada con las
elecciones generales del 2 de julio, en las que fue derrotada la hegemonía
de siete decenios del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La multitudinaria irrupción callejera de la guerrilla sublevada
en Chiapas, en enero de 1994, ha revolucionado la vida política
y social de la capital federal, y todo indica que también la agenda
presidencial. Coincidiendo con la estancia de los 24 encapuchados rebeldes,
Fox presentó ayer el plan Puebla-Panamá, que pretende desarrollar
el empobrecido sur nacional mediante su integración económica
con los países centroamericanos limítrofes. Marcos había
equiparado ese programa, y las políticas económicas del
Ejecutivo, con los estragos causados en México por la conquista
española. Llamó al jefe de Gobierno el patrón
del dinero.
Después del entusiasta recibimiento de la plaza de la Constitución,
El Zócalo, el Subcomandante Marcos y los 23 comandantes del EZLN
pernoctaron en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Una guardia pretoriana de estudiantes vigiló guardia, agasajó
a los insurrectos con una activa adhesión política, aguas
de sabores, café de olla y viandas diversas, y acondicionó
varios salones con colchones y colchonetas. La delegación zapatista
concluyó maltrecha su expedición de 16 días a juzgar
por el pedido de la escuela a la sociedad civil: tylenol,
amoxicilina, ergotamina con cafeína, sueros antitetánicos,
vendas de guata y yeso, y hasta jarabe infantil. El petitorio incluyó
alimentos, garrafones de agua, sábanas limpias, cacharros de cocina,
papel higiénico y jabón de tocador.
Destacados intelectuales y escritores nacionales y extranjeros secundaron
la segunda jornada del EZLN en Ciudad de México participando en
una mesa redonda sobre Los caminos de la dignidad: derechos indígenas,
memoria y patrimonio cultural. El Subcomandante Marcos y los comandantes
acudieron a una tribuna que contó con la presencia de José
Saramago, Manuel Vázquez Montalbán, Bernard Cassen, Alain
Touraine, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor,
y Pablo González Casanova.
Touraine consideró que ningún movimiento social ha
hecho tanto como el zapatismo, ya que no veo ningún
esfuerzo intelectual que haya cambiado tanto nuestra manera de actuar
y de pensar (...) El momento del silencio ya se acabó. Saramago
dijo que la marcha es sólo el inicio, no es el fin,
y Vázquez Montalbán estimó que para los extranjeros,
el zapatismo es una primera lectura crítica de lo que será
el siglo XXI. Por su parte, la escritora mexicana Elena Poniatowska
calificó la lucha zapatista como una empresa loca y en mucho
heroica, que ha puesto a prueba nuestrademocracia, porque las decisiones
deben venir desde abajo. Para Carlos Monsiváis, el zapatismo
es el pionero de la nueva dialéctica entre globalizador y
globalizado. Es un movimiento que renuncia a la toma del poder y
por ello su actitud puede considerarse idílica.
También estaba previsto un concierto del cantante español
Joaquín Sabina, casi a la misma hora en que se desarrollaba la
Marcha de las Antorchas hacia la Escuela de Antropología,
organizada en honor del EZLN por los huelguistas de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM).
El proceso hacia la reanudación del diálogo, y el hallazgo
de una solución pacífica del alzamiento de Chiapas, pasa
por el cumplimiento de las exigencias del EZLN: la salida del ejército
de tres posiciones, la liberación de una veintena de presos zapatistas,
y la aprobación del proyecto de ley elaborado hace cuatro años,
resumen de los acuerdos de San Andrés Larraínzar, suscritos
en 1996 por el gobierno de Ernesto Zedillo (1994-diciembre del 2000) y
delegados del EZLN. El gobierno enmendó la ley y la guerrilla se
retiró de la mesa de negociaciones. La presidencia de Fox envió
al Senado, el pasado 5 de diciembre, el proyecto de ley que estaba en
el cajón, retiró las tropas de cuatro posiciones, promovió
la liberación de 86 presos, y pidió al Congreso que apruebe
la ley. Fuentes de la oposición precisan, sin embargo, que en privado
gestiona la modificación de aquellos artículos sujetos a
doble interpretación.
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De El País de Madrid. Especial para Página/12.
Claves
Luego de finalizar la larga marcha a México DF con un acto
que llenó la plaza central del Zócalo y aledaños,
los representantes del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) se reunieron ayer con miembros de la Comisión
legislativa de Concordia y Participación (Cocopa) para tratar
los mecanismos para lograr la aprobación de la ley indígena.
El Parlamento está
dividido sobre el asunto. Varios legisladores opinan que la ley,
suscripta por los zapatistas y la Cocopa en 1996, necesita ser modificada
en lo que se refiere a la autonomía indígena.
El Subcomandante Marcos
participó ayer de un foro con intelectuales sobre los derechos
indígenas. Participaron el portugués José Saramago,
el español Manuel Vázquez Montalbán, los franceses
Alain Touraine y Bernard Cassen, y los mexicanos Carlos Monsiváis,
Carlos Montemayor, Elena Poniatowska y Pablo González Casanova.
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Ni
en vivo ni en directo
Las principales
cadenas de televisión mexicanas, Televisa y TV Azteca, y
otros canales privados, no emitieron en directo la llegada del zapatismo
a Ciudad de México, y el sospechoso silencio sobre un acontecimiento
nacional de primer orden no pasó desapercibido. Expertos
que protestaron esa política informativa aluden a que existía
un pacto detrás de los bastidores entre la propiedad de los
medios y el gobierno para reducir la cobertura de la jornada del
arribo. Tres estaciones de radio, Formato 21, Radio 13 y Radio Red,
la retransmitieron en directo.
Es bochornoso que una boda como la de Lucero con Mijares,
o las incidencias del caso Stanley (el asesinato de un popular humorista),
hayan merecido transmisiones especiales antes que la original llegada
de la comandancia zapatista no solamente al Zócalo sino a
la vida política nacional, reprochó Carlos Marín
en el diario Milenio. Viva el cambio, que a las poderosas
televisoras continúa sin llegar, agregó en referencia
a la provechosa relación de Televisa, fundamentalmente, y
de TV Azteca con el Partido Revolucionario Institucional (PRI),
derrotado en las elecciones del pasado año. No quisieron
transmitir la verdad de un Zócalo repleto, denunció,
y resumió, el analista Javier González Rubio.
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