Por
Laura Valdivieso *
A
mediados de los años cincuenta, Mendoza se iniciaba en los grandes
debates que provocaran las teorías de la vanguardia, y de forma
especial, las de la abstracción. Mientras que en el resto del mundo
el asunto se había vuelto muy complejo, apareciendo nuevas categorías
(en 1935 Max Bill sustituye el término de abstracto por el de arte
concreto), y con ellas nuevos grupos con teorías radicales, en
Mendoza el tema se había visto reducido a un enfrentamiento muy
simple: una figuración académica, remozada por las formas
expresionistas y justificada en el marco de la búsqueda de una
raíz latinoamericana (influida por los muralistas mexicanos) y
un arte internacional, despreciado en los círculos oficiales por
ser el resultado de ideas importadas.
Esta relación de Mendoza con el resto del mundo pone en evidencia
el enorme aislamiento de las provincias respecto de Buenos Aires. Además
de no procesar del todo la compleja problemática que, desde el
punto de vista formal y también conceptual, introdujera la no
figuración en el mundo de las artes plásticas, ésta
fue prácticamente abandonada por completo en la década del
ochenta. Los noventa encontraron a Mendoza concentrada en propuestas figurativas,
de raíz expresionista o surrealista, con algunas relaciones con
la Trasvanguardia en el mejor de los casos y lejos ya de aquella teoría
nacionalista.
Miguel Gandolfo constituye entonces una peculiar excepción. Después
de un corto período de experiencias con reminiscencias figurativas
(fines de los ochenta y principios de los noventa), ha optado por un lenguaje
absolutamente no figurativo, de raíz geométrica y racional.
Es hoy el único artista mendocino de la nueva generación
que ha tomado esta ruta.
Conocedor del oficio de carpintero desde la infancia, formado luego en
los problemas del arte y opuesto al aislamiento y el anacronismo, el nuevo
milenio encuentra a Gandolfo frente a dos asuntos fundamentales: quebrar
el límite que el material y el oficio le proponen y replantear
el problema de la No Figuración (de base geométrica) en
el marco de las ideas de su época.
El primer asunto salta a la vista del espectador menos experto. Las dificultades
técnicas revisten una importancia sustancial en su obra, ya que
parte de las pautas que el artista se impone sólo cumplen
esa función. No utiliza técnicas tradicionales de trabajo
en madera, sino más bien echa mano de toda la tecnología
que tiene a su alcance. Obviamente no talla, sino que corta y ensambla.
Pero ni cortes ni ensambles comunes, sino una sucesión de ángulos
de múltiples graduaciones calculados con precisión. En los
últimos trabajos, agrega una moldura asimétrica que complica
aún más el ya complejo problema de la angulación.
Pero atendiendo al segundo asunto, es evidente que para Gandolfo la complejidad
no es sólo un problema técnico, sino que es prácticamente
una categoría estética. La simpleza de las formas geométricas,
en el marco de la No Figuración, prácticamente se agotó
con las propuestas minimalistas. Su obra podría ser una especie
de constructivismo barroco. Porque, si bien es un gran conocedor
de las expresiones de arte geométrico internacional y argentino
de mediados de siglo, y se reconoce descendiente, algunas posiciones radicales
lo separan de él. La primera es justamente este punto de la complejidad
visual que tienen sus esculturas; la segunda es que sus obras son modelos
formales que se justifican a sí mismos en el campo del arte, desprovistos
completamente de las ideologías y teorías sociológicas
de aquéllos.
En este marco de ideas, tres grupos componen la exposición del
Centro Cultural Borges: una instalación compuesta por
especies de relieves .- objetos que se expanden sin soporte alguno sobre
la pared (1999-2000); un conjunto de grandes esculturas suspendidas del
techo que funcionan comolíneas en el espacio que se retuercen sobre
sí mismas (2000), y una serie de obras de pequeño formato,
con las molduras incorporadas como nuevo aspecto visual y técnico
(2001).
La producción de Miguel Gandolfo constituye una singularidad en
el contexto de las artes plásticas mendocinas. Y es a su vez un
aporte a los tantos debates que, desde finales del siglo XX, se vienen
llevando adelante en el arte argentino e internacional: retomar ideas
del pasado, apropiarse de ellas, desideologizarlas, mezclarlas, es decir,
buscar intersticios desde donde expresarse en medio de esta especie de
incertidumbre. (Inaugura mañana a las 19, en el Centro Borges,
Viamonte y San Martín.)
* Artista plástica, crítica de arte y curadora mendocina.
El
Damero de Eduardo Martín en Mar del Plata
Una
pintura para sobrevolar
Por
Araceli García *
Más
expulsado que Adán, sometido a su misma tentación, el artista
sale por la puerta del mercado, pero puede volver a ingresar por la ventana.
¿No hay espacios en las orbes subalternas para mostrar
pintura? Se inventan. Mar del Plata es una sede border, si se quiere,
periférica en la circulación de algunas esferas del arte
contemporáneo. Pero algunos pintores no se rinden: Eduardo Martín
está mostrando su muestra Damero en el primer piso
del Sheraton Hotel.
Martín formaba parte de una pareja perfecta: hombre y pintura hasta
la sepultura. Sin embargo, como otros de su generación, vivió
la maravilla de encarnar una cápsula de reflexión crítica
del mundo. Y de creer en la siembra, en la inoculación, en la tarea.
Pero el mundo devino una esfera quebradiza y el plan de cuestionarlo o
subvertirlo, demasiado ingenuo. Pintor de formación apocalíptica
por la sesentista distinción de Eco entre apocalípticos
e integrados, vio caer, como todos aquellos que sostenían
una esperanza, a Humpty Dumpty ante sus ojos. Aun así, ¡qué
difícil resultó dar crédito a lo evidente! Si no
hubiera una meta, entonces la velocidad se convertiría en otra
cosa; y ser rápido, en la circulación veloz por uno y el
mismo lugar, como proponen Deleuze y Guattari. Ya no la propuesta de una
pintura de imagen, sino de acontecimiento.
Desde hace unos años, a partir de una grieta imperceptible, Martín
viene haciendo obras divididas para poder explorar su interior reflejado
hasta el infinito. En sus muestras anteriores aquí
y en España, Oscilación, Disolución
y Grieta para la razón, se desprendió de las
narrativas, e incansable construyó y deconstruyó mundos
germinales, como los nombró el poeta Rafael Oteriño.
Semejantes a columnas o trozos de pared, sus pinturas se integraban a
los diferentes espacios como si hubieran sido planificadas desde un principio
para estar allí. O como si los mapas fuesen fractales del territorio.
Asumiendo este camino como quien desarrolla una idea, esta muestra fue
concebida como una instalación de telas que encastran sobre el
muro de la Sala. (Se trata de unas paredes compartimentadas en cuadrícula.)
Los módulos animan una suerte de rompecabezas, al mismo tiempo
que pueden ser abstraídos del mismo y figurar cada uno una unidad
completa.
En suma, pasión por el hacer y el hacer con color al óleo.
Energía del gesto, trazas de recorridos, vistas aéreas.
El espectador enfrenta un juego, uno muy serio sin embargo: el de ver,
de creer reconocer un ícono, un puente, una plaza, una escalera
o las vías del ferrocarril. Un juego que propone a los ojos que
se prestan el vértigo de elevarse una y otra vez, para recorrer
territorios a vuelo de pájaro. (Hotel Sheraton de Mar del Plata,
hasta fin de mes.)
* Artista plástica y psicóloga; investigadora de la Univ.
Nacional de Mar del Plata. Colaboradora de la publicación electrónica
La Blinda Rosada.
Inauguraciones
de la semana
El jueves 15, en el Museo Nacional de Bellas Artes Avenida
del Libertador 1473 se inaugura una importante exhibición
del gran artista italiano Carlo Carrá (1881-1966), en el
marco de la visita del presidente de Italia, Carlo Ciampi. La muestra
está organizada por el Instituto Italiano de Cultura y la
embajada de Italia.
El sábado 17 se
inaugura en el hall del Teatro de la Ribera (Pedro de Mendoza 1821,
La Boca) un nuevo espacio fotográfico, que forma parte del
Complejo Teatral de Buenos Aires. Dirigido por el fotógrafo
y docente Juan Travnik, el espacio se abre con una muestra homenaje
a Annemarie Heinrich.
El lunes 19, en el Teatro
Argentino, Centro de Artes de La Plata, se inagura Picasso
para todos, una selección de obra gráfica, dos
óleos, una extensa serie de cerámica decoradas y figuras
y platos realizados en oro. Organizada por la Fundación Banco
Provincia, el conjunto de 138 obras de Pablo Picasso entre
las que se destaca la gráfica del período 19191971,
forma parte de la Colección Weiss de Nueva York.
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