Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


EN RECESION, EL AJUSTE DE LOPEZ MURPHY TAMPOCO ALCANZARA
Prisioneros de una larga deflación

Machinea se fue cuando
se le venía encima un golpe de mercado. Pero con ello sólo le transfirió ese peligro a su sucesor.

Daniel Marx y Julio Dreizzen, los dos encargados de tapar con nueva deuda el agujero.

Por Julio Nudler

Con su renuncia, José Luis Machinea y sus colaboradores saltaron fuera de las vías cuando sintieron que se les echaba encima un golpe de mercado. Sabían, además, por experiencia que cuando la corrida se llevara una buena porción de las reservas, serían echados a puntapiés. Como no deseaban pasar otra vez por esa desagradable vivencia ni ser responsabilizados del desastre, buscaron resueltamente la puerta de salida. Pero se fueron sabiendo que el equipo entrante de Ricardo López Murphy heredaría el mismo peligro. Para no complicarle aún más la situación, decidieron guardar silencio y dejarle a la gente de FIEL tres figuras clave del elenco: Julio Dreizzen, que es quien debe conseguir la plata; Nicolás Gadano, que es quien autoriza o bloquea cada gasto, y Oscar Cetrángolo, negociador del debe y haber con las provincias. Pero ninguna ayuda es mucha. Al menos hay confianza en que el Fondo Monetario, enfrentado al desvío de las metas fiscales comprometidas para la obtención del blindaje, apretará pero sin ahogar. La razón es simple: lo último que necesita el FMI es un incendio en la Argentina.
Esto significa, en la práctica, que se conformarán con que Economía se comprometa a reabsorber en los últimos meses del año el exceso de este primer trimestre, a medida que se afiance la reactivación. Con este acuerdo ganarán tiempo las dos partes y, llegado el momento, si la economía no se reactivase, reemprenderían la negociación, como siempre ocurre. De hecho, la recaudación tributaria fue proyectada para todo el 2001 dando por sentado que la economía ya había arrancado, pero la realidad es que no lo hizo. Lo que atina hasta ahora es a moverse en zig zag, básicamente estancada. Es por esta razón que el déficit tiende naturalmente a los $ 8000 millones, y no a los 6500 dibujados en noviembre con el Fondo.
La realidad, y esto lo sabe bien el primer equipo que tuvo Fernando de la Rúa, es que el problema del gasto público no está en los sueldos de los empleados sino en los intereses de la deuda. Los sueldos de bolsillo en la administración nacional –dicen de memoria– no llegan a $ 6000 millones, y de intereses hay 11.500 millones. Además, los servicios de la deuda crecen casi diez veces más rápido que la recaudación, que difícilmente se acelere mientras perdure la recesión. De algún modo, encarar el ajuste a través de la poda del gasto es elegir el camino más difícil. Después de cuatro años de Pablo Guidotti y más de un año de Mario Vicens en Hacienda, no es fácil descubrir erogaciones suprimibles.
En el equipo retirado reconocen que sus sucesores han sabido dar el golpe táctico de instalar la reforma administrativa como asunto crucial en el centro de la escena, y encima de ello poniéndola en manos de un ultra como Manuel Solanet. Pero ahora tienen que hacerla, advierten, y exponerse a que los gremios paralicen sectores del Estado durante meses. Será entrar en una guerra, buscando imponer una concepción extrema, en la que se declaran prescindibles funciones esenciales de un Estado moderno. En el proceso de achique, éste perdería los mejores cuadros técnicos que todavía le quedan. Parece claro que, con el actual nivel de actividad económica, para alcanzar el equilibrio es preciso cercenar buena parte del Estado. Si esto es inviable, la verdadera prioridad es salir de la deflación. Sin ello no hay solución. Pero nadie, ni en el equipo anterior ni en el actual, parece saber realmente cómo lograrlo.
En verdad, lo que hace falta está claro: ponerle plata en el bolsillo a la gente, e infundirle confianza (expectativas) para que se anime a gastarla, e incluso a endeudarse. Más complicado es encontrar el modo de reunir esos dos ingredientes. Pero, en todo caso, López Murphy ni siquiera intenta moverse en esa dirección. Su receta es cortar gasto público, que es lo contrario a entregar más dinero, y aplicar un ajuste que, de entrada, inducirá a los consumidores a abstenerse preventivamente de gastar. Siendo así no habría otra alternativa que sentarse a esperar quese agote la deflación, que va a cumplir ya tres años, lo cual puede ocurrir el día en que haya conseguido provocar una mejora suficiente en la competitividad argentina.
La espera podría acortarse si Estados Unidos siguiese reduciendo la tasa de interés, si el dólar se depreciara frente al euro y si subieran los precios de los productos básicos que exporta la Argentina, con lo cual podría intensificarse la afluencia de capitales y aumentar la capacidad de repago del país. Todo en condicional. Todo tal vez sí, tal vez no.

 


 

CON UN VIEJO PROYECTO, COLOMBO TRABO LA PRIVATIZACION DEL NACION
La mitad de la AFJP sí, el Banco no

Por Raúl Dellatorre

La idea original había sido de Chrystian Colombo, cuando aún era presidente del Banco Nación, y ahora la retomó desde la Jefatura de Gabinete: poner en venta el 50 por ciento de Nación AFJP, lo que sumaría a las arcas del Tesoro nacional unos 150 millones de dólares, si los vientos del mercado soplan a favor. La implementación correrá por cuenta de Enrique Olivera, titular del banco estatal, quien ya habría encargado la búsqueda de una consultora para el estudio de mercado correspondiente. José Luis Machinea había lanzado la propuesta en octubre pasado, pero nunca la llegó a implementar. Ahora, frente a la embestida del clan de FIEL –desembarcado en el Palacio de Hacienda– para privatizar el Banco Nación, Colombo le salió al cruce desempolvando su viejo proyecto. Más que la conveniencia, primó la necesidad de calmar las aguas que se encresparon con la inoportuna sugerencia de los coroneles que secundan a Ricardo López Murphy.
Los nuevos funcionarios de Economía no se preocuparon demasiado por desmentir la versión surgida de sus propias entrañas: la intención de privatizar el Nación. Por el contrario, el resistido secretario para la Modernización del Estado, Manuel Solanet, irritó a sus enemigos al señalar que “estamos estudiando todas las alternativas de privatización que aún restan en el gobierno”. Ayer, el diputado frepasista Rafael Flores le respondió que “no debería quedar un minuto más en su puesto” si “como funcionario de segunda línea, como lo es, está trabajando sobre la posibilidad de privatizar el Banco Nación, contradiciendo la propia palabra presidencial”.
Al término de la reunión de gabinete, Colombo trató de cambiarle el tono al planteo, señalando que “en las futuras medidas no está contemplada la privatización del Banco de la Nación, sino lo que el Gobierno ya había previsto: la búsqueda de un socio estratégico para el área previsional del Banco”. La misma idea que él había planteado desde la presidencia del Banco Nación a principios del 2000, siguiendo el modelo adoptado por el Banco Provincia en su sociedad con el Banco Santander, y que Machinea relanzó en octubre de ese año pero no llegó a concretar.
La propuesta se sostiene en el tiempo, pero con diferentes objetivos. En su versión original, Colombo buscaba capitalizar el grupo Nación para encarar nuevos emprendimientos. Cuando Machinea la retomó, la intención explicitada era financiar una rebaja de impuestos a la producción. Ahora, en su tercera versión, su objetivo es todavía más modesto: cubrir parte del bache fiscal previsto para este año.
Un ex funcionario de primera línea del equipo de José Luis Machinea evaluó ayer, al ser consultado por este diario, que hoy la situación del mercado es más negativa que en octubre/noviembre del año pasado para atraer a un socio estratégico para Nación AFJP. “Es falso que nosotros tuviéramos un candidato, como se dijo entonces, pero no hubiera sido difícil conseguir interesados en pagar 150 a 200 millones de dólares por la mitad de la AFJP; hoy tendría que esperarse una mejora en el clima de los mercados o, de lo contrario, resignarse a recibir un precio menor”, manifestó.
A tono con la corrección de rumbo que intentó ayer Colombo, Olivera ordenó a su staff apurar la convocatoria a una consultora para que proponga la mejor forma de captar uno o más socios estratégicos. Con el hecho consumado –según la interpretación del Gobierno, la operación no necesita de una ley previa que lo autorice–, se bloquearía la intención de Economía de abrir un debate sobre la privatización, especulan. Pero el punto no sería más que el emergente de un abanico mucho más amplio de controversias que, a estas horas, enfrentan al equipo económico con el resto del Gobierno y que siguen demorando los anuncios de sus primeras medidas.

 

PRINCIPAL