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La largada de denuncias pos-Perel
fue con Anzorreguy y el Mercurio

La Procuración denunció en la Justicia al ex titular de la SIDE. Y consideró que en el Mercurio había una asociación ilícita.

Evasión: El grupo de fiscales acusó a los directivos del Mercurio de haber conformado una �asociación ilícita� que favorecía la evasión tributaria de sus clientes.

Maximiliano Rusconi, jefe
de los fiscales tributarios.
Habrá más denuncias contra
ex funcionarios menemistas.

Por Andrés Osojnik

La saga de lavado, evasión, aprietes y maniobras sucias de todo tipo que sacó a luz la muerte de Mariano Perel comenzó su aterrizaje en la Justicia federal. Ayer, la Procuración General de la Nación, a través de los fiscales que investigan la evasión y el contrabando, presentó en los Tribunales de Comodoro Py dos denuncias: en una, acusa al ex titular de la SIDE Hugo Anzorreguy por el espionaje clandestino a Luis Moreno Ocampo; en la otra, pide que se vuelva a investigar a los responsables del Banco Mercurio –donde trabajaba Perel–, esta vez por “asociación ilícita”. Una y otra denuncia están sustentadas en una serie de documentos escritos por el propio financista, encontrados después de su muerte en Cariló.
Estas dos primeras denuncias inauguran lo que promete ser una seguidilla de presentaciones en la Justicia como derivación del caso Perel, que reveló el mecanismo de las operaciones ilícitas en el ámbito económico. En lista de espera para ser llevados a Tribunales están varios ex funcionarios menemistas y uno que sobrevive en la actual gestión.
El pilar de toda la investigación que lleva adelante la Unidad Fiscal de Investigaciones de Delitos Tributarios y Contrabando (Ufitco) es la ya famosa carta de Perel a su familia, escrita en 1996 como instructivo para que su gente supiera cómo “apretar” a diversos personajes en caso de que a él le pasara algo. Pero ese documento no es el único. En la Ufitco se analiza una serie de archivos del financista que pueden deparar más de una sorpresa.
Tal como anticipó este diario, los directivos del Banco Mercurio fueron puestos otra vez en la mira. Se trata de la entidad en la que se desempeñó Perel desde 1994 hasta 1996 y que fue investigada en ese último año por contrabando por el juez Julio Cruciani. Perel se fue de allí en malos términos luego de esa investigación, que terminó en el sobreseimiento de todos los involucrados. Ahora, la Ufitco considera en su denuncia que los testimonios escritos de Perel aportan suficientes pruebas para que los responsables del banco sean nuevamente puestos bajo la lupa.
Es más: el grupo de fiscales que comanda Maximiliano Rusconi acusó a los directivos del Mercurio de haber conformado una “asociación ilícita” que favorecía la evasión tributaria de sus clientes. En su carta-testamento, Perel describe que el banco vendía “justificaciones”: “Una justi -escribió el financista– es una operación que tiene partes blancas en la Argentina, que le sirven al cliente para justificar que tuvo una pérdida que en realidad no tuvo, y descontarla de sus impuestos, o una ganancia que en realidad no tuvo, para mejorar su balance”. “Los fondos los provee el propio banco de su movimiento en negro”, detalló Perel.
Cuando el mes pasado la Procuración de la Corte bonaerense reveló el hallazgo de toda esa información y el traspaso de esa parte de la causa a la Procuración nacional, el Banco Mercurio salió al contraataque con una solicitada en la que aseguraba que se trata de “situaciones que ya fueron resueltas por la Justicia” y recordaba que “el juez desvinculó por completo a funcionarios y directivos del Banco Mercurio”. En la Ufitco existen críticas sobre la investigación de Cruciani, a la que consideran incompleta. En su carta, Perel describió con detalles lo que podría interpretarse como la ruta del dinero sucio: siempre según el financista, el Mercurio operaba con dos bancos off shore, uno en Uruguay (Intercontinental Bank of Uruguay) y otro en Bahamas (American Bank & Trust) para hacer maniobras de triangulación.
Todas esas operatorias deberán ser investigadas ahora por el juez federal Claudio Bonadío. La denuncia involucra en la “asociación ilícita” a varios directivos del Mercurio, propiedad de los hermanos Benadón, y a varios de sus funcionarios como “partícipes necesarios”.
La otra presentación tiene como eje el caso de espionaje ilegal al ex fiscal Luis Moreno Ocampo, también de 1996. La extensa carta de Perel también incluyó minuciosos detalles sobre una maniobrasucia de la SIDE para desprestigiar a quien desde el gobierno de entonces se consideraba –según ese escrito– un adalid anticorrupción.
El financista reveló que desde la central de inteligencia contrataron a su entonces socio (y ex militar y ex funcionario de la propia SIDE) Carlos Doglioli para montar la campaña contra Moreno Ocampo. Y contó que la tarea fue encargada por Alejandro Mac Farland, cuñado de Anzorreguy y por entonces funcionario de la SIDE. La misión incluía el contrabando de los equipos para el espionaje y 250.000 dólares para la puesta en marcha del trabajo.
Ayer, la Ufitco acusó en su denuncia a Anzorreguy (el entonces titular de la SIDE) por “contrabando” y “malversación de caudales públicos”, al haber destinado, según Perel, dinero oficial para un espionaje ilícito. La causa quedó en manos del juez Rodolfo Canicoba Corral. También fueron involucrados Mac Farland y el propio Doglioli, el ex militar que ya declaró en Dolores en la causa en la que se investiga la muerte de Perel. Su testimonio no aportó datos de relevancia. Ahora tendrá una nueva oportunidad para contar todo lo que sabe sobre Perel y sus negocios sucios.

 


 

OTRO POLICIA AMEDRENTADO POR SUS EX SUPERIORES
La larga lista de los amenazados

El cabo Juan José Langelotti –uno de los treinta y cinco policías que denunciaron a sus superiores del Comando de Patrullas de Vicente López por cometer varios delitos– tuvo también su momento negro: al llegar a la comisaría donde trabaja, en Florida, encontró en la puerta a dos de los oficiales a los que había acusado. El dúo no tenía por qué estar allí, ya que habían sido separados de su cargo después de la denuncia. El cabo entró en la seccional para denunciar lo que consideraba un acto intimidatorio; cuando salió, de los policías no quedaba más rastro que un montón de rayones y tajos en las llantas de su auto Fiat Uno.
Langelotti se suma al grupo de testigos que fueron intimidados luego de su denuncia. En marzo del año pasado, el cabo Omar Soto fue amenazado de muerte. Dos días después, la esposa de otro testigo fue atacada en su casa de Los Polvorines. La golpearon, la manosearon e intentaron asfixiarla con una bolsa. El cabo Carlos Salamón denunció a su superior en el Comando, comisario Adalberto Farías, por “abuso de autoridad”, después de que éste lo arrestara por cinco días por una supuesta falta y lo mandara a un psiquiatra para intentar demostrar su ineptitud para el cargo. La semana pasada, Farías fue procesado.
La situación de los testigos se agravó a principios de este año, cuando el juez de feria Diego Barroetaveña dio a conocer sus nombres a la defensa de los acusados, por considerar que la declaración bajo “identidad reservada” vulneraba el derecho a defensa en juicio.
El escándalo del Comando estalló a principios del año pasado, a partir de las denuncias de 35 suboficiales ante el fiscal Collantes y la jueza Marcela De Langhe. Los investigadores determinaron que los jefes del Comando y de la comisaría de Florida brindaban servicios de vigilancia adicional para distintas empresas de la zona y se quedaban con los honorarios en vez de enviarlos a la Jefatura de La Plata. Los acusados fueron detenidos en diciembre de 2000, pero no pasaron mucho tiempo tras las rejas: durante la feria judicial, el juez Barroetaveña ordenó su liberación.

 

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