Por Martín
Pérez
Desde
Mar del Plata
Siempre fue así. Popular,
espontáneo e inexplicable. Cada vez que se apagaban las luces y
aparecía el corto presentando al Festival de Mar del Plata antes
de cada película, se dejaba escuchar un orgulloso aplauso. Y más
aún en las funciones nocturnas del Auditorium. Pues bien, la contundente
y electrónica presentación de este 16º Festival ya
no despierta aplausos. Tal vez porque sea puro diseño a la
manera del film Pi y no incluya imágenes de La Feliz. O quizá
porque desde el vamos se ha insistido en que este festival será
distinto a los anteriores.
Lo cierto es que la conexión popular del público local con
el Festival parece haberse perdido, y muchos eran de la idea de que el
precio de las localidades (a 3,50 todos los días) fue una de las
razones principales de dicha indiferencia. Luego de que el propio intendente
de Mar del Plata Elio Aprile, cargase contra este nuevo precio (Es
un error de buena fe, dijo, educado), ayer se hizo efectiva una
rebaja: la entrada general quedó en 3 pesos, y a 1,50 para los
jubilados. Queda por ver si esta decisión, tomada a mitad del Festival,
cambia en algo el panorama para lo que queda de él.
Eso mismo se puede decir de la competencia oficial, que al promediar su
exhibición aún no ha presentado ningún film que deslumbre
a quienes vienen dedicándose a ella. El que apuesta al Auditorium,
pierde, siempre ha sido la frase de cabecera del Festival de Mar
del Plata desde que Mahárbiz lo resucitó hace casi un lustro.
Y esta edición continúa la tradición. Lo hace, eso
sí, sin exagerados bochornos selectivos como los tuvo Mar del Plata
en otras ocasiones. Pero con una mediocridad que aún no ha sido
sacudida por ninguna revelación, un detalle que aceptan en voz
baja algunos seleccionadores, pero al mismo tiempo recuerdan lo que el
mexicano Ripstein señaló ante las quejas por la competencia
del año en que vino a Mar del Plata. Es un mal de todos los
festivales. No saben las cosas que tuve que ver yo en San Sebastián.
Por lo que se ha visto hasta ayer en la competencia por el Ombú,
los films a destacar son muy pocos. Por un lado conviene no dejar de lado
la ópera prima del argentino Rodrigo Grande, Rosarigasinos. Aunque
más no sea por el show interpretativo protagonizado por Federico
Luppi y Ulises Dumont, que se ponen en la piel de dos convictos rosarinos
que salen de la cárcel después de mucho tiempo y van a buscar
un tesoro escondido que ya no está allí. La gran decepción
del film de Grande, sin embargo, fue que su trabajo remite al cine argentino
más clásico, el de las largas puteadas y precisamente
los papeles recurrentes de Luppi y Dumont.
Pero el film que se destaca entre los exhibidos en el Auditorium es decididamente
Confort Moderne, de la francesa Dominique Choisy. Muy bien protagonizado
por la actriz Natalie Richard (a tener en cuenta para los Ombú),
el film cuenta la historia de una mujer que trabaja en un banco y no se
lleva precisamente bien pero tampoco mal ni con su marido
ni con sus hijos. Sumida en una suerte de limbo existencial, su vida se
cruza mínimamente con la de una mendiga que la obsesionará
con su posterior muerte al punto de cambiar su vida cotidiana radicalmente.
Si las películas que compiten por el Ombú aún no
entusiasman a nadie, no sucede lo mismo con los ciclos del Festival. Al
buen nivel de las retrospectivas de los directores franceses Benoit Jacquot
y Oliver Assayas, se le suma el lujo de la retrospectiva de Clint Eastwood
así como las funciones de homenaje a films locales. El ciclo La
Mujer y el cine homenajeó a Bárbara Mujica con la
exhibición de Las Ratas, y el público aplaudió de
pie a Jorge Luz, Rafael Pato Carret y Guillermo Rico, los
tres sobrevivientes de Los Cinco Grandes del Buen Humor. Me
emocionaron esos aplausos, le comentó a Página/12
el productor Al Rubén, responsablede los films de Cassavetes y
Bogdanovich. No tenía ni idea de quiénes eran ellos
antes de ir a ver esa función, pero fui porque me encantan las
películas de esa época. Y me satisface ver cómo la
gente no se olvida y homenajea a quienes los hicieron reír, o llorar.
Recomendadas para
hoy
El nuevo cine mexicano tiene su lugar entre las películas
recomendables para hoy en el Festival: a las 11.30 se exhibe la
polémica La Ley de Herodes (Del Paseo I) y a las 12 le toca
a Por la libre (Del Paseo 2), que junto a Amores Perros
fue el gran film del año pasado en México. Al mediodía
de hoy también se exhibe Les acteurs, del francés
Bertrand Blier (Colón, a las 12). Considerado por el boca
a boca como uno de los mejores films del Festival, la española
Krampack se presenta a la noche en el Ambassador 2 (a las 21). A
las 19, en el Cinema 1, es el turno de La comunidad, de Alex de
la Iglesia. Por la noche, en el Colón, Subiela presenta su
último film, Las Aventuras de Dios (a las 22). Allí
mismo, pero a las 17, está anunciado uno de los films más
esperados del Festival: Scarlet Diva, de Asia Argento.
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Los ritos de Ben Gazzara
El rito de las manos en el cemento tuvo su capítulo internacional,
cuando tanto Alex de la Iglesia como el actor Ben Gazzara dejaron
su firma en la vereda frente al Hotel Hermitage. La sorpresa fue
que, junto a Gazzara también lo hizo su perro salchicha,
que puso sus patitas en el cemento ante la ovación del público.
Maxi, adorado como un hijo por Gazzara y su mujer, tiene su propia
credencial de prensa como Official Dog. En charla con
Página/12, Gazzara se sorprendió cuando se le informó
que uno de sus films más recientes, Happiness, estuvo en
competencia en Mar del Plata dos ediciones atrás. Seguro
que no sacó ni un premio, comentó Gazzara, que
aclaró que siempre supo que era una película difícil.
Una de las razones por las que acepté hacerla fue porque
quería saber si el director era capaz de filmar semejante
guión. Y así fue. Lo que demuestra que aún
es posible el arte en el cine.
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Los errores de Onaindia
El titular del Instituto Nacional de Cinematografía y Artes
Audiovisuales (INCAA), José Miguel Onaindia, reconoció
ayer que hubo errores en el desarrollo del 16º
Festival Internacional de Cine pero consideró que su importancia
fue aumentada por el periodismo. Reconozco los errores cometidos
desde la organización, pero los mismos fueron muy resaltados
por los medios capitalinos que no rescataron las cosas positivas
que fueron muchas, intentó explicar el funcionario.
Onaindia subrayó que los errores de programación tuvieron
que ver con los cambios de días y horarios de algunas películas
extranjeras, que por cuestiones administrativas quedaron retenidas
por unas horas en la Aduana. Por otra parte, agregó
que esto no volverá a ocurrir y esas películas
se verán en el festival en días distintos a los previamente
acordados para su proyección. Ante las críticas
recibidas, el titular del INCAA reiteró que nos sobrepasó
la cantidad de películas e invitados que debíamos
atender. El funcionario aclaró, además, que
para este festival de Mar del Plata se requirió de un presupuesto
de dos millones de pesos, un cincuenta por ciento inferior al que
tuvo la muestra el año anterior, que se utilizó para
el alquiler de salas, los gastos de hospedaje de invitados extranjeros
y del país, y para el desarrollo en general del evento.
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