Por Silvina Friera
Las fronteras artísticas,
tan arbitrarias como las geográficas, pueden hacerse añicos
frente a dos artistas empecinados en demostrar cómo la canción
y el teatro comparten un código genético común, donde
los duendes de William Shakespeare y Bertolt Brecht conviven con Chico
Buarque y Aníbal Troilo. Andrea Tenuta y Alberto Favero forman
una nueva dupla artística que a la química del encuentro,
todos los viernes y sábados a las 22 en el café literario
de Clásica y Moderna, le suman otros componentes ineludibles para
comprender la génesis de la unión. Se definen como bichos
de teatro, que reconocen en sus orígenes familiares una influencia
decisiva. Hace tres años el alma mater del café literario
de Callao al 800, Paco Poblet, le propuso a Favero armar un espectáculo
con Tenuta. Pero los compromisos discográficos de la cantante
y actriz postergaron el intento.
Tocaron por primera vez juntos en un homenaje al amigo Paco, que murió
en el 99. Las ganas de continuar se frustraron cuando Favero asumió
la dirección musical de Los Miserables. Recién en octubre
del año pasado comenzaron a pulir un puñado de temas, como
Rabo de nube, La última curda, Nostalgias,
El violín de Becho, Retrato, Construcción,
entre otros. Aprendí muchas cosas que no sabía de
la música y el maestro me las fue transmitiendo de una manera absolutamente
clara. Estoy experimentando capacidades que ignoraba. El conocimiento
de la técnica es el mejor camino hacia la libertad creativa,
cuenta Tenuta a Página/12.
La actriz y cantante necesitaba transitar nuevos rumbos musicales, ajenos
al bolero, después del éxito que cosechó con Arráncame
la vida, junto a Chico Novarro, además de espectáculos como
Vida mía, con Ernesto Acher, y Siempre en verano, con el músico
Federico Mizrahi. Admiradora de Elis Regina, una cantante que tiene
el alma en la voz, Tenuta canta en castellano la emblemática
Construcción, de Buarque.
En el show hacen temas de Alfredo Zitarrosa, Silvio Rodríguez,
Homero Manzi, Joan Manuel Serrat. ¿Con qué criterio seleccionaron
las canciones?
A.T.: Cuando hablamos del repertorio vimos temas de los años
70, vinculados con canciones como Construcción.
No encaramos ese proyecto pero creo que quedó como un remanente
impregnado de la sensibilidad y el compromiso de esa época. Los
temas están relacionados con la buena poesía y la calidad
musical, las palabras bien dichas y puestas en su lugar.
A.F.: Las canciones están hechas por maestros de la canción.
Cuando hay una unión entre letra y música, no importa que
sea un bolero, tango, canción o música cubana, argentina
o brasileña.
Ustedes interpretan la música con una fuerte carga dramática,
¿cómo sostienen ese clima durante el show?
A.F.: Andrea tiene un bagaje familiar extraordinario. Ella es feliz
arriba del escenario y arma un clima teatral que hace que la gente se
sienta mejor. Como decía Edmundo Rivero: Nosotros somos como
los médicos del alma. Este es el trabajo esencial del artista.
A.T.: Es un recital con atención personalizada porque todo
lo que dicen los poetas son temas humanos que nos hacen vibrar. Cada vez
que uno transita esas palabras o esas melodías inevitablemente
se modifica. Lo mismo le sucede al público. Siempre imagino a la
gente saliendo de su casa, planeando pasar una noche agradable. Estar
proveyéndoles una noche poética, hablando del amor de pareja
y del amor universal, es para mí un privilegio. La función
social del artista la siento cumplida.
¿Cómo trabajan la teatralidad de las canciones?
A.T: Son pequeños actos, composiciones que tienen en sí
mismas, más allá de lo que nosotros generemos, submundos:
tienen un principio, un desarrollo y un fin. Son obritas de teatro con
una estructura dramática fuerte. Tenemos antecedentes muy célebres
en nuestro género como SusanaRinaldi, una de las primeras actrices
que abrió camino respecto de lo musical. Escuché tango verdaderamente
por primera vez con Susana, porque me ayudó a comprender la profundidad
de la música ciudadana.
A.F.: Andrea no hace un espectáculo sólo de canto,
no es de esas que hacen gorgoritos. Acá esta la conexión
de nuestra dupla. Somos dos bichos de teatro, con diferentes experiencias
pero con la misma cultura teatral.
¿Qué tipo de aportes hacen las actrices que se vuelcan
al canto?
A.F.: No cantan por cantar. Cantan para contar, para comunicarse,
para que la persona que las escuche ya no sea la misma. La gente tiene
una gran necesidad de comunicarse con cierta calidad. El artista que no
es capaz de interactuar con el público es porque no le interesa.
Esa actitud de poner un pedazo de su vida en nuestras manos es muy emocionante,
vienen a escuchar eso que saben que vos podés darles.
Cuestiones de familia
El amor por la ópera me lo inculcaron desde chico,
recuerda Alberto Favero, que nació en La Plata, en el seno
de una familia de músicos que tenían un conservatorio.
Mi antecedente profesional más pro italiano es una
cantante que estuvo 20 años en la escala de Milán,
Mafalda Favero. Soy un músico de teatro, porque el teatro
es uno de mis amores. (Giacomo) Puccini tiene una influencia tremenda
cuando compongo. Tanto es así que Pedro Orgambide me dice
Pucci. Para Andrea Tenuta, hija de Juan Manuel
Tenuta, actor uruguayo que se exilió en el 74 en la
Argentina y que fue fundador del teatro El Galpón en Montevideo,
cantar era una cosa normal. Cuando empecé imitaba a
Mercedes Sosa, a María Elena Walsh. Mi mamá me decía
que buscara mi propia capacidad personal y esos consejos influyeron
mucho en mi carrera.
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