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BERHONGARAY ADMITE QUE HUBO UN ACUERDO DE SILENCIO
Pacto para ocultar la aftosa

�Todos sabían� de la existencia de aftosa, reconoció el ex secretario, quien involucró al Gobierno, entidades del agro y a exportadores.

Los focos de aftosa se irradiaron mientras Berhongaray lo negaba.
“No hablar de aftosa fue una política de Estado”, apuntó.

En el eje de las acusaciones por el cierre de los mercados de exportación de carnes, el ex titular de la fenecida Secretaría de Agricultura, Antonio Berhongaray, encontró una defensa singular. Reconoció que, aunque lo negaban públicamente, “todos sabían” sobre la existencia de la aftosa en el país. Señaló que “aquí nadie engañó a nadie, porque todos aceptaron las reglas del juego”, ocultar la realidad sanitaria. El “todos” lo incluye a él como funcionario público y máximo responsable del área, a sus superiores jerárquicos dentro del Gobierno, junto a las organizaciones de productores, los exportadores y los países compradores.
Desde que en setiembre del año pasado se volvió evidente la aparición de la aftosa en el territorio argentino, los sectores involucrados decidieron que el mejor camino era el secreto. “Todos saben que tú sabes que yo sé, pero no te lo digo, a ver si se enteran”, parece haber sido la clave del juego de intrigas. El taxativo reconocimiento de Berhongaray significa que el ex funcionario no actuó de acuerdo con los protocolos del Senasa, que señalan cuál es el camino a seguir frente a la aparición de focos de aftosa. También resulta grave que el responsable de construir la verdad oficial haya ocultado la información a la Organización Internacional de Epizootias, la oficina encargada de determinar el status sanitario del país. Cabría considerar también hasta qué punto no incurrió en la figura de incumplimiento de los deberes de funcionario público.
A pesar de los evidentes resultados, Berhongaray continuó insistiendo en la efectividad del camino seguido bajo su gestión. “Yo me fui con 77 mercados abiertos porque sabía que cerrarlos significaba dejar gente en la calle, frigoríficos quebrados y productores con precios disminuidos”, justificó el frustrado ex funcionario. Sin embargo, fue precisamente esta estrategia la que dio como resultado la descontrolada expansión de la aftosa y el consecuente cierre de casi el 80 por ciento de los mercados de exportación. El quebranto de la industria será el efecto probable si las restricciones persisten en el tiempo.
De las declaraciones del secretario saliente también surge la complicidad de las principales organizaciones de productores agropecuarios. La Sociedad Rural, la Federación Agraria, Confederaciones Rurales y Coninagro tienen representación en el directorio del Senasa. Según pudo saber Página/12, la estrategia de ocultamiento habría surgido del por entonces director de epidemiología y luego ascendido a vicepresidente del organismo sanitario, Eduardo Greco. En aquel momento, no fueron pocos los especialistas que recomendaron el blanqueo de la situación, pero la evaluación previó que el rebrote sería acotado y pasajero. El ocultamiento, además de viable, resultaba más atractivo que asumir políticamente las seguras pérdidas económicas y el abandono de la ilusión por la conquista de nuevos mercados.
Berhongaray se quejó amargamente porque la realidad trascendió, no por su propia y desastrosa fuerza, sino por las filtraciones de algunos productores que, según el frustrado secretario, habrían “quebrado” el acuerdo de encubrimiento. La referencia tuvo destinatarios directos: “Los importadores de carnes argentinas habían aceptado no aplicar restricciones si el gobierno de la provincia de Buenos Aires ocultaba la aparición de la enfermedad”. “No hablar de aftosa fue una política de Estado consensuada con todas las provincias. Yo reuní al Comité Federal Agropecuario, nos mandaron a todos los ministros de Agricultura, y todas las entidades agropecuarias participaron de esta decisión”, argumentó.
De este generalizado conocimiento participaba también el propio Fernando de la Rúa. En un cruce radial con el ex titular de Agricultura, el ex presidente del Senasa entre 1989 y 1996, Bernardo Cané, sostuvo que “preferiría no hacer comentarios que involucran hasta al Presidente, que Berhongaray conoce; reuniones en las que le fue informado todo, detalladamente, sobre este tema”.
La Argentina, hasta ahora el cuarto exportador mundial de carne vacuna, está en serio riesgo de perder un mercado que supera los 600 millones dedólares. Y en este punto, como dejaron en evidencia los reconocimientos de Berhongaray, las responsabilidades no están en un solo lugar.

 

Llamamiento de la FAO

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) realizó un llamamiento para que se lleve a cabo una “acción internacional urgente” contra la aftosa. “La rápida propagación de una cepa pandémica de fiebre aftosa demuestra a las claras la difusión del virus en vastas áreas geográficas y su capacidad de provocar epidemias en países que habían estado libres de la enfermedad durante muchos años”, afirmó en un comunicado del organismo hecho público en Roma. A juicio de la FAO, ningún país puede considerarse al margen del peligro de la enfermedad, debido al aumento del comercio internacional, el turismo, así como la circulación de animales y de productos alimentarios. Ante la amenaza mundial que representa la enfermedad, la FAO pidió a los países expuestos a este peligro que refuercen las medidas de vigilancia mediante campañas de información, que estrechen el control fronterizo y que elaboren planes para la destrucción de los cadáveres y el suministro de vacunas.

 

PIDEN QUE INTERVENGA CANCILLERIA
Frigoríficos en rojo

El masivo cierre de mercados para las carnes vacunas argentinas puso en alerta a la industria frigorífica, que reclamó la intervención de la Cancillería ante la Unión Europea. Los exportadores ya fueron afectados por el cierre de mercados entre septiembre y diciembre del 2000, período en el que se produjeron pérdidas por 70 millones de dólares. La nueva restricción supera ampliamente a la de entonces. Las pérdidas anuales podrían llegar a los 600 millones que, de producirse, significarían la virtual desaparición de una industria que ocupa a alrededor de 15 mil trabajadores.
Miguel Schiareti, presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Carnes, consideró que “el riesgo de que la Unión Europea cierre sus mercados para carnes argentinas por aftosa es una amenaza paraarancelaria que podría evitarse con una oportuna intervención de la Cancillería”.
En previsión del aumento de la conflictividad y de potenciales despidos y suspensiones, los gremios del sector se declararon en sesión permanente y realizaron una presentación al Ministerio de Trabajo. Según declaró a Página/12 Carlos Etchehun, secretario general de la Federación de Trabajadores de la Carne, demandarán que el inminente problema laboral sea tratado como una cuestión de Estado. Para el dirigente, “será necesario un marco de contención, porque éste es un problema de largo tiempo, como mínimo de seis meses”, concluyó.

 

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