Por Alejandra Dandan
Fue conocida como una de las
hermanas de Saavedra que hace un año mataban al padre en un rito
satánico. Ahora es sólo Gabriela Alejandra Vásquez:
la hermana mayor, declarada inocente por la Justicia, ha salido del hospital
Moyano donde pasó los últimos siete meses. Mientras Silvina
sigue en la Unidad Penal para enfermos psiquiátricos, ella vive
desde hace una semana en Berisso a cargo de un tío. La justicia
civil ordenó su externación. Página/12 mantuvo una
entrevista con uno de los médicos que siguió su evolución
y aconsejó que dejara el hospital. Según este profesional,
hubo una estructura familiar que determinó en Gabriela una falla
en la construcción del proceso lógico de pensamiento y la
tendencia a sostener como reales, parámetros mágicos que
motivaron su predisposición autosugestiva. Esa sugestión
fue colectiva durante el ritual donde su hermana menor mató a su
padre. Fue una locura de a tres, dicen los médicos
sobre ese escenario en el que Gabriela terminó paralizada detrás
de los surcos que la hermana iba abriendo en el cuerpo quietísimo
del padre.
La capacidad autosugestiva y la presencia casi perpetua de ese pensamiento,
que el psiquiatra define como mágico, fue constante en la historia
de Gabriela. Mágico, aclara, porque no hay relación lógica
entre causas que motiven la interpretación de una acción
y sus consecuencias. Por eso, entre las recomendaciones de los peritos
se incluye el reaprendizaje del pensamiento lógico.
Gabriela era apenas adolescente cuando se fue de su casa. Vivía
hasta entonces con sus padres y Silvina. Mantenía fuertes
discusiones con la madre y no aceptaba los límites que le marcaban
explicó el psiquiatra, quien aceptó el diálogo
a condición de no dar a conocer su nombre. Durante ese tiempo
mantuvo distintas relaciones. La muerte de la madre marcó
un nuevo quiebre. Gabriela volvió con su familia ya instalada en
el barrio de Saavedra. Ella volvió intentando reconstruir
el vínculo familiar; tenía la ilusión de integrarse
a la familia. A partir de allí, considera el psiquiatra,
pudo gestarse una relación de abuso o alguna patología edípica:
Donde el amor filial sigue termina erotizándose.
El 27 de marzo del 2000 se articularon tres elementos: emoción
violenta, ingestión de psico-fármacos y una situación
contextual de alienación. En distintos grados, ésos fueron
los disparadores de un ritual macabro al que nadie pudo ponerle freno.
Durante dos días las hermanas estuvieron encerradas con su padre
en la casa. Habían seguido las instrucciones de un ritual de purificación
inspirado en los cursos que tomaban en Centro Alquímico Trasmutar.
Hubo rezos y gritos prologados a lo largo de una noche, que produjeron
la denuncia de los vecinos. Gabriela contó mucho después
que la policía estaba allí, fuera de su casa, cuando su
padre estaba aún vivo. Cuando entraron, Juan Carlos Vásquez
tenía más de cien cortes en la piel.
Para el ritual Silvina preparó un conjuro. Gabriela creía
que su hermana se había equivocado con las proporciones porque
los tres estuvieron con diarrea durante varias horas, explica el
médico mientras considera los inciensos también entre los
posibles estimulantes del proceso de alucinación. Esos consumos
pudieron alterar su capacidad crítica, pero también advierte
lo mágico contagia, genera sugestión.
El escenario estaba listo: Estaban los tres desnudos, probablemente
eso erotizó a la más chica. Habrá visto a la mayor
como competidora frente al amor del padre. Al padre lo habrá pensado
como traidor.
A lo largo de la internación, Gabriela dio pistas a los cinco psiquiatras
que la atendieron sobre las causas de ese brote psicótico que provocó
la pesadilla. Entre las inmediatas, los médicos pudieron determinar
la existencia de un problema económico que disparó obsesiones
en los tres. Hubo un período en el que la familia no pudo
pagar más el alquiler de la casa y empezaron a adjudicarlo a la
envidia o a `trabajos negativos que les estaban haciendo,
explica. Fue a raíz de esa situaciónque habrían decidido
acudir a Trasmutar. Pero no sólo las hermanas: también Juan
Carlos habría estado vinculado con ese centro. Allí aprendieron
a comunicarse con los ángeles y algo de exorcismo.
Las hermanas usaron esos saberes en marzo. En el caso de Gabriela se trató,
según los médicos, de un brote psicótico. En Silvina,
en cambio, el diagnóstico fue de esquizofrenia: Si cuando
cualquiera está frente a una película de Freddy, se asusta
y tiene pesadillas ejemplifica el médico-, para ella la película
funciona durante todo el día como real. Sin la posibilidad
de distinguir la ficción, el esquizoide de este tipo pierde
la capacidad de juicio, tiene trastornos perceptivos: fue lo que ocurrió
en este caso, donde ella oía voces todo el tiempo, deliraba, impostaba
la voz.
El Juzgado Civil 102 de Martín Irigoyen llevó la última
parte del proceso de Gabriela. Allí llegó su causa después
del fallo penal donde se determinó su inocencia (ver aparte). No
fue declarada inimputable como Silvina. Fue sobreseída explica
una fuente de la causa: ella fue víctima y quedó desvinculada
del fuero penal porque no tuvo nada que ver con el crimen. Ni siquiera
fue partícipe. Aun así debió pasar por el Moyano,
que debía determinar si era peligrosa para sí o para terceros.
Hubo siete meses de exámenes que, según los médicos,
podrían haberse reducido a dos: Pasó de admisión
a la terapia de corto plazo esperando el fallo del juez.
En el juzgado hablan de Gabriela como de una persona normal: ¿Usted
la conoció? pregunta quien responde a la consulta:
Es una persona normal, como usted o como yo. Esa misma impresión
fue la de los defensores y la que repite ahora el psiquiatra: Los
trastornos de la personalidad que tiene exigen que sea atendida en la
intimidad de un análisis, debe revisar ahí la historia con
el padre y la madre: nada diferente de lo que cualquiera haría.
En diciembre todos coincidieron con la resolución del Moyano: Gabriela
Vásquez, Historia Clínica 84.302, no es alienada mental,
demente en sentido jurídico, en el momento actual. Por eso
piden: Debe ser externada. Debe seguir tratamiento ambulatorio,
psico-farmacológico y psicoterapéutico.
Ahora el caso está cerrado.
La decisión
de liberarla
Cuando terminaba el año, el juez Martín Irigoyen
a cargo de la causa civil de Gabriela Vásquez pidió
al Cuerpo Médico Forense el examen que definió la
externación ambulatoria del Hospital Braulio Moyano. Pero
la decisión de la Justicia no se materializó hasta
ahora. Gabriela había sido sobreseída el 27 de octubre
del 2000.
Las pericias psiquiátricas que debían determinar si
Gabriela era peligrosa para sí o para terceros, estuvieron
a cargo de Lucio Enrique Bellomo y Lydia Corteccilos, del Cuerpo
de Médicos Forenses. En setiembre, diagnosticaron síndrome
pseudoesquizoide con intervalos semilúcidos. Pero un mes
más tarde, una junta médica del Moyano determinaba
que estaba en condiciones de ser dada de alta.
En diciembre su tío Pascual pidió la intervención
de la Defensoría de la Ciudad de Buenos Aires para acelerar
la salida de su sobrina. Gabriela salió el fin de semana
de Navidad, pero después volvió al hospital por orden
del juez. Una denuncia pública del director del Moyano, Néstor
Marchant, sobre la degradación psicológica que para
Gabriela significaba permanecer internada apuró finalmente
la salida.
Silvina, declarada inimputable, está internada en la Unidad
27 del Servicio Penitenciario, en un sector del Hospital Moyano.
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