Por Octavio Martí
*
Desde
París
Philippe Séguin, el
último gaullista de un partido Unión por la República
(RPR) que se siente heredero de la era del general Charles de Gaulle,
será sacrificado de nuevo por Jacques Chirac para intentar conservar
la alcaldía de París. En 1993, Séguin adquirió
talla de líder nacional al encabezar la campaña por el no
al tratado de Maastricht, que buscaba adelantar la unión política
en el seno de la Unión Europea. En 1995, aportó a la campaña
presidencial de Chirac una dimensión social. Pero una vez elegido,
Chirac prefirió como primer ministro al tecnócrata Alain
Juppé. Sólo en 1997, entre las dos vueltas de la catástrofe
de las legislativas, Séguin reemplazó a Juppé.
El candidato a alcalde parisino en las elecciones del domingo pasado quiso
reformar el partido, cambiarle el nombre, pero Chirac movilizó
a los suyos para hacerle la vida imposible. Harto de tantas zancadillas,
Séguin dimitió. Pero en las municipales, ante la imposibilidad
de deshacerse de Jean Tiberi y de encontrar un candidato adecuado para
París, Chirac se resignó a que Séguin fuese a la
cabeza de la lista en la capital. Séguin vio el martes oficialmente
desautorizada su estrategia de ruptura con el pasado municipal del partido
en París, cuando, después de entrevistarse con Chirac, la
presidenta del RPR, Michèle Alliot-Marie, lanzó un
llamamiento solemne para que los partidarios de Séguin y
de Tiberi concluyan acuerdos de unión, distrito por distrito.
Horas antes, Séguin había retirado sus listas allí
donde figuraba por detrás del candidato de Tiberi. Este, por su
parte, seguía defendiendo la fusión como estrategia
unitaria. El martes, Tiberi anunciaba la retirada de su candidatura
de otras tres circunscripciones parisinas. Retirada contra fusión,
igual a confusión, titulaba un periódico parisino.
Mientras, el diputado del RPR Pierre Lelouche, candidato por el distrito
noveno y amigo personal de Chirac, llegaba a un acuerdo con Vincent Reina,
hombre de confianza de Tiberi, para fusionar sus listas.
Séguin se desgañitaba entonces: A partir de ese momento,
Lelouche es un candidato tiberista. No se pueden sumar electores como
si fuesen porotos. En vez de acrecentar nuestro atractivo electoral, corremos
el riesgo de disminuirlo. Para Lelouche, lo que cuenta es que no
sea él quien ofrezca el distrito a la izquierda en bandeja
de plata, pues el suicidio no es una estrategia política.
Para Tiberi, la declaración de Alliot-Marie es muy satisfactoria.
Pero el alcalde saliente se mostraba aún inquieto porque
apenas queda tiempo ya para negociar. En efecto, la pasada medianoche
se cerró el plazo para presentar las nuevas listas, fusionadas
o no.
Los problemas de París, que son los de una oscura herencia chiraquiana
mal resuelta, encuentran un eco distinto en Lyon. Allí es Charles
Millon quien dirige el baile y el centrista-liberal Jean-Michel Dubernard
el que se esfuerza para poder seguir el ritmo. El primero, antiguo aliado
del Frente Nacional, exige la fusión donde le conviene, se retira
donde pierde con amplitud y se mantiene donde cree que puede ganar. Dubernard,
que substituye a Michel Mercier, fugaz cabeza de lista que ha optado por
desvanecerse antes que aparecer en la foto con el apestado Millon, no
sabe qué hacer. Según parece, en su contestador telefónico
se acumulan los mensajes del palacio del Eliseo, sede de la presidencia
francesa. En Toulouse, la derecha no tiene esos problemas. Philippe Douste-Blazy
no tiene con quién aliarse y, para ganar, sólo confía
en que los votos de las distintas familias de la izquierda no lleguen
a reunirse bajo el liderazgo socialista en la segunda vuelta. Puede ganar,
pero depende de los demás, que son mayoría. En Estrasburgo,
quien se la juega es la alcaldesa saliente, la socialista Catherine Trautmann.
Una lista disidente ha conquistado el 12 por ciento de los sufragios.
Es la de uno de sus antiguos subordinados en la municipalidad, que se
niega tanto a pactar como a retirarse. Trautmann necesita movilizar una
parte del 40 por ciento de abstencionistas de la primera vuelta para vencer
a su rival de derecha.
Pero los problemas para la izquierda se dibujan en el horizonte. El Partido
Comunista sigue perdiendo importancia mientras Los Verdes ganan votos.
El equilibrio de la izquierda plural puede ser revisado tras las municipales,
en detrimento de los comunistas.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
Joerg
Haider, el antisemita
Después
de quedarse tranquilo por bastante tiempo, el austríaco Joerg Haider,
líder del xenófobo Partido de la Libertad, está haciendo
olas de nuevo. Su nuevo enemigo es nada menos que el presidente del Consistorio
israelita Ariel Muzicant, lo que es muy mal antecedente para un líder
acusado de neonazismo, y que en su pacto de coalición con los conservadores
se comprometió a obrar por una Austria en la que la xenofobia,
el antisemitismo y el racismo no tengan lugar. No entiendo
cómo alguien que se llama Ariel puede tener las manos tan sucias,
había declarado la semana pasada, haciendo un juego de palabras
entre el nombre de Muzicant y una marca de detergente, para aludir a los
casi 40 millones de dólares de deuda de la comunidad judía
austríaca, para cuyo pago necesita ayuda estatal. Anteayer Muzicant
contestó que el gobierno le había declarado la guerra a
la comunidad judía, y ahora Haider acusó a Muzicant de explotar
sus contactos políticos para llevar a cabo sus asuntos económicos
y diciendo que es la intransigencia personificada y por ende tiene
poca cabida en el bando de las fuerzas democráticas. El Departamento
de Estado norteamericano condenó las palabras de Haider.
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