Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


El ajuste, esa vieja costumbre de
los países en crisis del Mercosur

El presidente paraguayo anunció las medidas de reducción del Estado.
En su gabinete hay resistencias por los cambios de ministros. Los campesinos abandonaron Asunción sin incidentes.

Maestras paraguayas protestan frente al Parlamento por los sueldos atrasados y la persecución sindical.

Ya pasó lo peor, aunque lo que viene no será mejor, para el gobierno del presidente paraguayo Luis González Macchi. Los 30.000 campesinos que habían copado anteayer Asunción se retiraron de la ciudad sin que se produjeran mayores incidentes. Luego de los cambios ministeriales resueltos ayer, González Macchi enumeró las medidas del plan de ajuste anunciado anteayer: intervención del Instituto de Previsión Social, el cierre en seis meses del Consejo de la Vivienda, del Banco Nacional de la Vivienda, el probable cierre del Instituto Nacional del Indígena y el Instituto de Desarrollo Municipal y la reestructuración del Banco Nacional de Fomento, en quiebra técnica según el FMI. El presidente también pidió la renuncia de la plana mayor del Banco Central paraguayo. Su titular, Washington Ashwell, obedeció, pero los directores se negaron a hacerlo. La resistencia a los cambios anunciados provienen del mismo gobierno. La pregunta en Paraguay es la de siempre desde hace un tiempo: cuánto durará González Macchi en el poder.
Miembros del Consejo de Ministros se quejaron de las decisiones del presidente, aunque prefirieron decirlo anónimamente. Opinan que no era momento de reemplazar al canciller Juan Esteban Aguirre (por José Antonio Moreno Ruffinelli) cuando Paraguay está ejerciendo la presidencia rotativa del Mercosur, o al ministro de Agricultura Enrique García de Zúñiga (por Lino Morel) cuando acecha la fiebre aftosa, o de pedir modificaciones en el Banco Central ante la debilidad del equilibrio cambiario y las pocas reservas para sostener al guaraní.
Como si todo esto fuera poco, según una fuente del Consejo de Ministros, “hay colegas que coinciden en que de nada mejorará el apoyo político si se prometen las reformas económicas que anuncia hoy el gobierno y se mantienen las mismas figuras en los cargos que deben ejecutarlas”. En tanto, el secretario técnico de Planificación (STP), Luis Meyer, presentó el Plan Estratégico Económico, que prevé recortes presupuestarios y un aumento de la recaudación gracias a la exportación, con el fin de bajar el “déficit fiscal de este año a 2,1 por ciento del PBI (Producto Bruto Interno)”, en vez del 4,7 por ciento del 2000.
La debilidad de González Macchi hacia dentro de su gobierno es tan grande como la que muestra hacia afuera. La marcha de los campesinos hacia Asunción, que se repite cada mes de marzo desde hace ocho años, funcionó casi como escenario de la permanente crisis de credibilidad y aun de legitimidad que sufre el presidente desde que asumió hace dos años. Los campesinos reclaman una reforma agraria, facilidades para créditos y en esta ocasión propusieron hacerse cargo de la comercialización del 30 por ciento de la producción de algodón, uno de los principales productos de exportación de una economía agroexportadora como la paraguaya. Justamente, los dirigentes campesinos se indignaron por la designación de Lino Morel, directivo de la poderosa Cámara de Productores de Algodón (CPA), como nuevo ministro de Agricultura y Ganadería. Los campesinos consideran a la CPA como el organismo de los latifundistas.
González Macchi asumió cuando justamente los campesinos habían invadido Asunción. Ellos y todo Paraguay se encontraron con el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, en una crisis que terminó con la huida de Lino Oviedo de Paraguay y la renuncia del presidente Raúl Cubas. En aquel momento los campesinos sirvieron para dar la imagen de unidad. González Macchi era presidente del Senado y asumió hasta el 2003 al frente de un gobierno con opositores liberales y del Partido Encuentro Nacional (PEN). Al tiempo los liberales se fueron y ganaron las elecciones a vicepresidente. Ahora, ni siquiera el Partido Colorado de González Macchi lo apoya decididamente.

 


 

LAS INTERNAS MAS NEGRAS DE LA CASA BLANCA DE BUSH
La larga lengua del secretario Powell

Por Javier Valenzuela *
Desde Washington

Una serie de lapsus en declaraciones públicas y de discrepancias con George W. Bush están empañando el brillo de Colin Powell, la estrella del nuevo gobierno republicano de Estados Unidos. Powell ha resbalado en asuntos de política internacional tan cruciales como Jerusalén, Taiwán, Corea del Norte e Irak. La Casa Blanca y el Departamento de Estado niegan que Bush y Powell discrepen y atribuyen el fenómeno a “los problemas de ajuste de cualquier equipo que acaba de tomar posesión”.
Pero lo cierto es que Powell, la figura más popular en EE.UU. y más respetada fuera del Gabinete Bush, desafina. Aún colean sus graves errores de la pasada semana, cuando en una comparecencia ante el Comité de Asuntos Exteriores del Senado dijo con rotundidad que Jerusalén es “la capital de Israel” y empleó en dos ocasiones la fórmula “República de China” al referirse a Taiwán.
El Departamento de Estado está haciendo malabarismos para amortiguar las protestas. El martes, Powell se entrevistó con líderes de la crecientemente influyente comunidad árabe-americana y les aseguró que él apoya la política tradicional estadounidense que proclama que el “estatuto final” de Jerusalén es algo que debe ser negociado por israelíes y palestinos. Y Richard Boucher, portavoz del Departamento de Estado, prometió que ninguna autoridad norteamericana volverá a emplear la fórmula “República de China” al hablar de Taiwán.
Podría pensarse que sólo se trata de traspiés si no fuera porque en otros dos asuntos Powell ha manifestado falta de sintonía con Bush. A comienzos de mes, el secretario de Estado aseguró que el nuevo Gobierno mantendría los esfuerzos para normalizar las relaciones con Corea del Norte emprendidos por Bill Clinton. Menos de 24 horas después, Bush lo desautorizó, con motivo de una visita a Washington del presidente surcoreano.
La primera gira de Powell por el Cercano Oriente también provocó críticas entre los círculos conservadores de Washington. Para tranquilizar a los aliados árabes de EE.UU., y sobre todo sus opiniones públicas, Powell prometió que EE.UU. suavizará las sanciones que padece Irak y se concentrará en reforzar el embargo en materia de armas y tecnología militar. A su regreso a la capital norteamericana, Powell escuchó comentarios negativos por su “blandura”, y lo más grave es que procedieron del área del vicepresidente Dich Cheney y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Los primeros chirridos internos del gobierno norteamericano en materia internacional son aún más preocupantes si se piensa que debe con otros dos asuntos conflictivos como son el escudo contra misiles y la inminente retirada de los soldados norteamericanos de los Balcanes.

*De El País de Madrid. Especial para Página/12.

 

PRINCIPAL