El secretario para la Reforma Administrativa, Manuel Solanet, salió
a doblar la apuesta del equipo económico y sugirió abiertamente
el arancelamiento de las Universidades como forma de financiamiento. Hemos
sostenido una posición distinta a la del statu quo que ha regido
las últimas décadas, o mejor dicho hace casi una centuria,
afirmó, al explicar el sentido del recorte de 360 millones en el
presupuesto universitario. Es hora de cambiar: aquellos que pueden
pagar, deben pagar, aseguró. Por otro lado, ratificó
que la reforma administrativa del Estado que se anunciará en las
próximas semanas implicará un recorte de personal del orden
del 30 por ciento.
Tras reconocer que algunas asociaciones estudiantiles reaccionarían
ante las medidas de recorte presupuestario, en declaraciones radiales,
Solanet sostuvo que hay una inequidad y los recursos (para las universidades)
se retraen de otras necesidades que son mucho más acuciantes.
Este equipo económico está de acuerdo con la educación
pública, dijo además Solanet. Pero aclaró que
las provincias que son responsables de la educación en sus
instancias básica y polimodal, tienen que hacer el esfuerzo de
destinar recursos y retraerlos de todos los gastos superfluos de todos
los privilegios que vemos y que la gente ve en el gasto público
de las provincias. En esa misma línea, explicó la
eliminación del Fondo de Incentivo Docente del presupuesto del
gobierno nacional: Hemos delegado en ellos esta responsabilidad
que ellos delegaron sobre el gobierno nacional indebidamente, afirmó.
Sobre la reforma del Estado que anunciará en las próximas
semanas, Solanet confirmó que el recorte de empleos públicos
sobrantes estará en el orden del 30 por ciento, pero
evitó dar mayores precisiones sobre esa cifra.
Vamos a tener preparada la propuesta en aproximadamente dos a tres
semanas como para que pueda ser analizada con mucho más detenimiento,
aunque sí adelantó que el proyecto generará un ahorro
de 3500 millones anuales una vez concluida su aplicación hacia
el año 2003.
En cuanto a los empleados públicos que serán despedidos,
explicó que no significará quedarse de un día
para otro sin ingresos ni posibilidades, porque se seguirían
pagando los sueldos durante aproximadamente un año. Vamos
a preocuparnos de instrumentar incentivos para la reinserción laboral,
señaló.
Consultado sobre si los despidos masivos en el Estado que se vienen no
agravarán la tasa de desocupación del 15 por ciento, Solanet
aseguró que no hay otro camino que el que estamos siguiendo
en términos de generar empleo, porque si la alternativa es generar
empleo público la consecuencia es la ausencia del empleo privado
y del crecimiento, que es lo que está ocurriendo ahora, explicó.
Finalmente, el funcionario descartó una convulsión
social frente a la dureza del ajuste. No tenemos ningún
temor a la reacción de la gente, si podemos comunicar cuáles
son los objetivos y cuáles han sido las razones de estas medidas,
afirmó.
OPINION
Por Sergio Moreno
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La previsibilidad
del Presidente
Es curioso comprobar cómo funciona la conducta de Fernando
de la Rúa y lo previsibles que son las consecuencias que
generan sus decisiones. En las dos grandes crisis que atravesó
su Gobierno optó no sólo por el mal mayor sino que
desoyó los consejos que le llegaban de los sectores mayoritarios
de su por entonces coalición e incluso de diversos
partidos de oposición. Por el contrario, el Presidente prestó
oídos y se dejó seducir por el canto de las sirenas
de su círculo íntimo, compuesto por sus hijos, su
amigo Fernando de Santibañes y, con alguna distancia que
cada vez es menor y otros matices, por Enrique Coti
Nosiglia. En cada uno de estos dos momentos de gravedad (a saber,
la renuncia de Carlos Chacho Alvarez y la designación
del reemplazante de José Luis Machinea con plan económico
incluido), políticos oficialistas o no, economistas,
gremialistas, académicos y hasta periodistas vislumbraron
con antelación el resultado final (lo que realmente ocurrió)
en caso de tomar el camino por el que tomó. Veamos.
Crisis I: sobornos
en el Senado, renuncia de Alvarez.
Era evidente
(y obvio) que confirmar a Fernando de Santibañes y ascender
a Alberto Flamarique en el Gabinete en pleno escándalo de
coimas en el Senado produciría un cisma en la Alianza. De
la Rúa, en aras de una hipotética y fatua demostración
de autoridad presidencial, hizo esos cambios; consecuencia: Chacho
renunció, la Alianza nunca volvió a ser lo que era
y el Gobierno comenzó a languidecer. Para colmo de males,
tras la renuncia del vice, el Presidente se arrepintió y,
culposo, aceptó la renuncia a Flamarique y, semanas después,
de De Santibañes.
Crisis II: recambio
en Economía y medidas de ajuste.
Antes de obtener el
blindaje financiero, José Luis Machinea era candidato firme
a salir del Gabinete. Las versiones, contraversiones y apuestas
sobre su reemplazo pivoteaban entre Ricardo López Murphy
y Domingo Cavallo. La voz mayoritaria reflexionaba que la primera
opción (López M.) no alcanzaba por diversos motivos:
1) Sería un ajustador feroz, ortodoxo y poco creativo que
propondría medidas draconianas. 2) No podría obtener
consenso político. 3) Seguiría el camino antidéficit
de Machinea sin el apoyo del Frepaso ni de la UCR. Ni qué
hablar del peronismo. Es cierto que un sector del radicalismo se
encegueció tras la renuncia de Machinea y privilegió
la condición de afiliado de López M. a los antecedentes
que dan cuenta de dónde está situado su pensamiento
económico. También es cierto que sus asesores familiares
se inclinaron por una tercera opción (Crhystian Colombo)
de pocas chances ante la magnitud de la crisis. De la Rúa
compró López M. con FIEL y sus programas como
valor agregado; consecuencia: la Alianza está al borde
de la extinción, logró un mayoritario consenso en
contra de las medidas y toda la dirigencia de la coalición,
inclusive el propio Presidente, evalúa cómo meter
a Cavallo en el Gobierno en distintas variantes para
apuntalarlo, lo más rápidamente posible. Por supuesto,
si Cavallo ingresase al Gobierno López M. ya no estaría
allí, con sus consiguientes costos.
Si bien la segunda parte de esta historia sigue abierta, el recurrente
modus operandi de De la Rúa asombra por provenir de un hombre
que pasó la mayor parte de su vida haciendo política
y llegó a la Presidencia. Al meter la mano en las brasas,
la mano se quemará. Después se podrá apagar
el fuego, incluso sanar la herida con pancután, pero la cicatriz
quedará. Lo curioso es por qué renace el deseo de
volver a meter la misma mano en el fuego si existe consenso en que
el fuego quema. Y por qué seguir considerando a esos pocos
extraviados que siguen sosteniendo lo contrario.
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