Por Horacio Verbitsky
El jefe del gabinete de ministros
Crystian Colombo será investigado por una estafa de 12,5 millones
de dólares en contra del Banco Nación y en beneficio del
Banco Macro. El posible delito cometido por el Grupo Yoma comenzó
mientras Colombo era directivo del grupo Macro y se consumó durante
su gestión como presidente del Nación. La causa está
en el juzgado federal 11, de Claudio Bonadío. La auditoría
del Banco Nación había recomendado ya en julio de 2000 que
se diera parte a la justicia, pero Colombo desoyó esa recomendación.
La Oficina Anticorrupción intervino por una denuncia de las diputadas
nacionales Graciela Ocaña, del Frepaso, y Margarita Stolbizer,
de la UCR, pero el Banco Nación le solicitó que no iniciara
una acción legal, porque su propio directorio se proponía
llevar el caso a la justicia, cosa que no hizo mientras lo presidió
Colombo. La denuncia la realizó recién el 27 de diciembre
su sucesor como presidente del directorio, Enrique Olivera. Además,
esta semana se divulgaron en Salta documentos que ratifican la relación
especial del Macro con el escribano Raúl Juan Pedro Moneta: en
1996 el Banco República de Moneta fue el fiador del Macro en la
adquisición del Banco de la Provincia de Salta, impulsada por el
Banco Central. El Macro y el República se asociaron con el Citibank
para constituir el Citicorp Holdings (CEI) y ambos contaron con la protección
del Banco Central. En 1998 los inspectores del Central constataron en
las fojas 98 y 99 del expediente 100115/99 que el República y el
Macro Misiones se prestaron asistencia recíproca para evadir las
regulaciones que prohíben un elevado monto de préstamos
a empresas vinculadas: el banco de Moneta otorgó asistencia por
3,4 millones de dólares a empresas del grupo Macro Misiones, que
le retribuyó con 4,9 millones en préstamos a empresas del
grupo Lucini-Moneta. Entonces fue Pedro Pou quien se abstuvo de ordenar
los pertinentes sumarios. Colombo es a la eminencia gris oscuro de la
UCR, Enrique Nosiglia, lo que Moneta es al presidente del PJ, Carlos Menem.
El jefe del gabinete de ministros no es un funcionario cualquiera en el
esquema delarruista de poder. Al producirse la renuncia de José
Machinea, el presidente lo designó para sucederlo en el ministerio
de Economía y convocó a Ramón Mestre para substituirlo
en la jefatura de gabinete, pero el FMI hizo saber al Poder Ejecutivo
que en el palacio de Hacienda sólo admitiría a Ricardo López
Murphy o a Domingo Cavallo. De la Rúa desmintió indignado
esa información, pero fuentes impecables de su propio gobierno
la confirman. Si el énfasis que LM puso en la transparencia fuera
algo más que un discurso, su jefe en el gabinete no debería
esperar un futuro tranquilo.
Loteos
Macro es el acrónimo de Muy Agradecidos a Celestino Rodrigo, por
el ministro de Economía que en 1975 licuó la moneda. En
el gabinete de Rodrigo comenzó su carrera Pedro Pou. El rodrigazo
permitió despegar con una significativa diferencia a los propietarios
de la entonces financiera Macro y de la consultora Econométrica:
José Dagnino Pastore, Mario Brodersohn y Alieto Guadagni. Cada
uno aseguraba el enlace con uno de los tres sectores en los que se reclutaron
los presidentes argentinos desde 1916: las Fuerzas Armadas, la Unión
Cívica Radical y el Partido Justicialista. El loteo del poder en
parcelas, que en Italia llevaron a cabo de modo abierto los partidos políticos
previos al mani puliti, se expresó aquí en acuerdos subterráneos
de negocios que, de tanto en tanto, asomaron como puntas políticas
de un iceberg, como el Pacto de Olivos.
El carácter de caja política del Macro se mantuvo pese a
los cambios en la composición accionaria. En su directorio figuraron
luego los cambistas Jorge Horacio Brito y Delfín Ezequiel Carballo
y otro delegado deNosiglia, como lo es Colombo: Roberto Eilbaum. Durante
la década menemista, el Banco Macro fue uno de los conductos por
los cuales fluyeron fondos oficiales hacia las empresas de la entonces
familia presidencial. El Grupo Yoma es el principal deudor del Banco Nación,
con 80 millones de dólares. Sus otras grandes víctimas son
el Banco de la Ciudad de Buenos Aires, con 20 millones de dólares
y el de la Provincia de Buenos Aires, con 19. Todos ellos compraron en
1994 unos increíbles bonos basura emitidos por el grupo Yoma para
refinanciar deudas anteriores. El Nación asumió la representación
de los otros bancos oficiales, mediante un contrato de garantía.
La Auditoría también detectó la desaparición
de ese contrato, durante el último año de gobierno del cuñado
de Emir Yoma. El primer acreedor privado de Yoma es el Macro, con 16 millones,
pero parte de esos fondos también provinieron del Banco Nación,
que canalizó sus préstamos adicionales sin ser advertido,
a través del Macro. La diferencia es que el Macro cobra sus créditos
y el Nación no.
Juramento
En 1998 el Banco Nación concedió nuevos créditos
al grupo Yoma, que los garantizó cediendo sus derechos sobre los
reintegros sobre el IVA por exportaciones. Sólo que antes ya los
había entregado al Banco Macro, aunque bajo juramento había
declarado que los créditos no han sido cedidos en forma total
o parcial con anterioridad al presente acto ni gravados con prenda.
En aquel momento, Colombo era el principal ejecutivo de Macro Valores,
una de las compañías del grupo. Cuando la Administración
Federal de Ingresos Públicos, AFIP, empezó a pagar los reintegros,
la mayor parte de ese dinero no fue al Banco Nación, sino al Macro,
que tenía precedencia. Pese a ello, la asistencia crediticia al
Grupo Yoma no se interrumpió durante la gestión de Colombo.
En junio de 2000, la Comisión de Riesgo Crediticio del Nación
presentó un informe al directorio presidido por Colombo, en el
que afirmó que para la Asesoría Legal se había cometido
el delito de estafa. De haber tenido conocimiento el banco de la
existencia de la anterior cesión no habría acordado los
créditos en cuestión. Por ello, el banco estaría
en condiciones de formular la pertinente denuncia. No obstante,
el directorio dilató la decisión y prefirió ordenar
un nuevo dictamen legal ampliatorio. El 12 de julio la Asesoría
Jurídica elevó su dictamen definitivo, que se reproduce
en esta página, en el que sostuvo que corresponde formular
la denuncia penal. Luego de varias intimaciones, la Oficina Anticorrupción
dio plazo al Banco Nación hasta octubre pasado para formular la
denuncia, lo cual fue puesto en conocimiento de Colombo por el departamento
legal. La intimación de la Oficina Anticorrupción fue transmitida
por los abogados Sergio Rodríguez y Juan Carlos Duré. Colombo
dejó el Banco Nación en octubre sin haber cumplido con esa
recomendación, para asumir la jefatura de gabinete en reemplazo
de Rodolfo Terragno. En diciembre, la Oficina Anticorrupción insistió
ante el nuevo directorio del Nación, encabezado por Olivera. La
respuesta fue que el caso seguía bajo evaluación, pero ante
la inminencia de la presentación del fiscal especial José
Massoni, el Banco acudió a la justicia el 27 de diciembre. Firmaron
la denuncia del Banco los abogados Sergio Fernando Barzola y Carlos Alberto
Tornese. El mismo 27 de diciembre los diputados del Frepaso Ocaña,
Irma Parentella, Fernando Melillo y Atilio Tazzioli y la radical Stolbizer,
ampliaron su denuncia ante la Oficina Anticorrupción.
Comisión u omisión
Bonadío, quien ya instruía la causa iniciada en 1994 a
raíz de las investigaciones de este diario, desglosó este
episodio y dio vista a los fiscales Jorge Di Lello y Gerardo Pollicita,
quienes impulsaron la acción por el delito de estafa en contra
de la administración pública. Losimputados son los
integrantes de la firma Yoma SA y/o quienes por comisión u omisión
hubieren contribuido a concretar los delitos. Una de sus penas es
la inhabilitación de por vida. Según los fiscales, recién
cuando el Banco Nación quiso hacer efectivas sus garantías
supo por la AFIP de la existencia de cesiones anteriores a favor
del Banco Macro Misiones, por un monto total de 12,5 millones de
dólares. El 26 de febrero, sin saber de la denuncia previa, el
ex abogado del Banco Nación Juan Carlos Iglesias acusó a
Emir Yoma y Crystian Colombo por estafa, fraude a la administración
pública, incumplimiento de los deberes de funcionario público
y encubrimiento (Iglesias se presenta como militante radical pero en los
últimos años ha presentado varias denuncias penales contra
De la Rúa quien, a su vez, acusó por extorsión al
grupo de los ex concejales Herschberg y Roselló). Según
Iglesias, Yoma mueve las divisas de sus exportaciones a través
de una cuenta del Banco Macro Misiones en el Citibank de Nueva York, el
mismo investigado por una comisión senatorial estadounidense por
su relación con las compañías offshore del escribano
Moneta y de Aldo Ducler, a través de las cuales se habrían
canalizado fondos de la corrupción política y de la comercialización
de sustancias estupefacientes. La deuda de Yoma SA es con la banca
oficial, ya que la banca privada goza de un excelente cumplimiento a costa
de la oficial. Como presidente del Banco Nación, Colombo
continuó sirviendo a sus socios y amigos de siempre y llegó
a impedir la formulación de esta denuncia, afirma la denuncia.
Iglesias recusó al titular del juzgado federal 6, donde quedó
radicada la causa, aduciendo que el juez Rodolfo Canicoba Corral era uno
de los beneficiarios de préstamos del Banco Macro, pero el juez
adujo que su crédito ya había sido cancelado. Lo más
probable es que cuando ambos magistrados adviertan que están investigando
los mismos hechos, la causa quede radicada en el juzgado de Bonadío,
quien la inició antes. Ni la denuncia del Banco Nación ni
el requerimiento fiscal mencionan a Colombo, aunque el ministerio público
alude a quienes hubieran colaborado con la maniobra. En cambio la causa
radicada en el juzgado de Canicoba se refiere en forma específica
al jefe de gabinete.
Fluido
Entre la documentación reunida por la comisión parlamentaria
que investiga el desempeño de Pedro Pou como presidente del Banco
Central, consta su influencia para que el Banco Macro pudiera adquirir
los bancos provinciales de Misiones, Salta y Jujuy, para lo cual contó
con vitales asociaciones políticas: en Misiones con Nosiglia y
el gobernador menemista Ramón Puerta, en Salta, donde Jorge Brito
posee tierras y cultivos bajo riego, con el gobernador Juan Carlos Romero.
El decisivo holding bancario que Brito conformó en las fronteras
más calientes de la Argentina es líder en Misiones, Salta
y Jujuy, posee sucursales también en Chaco, La Rioja, Tucumán,
Catamarca, Santiago del Estero, Rosario y Córdoba. En la operación
de compra del Banco de Salta, en 1996, el Macro presentó como fiador
liso y llano y principal pagador al Banco República. La documentación
del Tribunal de Cuentas salteño fue entregada en respuesta a un
pedido de informes del diputado provincial de la UCR José María
Farizano. En su edición de ayer, el semanario salteño Cuarto
Poder calificó al Macro de fantasmal entidad bancaria
cuyos reales propietarios se desconocen. Reseñó que con
apenas 60.000 dólares y sin competencia se quedaron con el banco
provincial, e inmediatamente lo capitalizaron, con 4 millones de pesos
prestados por Romero con recursos del Fondo Fiduciario para el Desarrollo
Provincial girados por la Nación, al 1 por ciento de interés
anual y a devolver en veinte cuotas semestrales, con cinco años
de gracia. La primera cuota, de 200 mil pesos recién venció
en febrero de este año. El gobernador Romero otorgó al Macro
la condición de único agente financiero del estado por diez
años. Estoimplica el manejo de todos los fondos del presupuesto
provincial, la coparticipación federal y regalías, y el
pago a los empleados y proveedores del estado por unos 15.000 millones
de pesos. Sólo en Salta el Macro obtuvo un mercado cautivo de más
de 50.000 agentes estatales, entre empleados de la administración
pública central, la sanidad, la educación, las fuerzas de
seguridad, los poderes legislativo y judicial, y los de la Municipalidad
de Salta, más los jubilados y pensionados. Todos ellos deben cobrar
sus haberes en los cajeros automáticos del Macro, que no entregan
billetes o monedas de baja denominación. Según Cuarto
Poder esto conforma un colchón financiero de 200 mil pesos
mensuales, o 12 millones en los primeros cinco años, retenidos
sin el consentimiento de sus 50.000 clientes cautivos y por los que no
pagó interés alguno. Así se comprende mejor el argumento
del gobierno nacional para fundamentar la designación de Colombo:
su relación con los gobernadores justicialistas que habían
establecido con él un fluido circuito de contactos.
Inversión
de alianzas
Por H.V.
El amigo presidencial Fernando
de Santibáñes anunció que la guadaña debía
caer sobre los claustros, así como López Murphy proclamó
la rebaja de salarios, ambos en plena campaña electoral. Lo tenían
pensado desde entonces, pero eso no significa que hayan planeado la construcción
de una base política de sustento para hacerlo viable, como resultó
evidente antes de que el ministro terminara de leer su proclama. En octubre
de 2000 la Primera Familia & Allegados dio un golpe palaciego con
el propósito de robustecer la autoridad presidencial y tuvo que
retroceder ante la conmoción que desató, renuncia vicepresidencial
incluida. Pero entonces no estaba en cuestión la marcha de la economía
y sus consecuencias sobre la sociedad sino el modo de encarar la crisis
del Senado, lo cual además se reducía a la ubicación
de algunas personas en el organigrama del Poder Ejecutivo. Ahora, en cambio,
se abre a revisión la índole misma del gobierno, a un semestre
de las decisivas elecciones de mediados del mandato presidencial. Si se
toma al pie de la letra el mensaje de López Murphy, su primer objetivo
era fortalecer la cohesión social. Lo alcanzó en forma instantánea,
pero en contra de la línea elegida. El radical Arturo Frondizi
en la década de 1950, el justicialista Carlos Menem en la de 1990,
sufrieron desgajes de sus partidos cuando relegaron al rincón de
los trastos sus respectivas plataformas electorales. Pero conservaron
un núcleo central de adhesión que luego expandieron con
nuevos aliados para asegurar mayorías legislativas y gobernabilidad.
La reproducción de ese esquema estuvo en la mira de la Juventud
Antoniana y sus socios, Santibáñes, Enrique Nosiglia, Crystian
Colombo y Patricia Bullrich, que trabajaron para alejar al Frepaso y recomponer
un esquema de gobernabilidad con otros socios más afines. Lo que
no entraba en sus planes era que también un sector apreciable del
radicalismo rechazara las medidas y abandonara los cargos, esa asombrosa
infracción a la liturgia laica del partido de Yrigoyen. Esto dificulta
el establecimiento de una nueva coalición de hecho con las fuerzas
provinciales, los accionistas republicanos de Domingo Cavallo y/o el menemismo,
lo cual abre un panorama de extraordinario dinamismo, conflictividad e
incertidumbre, que da lugar a todo tipo de hipótesis. Cavallo estudia
medidas por si lo llaman, la Alianza contempla convertirse en fuerza de
oposición nacional mientras se mantiene en el gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires y el gobernador bonaerense Carlos Rückauf ha desempolvado
su proyecto de crisis institucional y elecciones anticipadas.
A la confusión general contribuyen definiciones como las de Rückauf
y Raúl Alfonsín contra los talibanes y el fundamentalismo
del mercado. Es difícil imaginar una descripción menos apropiada
para la concesión de rentas y quasi rentas a monopolios u oligopolios
sin competencia, regulación, control ni límites institucionales.
Desde la segunda presidencia de Menem, cuando concluyó la enajenación
de activos públicos a precio vil y se rompió el acuerdo
entre los distintos sectores del poder económico dominante, se
instaló la disputa entre partidarios de la dolarización
y de la devaluación. La dolarización es la meta de los nuevos
propietarios de las empresas privatizadas (que así se garantizarían
el valor de los activos fijos que adquirieron), y de los mayores bancos
que actúan en la plaza local (que se fondean en el exterior y se
pondrían a cubierto con el seguro cambiario y la renta financiera).
Ese es el perfil de las mayores empresas que sostienen a la FIEL, en la
que López Murphy y su viceministro Daniel Artana fueron economistas
jefes. En junio del año pasado, cuando Machinea y el entonces vicepresidente
Carlos Alvarez lanzaron el segundo ajuste, el economista norteamericano
de origen argentino Guillermo Calvo dijo que nada que hicieran sería
suficiente, quedebía asumir López Murphy y disponerse la
dolarización de la economía. En el bando opuesto están
quienes vendieron participaciones en las empresas privatizadas y con las
ganancias obtenidas tomaron posiciones en sectores primarios de exportación
y realizaron colocaciones financieras en dólares. Lo que ni unos
ni otros contemplan es equilibrar las cuentas por un camino más
afín al de la Carta a los Argentinos que llevó al gobierno
a la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación: reducir
el costo privado argentino revisando el cumplimiento de los contratos
de los servicios privatizados; regular en forma rigurosa la prestación
que brindan; suprimir subsidios al capital más concentrado; adoptar
medidas en defensa de la competencia que pongan algún límite
al precio de los combustibles; con una reforma tributaria equitativa y
procompetitiva; atacar la extensión de la indigencia y la pobreza,
lo que tendría, además, un efecto reactivador.
El ataque a las universidades nacionales, los docentes y las clases medias
provinciales, reduciría a la UCR al mismo rol que el justicialismo
desempeñó en la década pasada, cuando dejó
a la intemperie a la clase obrera, malvendió las empresas estatales
y desmanteló las redes de protección social tendidas por
Juan D. Perón. Ambos partidos de origen popular fueron fundados,
a fines del siglo XIX y a mediados del XX, como expresión del ascenso
de sectores medios y bajos que reclamaban un lugar en la sociedad y cuestionaban
la hegemonía oligárquica. Hoy, es precisamente por esos
antecedentes que resultan los instrumentos escogidos para imponer a esos
mismos sectores las líneas centrales del Consenso de Washington,
que José Nun prefiere llamar Modelo de Wall Street, y que implica
una regresión social de un siglo. Esta inversión de alianzas
y significados es una perversidad que vacía de contenido la política
y torna intercambiables a los partidos. No sólo entre ellos: también
los indiferencia con las dictaduras y sus elencos. Menem entregó
el manejo de la economía a Cavallo, quien había sido presidente
del Banco Central del general Benito Bignone. Fernando De la Rúa
acaba de encargar una nueva etapa en la mutilación del Estado a
Manuel Solanet, uno de los colaboradores más próximos de
José Alfredo Martínez de Hoz y Jorge Videla, cuando faltan
pocos días para que se recuerde el 25º aniversario del último
golpe militar. La remodelación quirúrgica de la sociedad
argentina emprendida entonces ha sido exitosa, por más que sus
ejecutores armados, como Bignone y Videla, estén hoy bajo arresto
por algunos de los crímenes cometidos. Lo único que no doblegaron
es la voluntad popular de resistencia, como quedó claro el mismo
viernes por la noche.
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