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UN LADRON CUENTA COMO LLEVAN AUTOS AL PARAGUAY
“Está arreglado allá y acá”

Tienen chapas falsas y tarjetas verdes listas: el robo de la 4x4 se concreta y enseguida el ladrón viaja hacia Asunción. Un preso contó a Página/12 paso a paso el operativo.

La frontera paraguaya: allí �está todo arreglado� para pasar sin problemas, dice el Ganso.

Por Raúl Kollmann

“Mire, una hora después del robo de la camioneta se le cambian las chapas, la tarjeta verde nueva ya está lista y uno sube al vehículo a la familia, la mujer y algún chico, para hacer el camino hasta Paraguay. Allá en Asunción, de donde viene el pedido de la camioneta, tal modelo y tal color, le dan a uno 2500 pesos en la entrega. Si es un Mercedes Benz o un BMW puede llegar hasta 6000”. El Ganso, como le dicen en la cárcel, se acomoda el poco pelo negro que tiene y cuenta por primera vez cómo robaba hasta hace pocas semanas camionetas y autos de lujo para pasarlos a Paraguay. El diálogo con Página/12 es en la prisión: el Ganso habla bajito, como contando secretos.
–¿En general viene alguien de Paraguay con el pedido?
–Sí, sí. Lo más normal es que te la marque. “Es ésa”, te dice, porque ya sabe qué pedido tiene, incluso el color. Por eso a veces hay que recorrer bastante para encontrar la que se busca. No es cosa de un día. Por eso el tipo tiene algún familiar o amigo que vive en la Argentina y se queda en esa casa.
–¿Y participa del robo?
–Algunos sí, otros no. En general los que hacen el robo de caño (a mano armada) son pibes que están desesperados por el tema de la falopa. Pero otras veces el que viene de allá participa, como fue en el caso de este estanciero (Roberto Zavaleta, de Saladillo). Los que hacen el robo se llevan unos mil pesos.
–¿Cuál es el siguiente paso?
–Muchas veces a la persona se la deja lejos de su casa para que tarde en hacer la denuncia, eso es importantísimo. Necesitamos una demora, porque en tres horas estamos fuera de la provincia de Buenos Aires y entonces salimos sin que haya llegado todavía a ningún lado el pedido de captura. De todas maneras, la clave es que tenemos listas las chapas nuevas y documentación nueva.
–¿Cómo es eso?
–Las chapas son fáciles, las hacen en cualquier lado. La documentación cuesta unos 600 pesos. Te dan todo en blanco, incluyendo los sellos, la tarjeta verde, la oblea y hasta una adhesivo que se llama RPA. Es documentación auténtica y se llena con los datos de uno y del vehículo con la chapa que le pusiste.
–¿Y después?
–Lo principal es agarrar a tu mujer y uno o dos chicos, subirlos, y meterle pata para salir cuanto antes de la provincia de Buenos Aires.
–¿Y no los paran?
–No, no, la principal razón por la que no te paran es porque venís con tu familia. Ven la mujer y los chicos y los milicos no te hacen problema. Además, tenés tres horas de ventaja, por lo que todavía no hay captura pedida. Encima, la captura se hace por la chapa y nosotros tenemos la chapa cambiada. Si la captura se hiciera por número de motor, sería un problema, porque el motor viene “crudo” (significa que no se le cambió el número). Pero si te paran, ven que los papeles están bien, la chapa está bien, la familia y nadie te pide que abras el motor. El robo se hace a la noche y a la mañana ya estás para pasar al Paraguay.
–¿Cómo se hace el paso?
–La verdad es que hay un arreglo hecho con gente de Clorinda (Formosa) para pasar sin problemas. Se usa la balsa y gente de ahí tiene todo atado. Otra vez el asunto es que llevás familia, casi siempre usás los sábados o domingos que es cuando hay más turismo y encima el balsero tiene todo arreglado. No hay problemas. Alguna vez que me pararon, se arregló enseguida con una plata. Incluso me pasó de no tener tiempo para cambiar chapas y hacer la documentación: igual pasé, con un permiso trucho firmadopor el supuesto dueño de la camioneta, con certificación de la firma ante el escribano. Todo era falso, pero el paso está arreglado.
–¿Qué pasa en Asunción?
–Vas a la agencia, porque todo se arregla con los agencieros. Ellos te dan la plata. Más o menos 2500 por la camioneta; los papeles se pagan por separado –los 600 o 700 pesos que costaron, más una comisión– y los Mercedes o BMW podés llegar a cobrarlos hasta 6000 pesos. Después de eso te volvés, casi siempre en colectivo. Alguna vez me hice una fiesta y volví en avión.
–Todo esto que me cuenta es siniestro: puede haber muertos en el asalto, viajan dos mil kilómetros sin que nadie los moleste, pasan por la frontera sin problemas. ¿Cómo se explica?
–Mire, lo único que le digo es que es fácil. Está arreglado allá y acá. Si uno quiere, ni siquiera tiene que ensuciarse mucho: contrata un par de pendejos para que hagan el robo y ya está. Lo demás es facilísimo.
–Sí, pero usted está preso.
–Estoy preso porque “perdí” en otra picardía (sic). Le aseguro que llevé más de 50 autos al Paraguay y nunca pasó nada.

 

El caso del estanciero Zavaleta

A partir del dramático robo de una 4x4, que terminó con la vida del estanciero Roberto Zavaleta y la de los dos asaltantes paraguayos, se puso sobre el tapete lo que está pasando –principalmente en la provincia de Buenos Aires– con la gigantesca industria del robo de autos y camionetas. Según los investigadores, los dos hombres que asaltaron y mataron a Zavaleta entraron al país desde Paraguay para robar una 4x4, y fuentes de Gendarmería Nacional dijeron que en los últimos meses fueron hallados unos diez autos que fueron robados en Argentina y están en Asunción. De esos diez, la mitad son camionetas 4x4.
Sucedió el sábado por la noche, cuando Roberto Zavaleta, acompañado de su mujer, Susana Amanda Theaux, y de un amigo, Alberto Rachi, estacionaba su Grand Cherokee frente a la Clínica Privada de Salud Mental, en Llavallol, partido de Lomas de Zamora. Los ladrones subieron a la camioneta, y a las cuatro cuadras se produjo un tiroteo. Con su pistola 9 milímetros –que llevaba en una cartuchera debajo de la ropa–, Zavaleta mató de dos tiros a uno de ellos y de seis a otro. El recibió siete balazos y también murió. Fuera de control, la camioneta se estrelló contra un árbol y su esposa y su amigo quedaron golpeados por el choque.
Los dos ladrones muertos eran de nacionalidad paraguaya y, según confirmaron fuentes judiciales, no tenían antecedentes penales en la Argentina. Sus nombres eran Carlos Miguel Fretes, de 30 años, y Pablo López González, de 38. González había ingresado al país por un paso fronterizo de Misiones, el 6 de marzo pasado, y tenía un permiso de permanencia por 15 días. Fretes vivía en Ingeniero Budge, en Lomas de Zamora, desde hacía un año. Según las hipótesis más firmes de la investigación llevada adelante por el fiscal Andrés Devoto, ambos formaban parte de una organización dedicada al robo de automotores por encargo desde Paraguay.
Roberto Zavaleta era un ganadero de muy buena posición económica y se ocupaba de administrar las 1100 hectáreas de campo que tenía en Juan José Blaquier, en la provincia de Buenos Aires.

 

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