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LA CANTANTE SUSANA RINALDI HABLA DE ENRIQUE SANTOS DISCEPOLO
“Era un primer ministro medieval”

El domingo que viene, la intérprete encabezará un homenaje al autor de �Cambalache� y �Uno�, entre otras piezas claves de la historia del tango. En esta nota habla también de su candidatura a senadora.

Discépolo escribió �Cambalache� y �Uno�, entre otros clásicos. Su personaje

Susana Rinaldi cantará tangos emblemáticos de Discépolo, con la Orquesta de Tango de la Ciudad.

Por Cristian Vitale

El próximo martes 27 se cumplirán 100 años del nacimiento de Enrique Santos Discépolo, uno de los más grandes hombres de la cultura popular argentina del siglo XX. El domingo que viene, desde las 20.30, con entrada libre y gratuita, la cantante Susana Rinaldi encabezará un recital homenaje a Discepolín, sugestivamente organizado por la CPPHC (Comisión para la preservación del patrimonio histórico cultural de la ciudad de Buenos Aires). En compañía de la Orquesta de Tango de la Ciudad, cantará clásicos de la mejor cosecha discepoliana, como “Cambalache” (“ahí estará mi hijo Alfredo Piro”), “Sueños de juventud” (“ése es el Discépolo menos conocido, por eso lo quiero cantar”) y “Cafetín de Buenos Aires” y “Uno”, entre otros. “Es bueno que se celebre la vida de alguien, conmemorando su nacimiento, porque toda esa cosa necrológica del pasado fue justamente la que inspiró el escepticismo de Discépolo”, evalúa la intérprete en una entrevista con Página/12. Rinaldi está, además, a punto de aceptar una candidatura política. “Sólo falta ultimar algunos detalles para dar el sí”, señala al respecto. De aceptar finalmente, Rinaldi será candidata a senadora de la Capital Federal por el ARI (Argentinos por una República de Iguales), una agrupación presidida por la diputada Elisa Carrió. Pero ésa es otra cuestión.
–¿Qué significado tiene, para usted, homenajear a Discépolo con este recital gratuito?
–Revitalizar la obra de una figura que ha sido muy bastardeada a través de la historia, al igual que las de Borges y Piazzolla. El objetivo es que la gente vuelva a encontrarse con aquel que, en algún momento, dijo comprenderlo y no se equivocó.
–¿En qué aspectos el Discépolo que va a interpretar define la identidad del ser porteño o, si se quiere, nacional?
–En su manera de hablar. Recuerdo que lo escuchaba de chica en Radio Porteña y lo primero que me llamaba la atención era eso. Como buen hijo de italiano, el decir de Discépolo se diferenciaba de la voz agresiva, prepotente y altisonante de los porteños de entonces. Por eso creo que con esa caracterología propia, le suma rasgos distintivos al ser porteño. Lo define de otra manera. Creo que tanto él como Hugo del Carril o Cátulo Castillo fueron forjando una manera de ser, sumando diversas expresiones. Formaron una imagen, cuya riqueza ni el porteño mismo imagina que tiene.
–¿Podría definir a Discépolo en cinco palabras?
–Como un primer ministro medieval.
–¿Por qué?
–Por sus características personales. Sabía mucho de intrigas, esas que le hacían tanto daño.
–¿Le molesta que la emoción generada por homenajes sea efímera, que quede sin efecto al terminar el evento?
–Esto va a ocurrir hasta que no sea un funcionario de paso el que quiera recordar a determinado vate. Creo que será distinto cuando el Estado argentino, no el gobierno, sienta la necesidad de revitalizar culturalmente a personajes que le han dado trascendencia y grandeza a un ser bien distinto como el argentino. Esto se nota mucho más en el exterior que en casa. Cuando estamos afuera, sentimos que lo nuestro se destaca con más fuerza y creo que nos pasa esto porque nunca se ha tenido un sentido real de lo cultural. Siempre fue del entretenimiento.
–¿La sociedad argentina no tiene algo que ver también?
–Es responsabilidad del Estado que ha malacostumbrado a la gente. Es así y lo sufrimos desde siempre. El cine y la televisión, por ejemplo, históricamente han servido a los intereses del Estado. A tal o cual objetivo. Por eso, cuando se hace algo distinto, empiezan los problemas. La cultura suele ser tomada por los gobiernos como una posibilidadpropagandística y no como lo que es: la nutrición del alma de una sociedad.
–¿Esa actitud “propagandística” que usted señala cree que sigue existiendo de manera evidente desde el poder de turno?
–Según. Reconozco que ahora estoy viendo una especie de principio de reconocimiento para un tipo de gente extraordinaria, que antes no veía. Quiero que no suene laudatorio, pero me llamó mucho la atención el proyecto cultural 2001, que encaró el Gobierno de la Ciudad. Y también lo que se está haciendo en la provincia de Buenos Aires. Los hechos culturales, por primera vez, se están tomando en cuenta. Y el proyecto cultural nos obliga a nosotros, los artistas, a comprometernos un poco más de lo que hemos hecho hasta ahora: no como una esperanza hipotética de lo que va a llegar, sino asentados en posibilidades concretas, sin fijar la atención en lo que se va a recaudar.
–¿Qué opinión tiene, entonces, de la política cultural del gobierno nacional? ¿Piensa lo mismo?
–No. El gobierno nacional se está quedando un poco atrás en materia de política cultural. Están ocupados en otra cosa.
–Junto a otros artistas e intelectuales, usted se ha opuesto públicamente al voto del gobierno argentino con respecto a Cuba. ¿Por qué tomó esta postura?
–He apoyado toda mi vida a Cuba y esta vez no ha sido la excepción. Mi repudio a ese voto es una reafirmación de principios. Me parece una estupidez la solemnidad argentina tan mal aplicada. Nos ofendemos a nivel Cancillería por expresiones: eso de ponernos enojados y furiosos por expresiones altisonantes debería recordarnos, más bien, las expresiones altisonantes que hemos sufrido contra la vida humana en el pasado. Hay que medir ciertas cosas. Existe un mal generalizado en el mundo, que tiene que ver con meter todo en una misma bolsa. Por suerte hay un grupo de gente que no está metida en la misma bolsa, que no está de acuerdo con esto. Por eso, somos muchos los que nos oponemos al voto punitivo contra Cuba.
–¿Ya se decidió a ser candidata a senadora?
–En principio sí.
–¿Puede confirmarlo?
–Aún no. Tengo que terminar de consensuar, con mis compañeros del Partido Socialista Democrático, sobre cuáles van a ser las obligaciones, las demandas y los acompañamientos. Cuando esté claro todo eso, voy a decir sí.
–¿Cuáles serían los aspectos que el partido debería tener en cuenta para lograr una respuesta afirmativa de su parte?
–Reafirmar las posiciones que el Partido Socialista dice tener, porque si nos volvemos a meter en una bolsa, que después termina siendo una bolsa de gatos, es imposible lograr algo positivo. Alguna vez tenemos que mantener la autonomía y el respeto por nosotros mismos. El Partido Socialista tiene una tradición que no creo que tengan los partidos mayoritarios en nuestro país. Y esa tradición, en la que se han quemado tantas esperanzas y tantos proyectos magníficos, y que yo he podido ver en la cara triste y apagada de Alicia Moreau de Justo, tiene que servirnos de experiencia. Los dirigentes actuales tenemos que recordar posturas, actitudes y corajes que se han tenido en otras épocas.
–¿Por qué, en la lírica del tango, no es posible encontrar el tipo de preocupaciones políticas que usted ha tenido siempre públicamente?
–No creo que sea así. Más bien, eso ha dependido del intérprete y de la elección de su repertorio. Yo canto muchas cosas que tienen que ver con el aspecto social. El tango es una canción absolutamente extraída de lo social. Creo que sólo hay que saber elegir qué cantar. El hecho de recrear “A mí qué” o “Desencuentro”, no creo que entre dentro de esa tipicidad que nombra usted. Si uno se toma el trabajo de revisar toda la obra de EladiaBlázquez o de Héctor Negro, se encontrará con muchas preocupaciones sociales.
–Sin embargo, es posible encontrar una mayoría de letras relacionadas con cuestiones sentimentales, antes que sociales o políticas. ¿Usted tiene esa impresión?
–Yo hago lo contrario. Desde que empecé a sentir la posibilidad de transmitir un contexto que me preocupa logré, dentro del tango, morder las palabras con frases que me están representando aún hoy. Insisto, no soy una entretenedora y por lo tanto tengo la obligación de buscar diferentes matices y fórmulas. Pero es cierto que la gente del tango ha padecido de una especie de imagen consoladora del macho cabrío errando por el mundo, solo y dejado de la mano de esa mujer que lo tiró a la aventura. Depende de la oreja que, en este caso, los medios de comunicación tengan con relación a los que hacemos otra cosa, como por ejemplo unir palabras de Girondo con Discépolo, o de Homero Manzi y Contursi. Si se toma un fichero de la historia del tango, se verá que los que nos hemos atrevido a eso somos NN, no estamos, porque había una orden superior tendiente a tirar el tango a la basura. El canto popular rioplatense es de una riqueza que no ha sido valorada. Y aquellos poquitos intérpretes que cometimos la locura de internarnos en este mundo no fuimos reconocidos. En un momento había que tirar para arriba el folklore, en otro el rock nacional, en otro las expresiones extranjeras...
–¿Cómo percibe, entonces, aquel momento en que los tangueros ortodoxos criticaban y rechazaban las innovaciones musicales que presentaba Astor Piazzolla?
–Son ellos los que me hicieron mal a mí. El arte es libertad. Pero tampoco quiero que me dejen de lado el tango. En el primer gobierno de Perón, por ejemplo, se revitalizó la figura de una manera de tocar y escribir el tango, la que convenía al régimen. También se podría hablar de la utilización del tango bailable que se hizo durante las dictaduras, para acallar el canto popular. Y yo, por supuesto, siempre me opuse a esas imposiciones.

 

Leer no es un placer

El 42 por ciento de los españoles no lee nunca o casi nunca, según un estudio encargado por la Federación de Gremios de Editores de España. El análisis fue realizado por la empresa Precisa y fue presentado en Madrid por el secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca. Para obtener los resultados se llevaron a cabo 2002 encuestas a 1000 familias a lo largo del año pasado, en ocho zonas diferentes del país. Del total de los encuestados, 23 por ciento aseguró no leer nunca y el 19 por ciento, casi nunca. Sólo el 21 por ciento dijo hacerlo todos o casi todos los días. Las mujeres, con un 59 por ciento, leen más que los hombres (56 por ciento) y la edad en la que más se lee es entre los 16 y los 24 años, con un 71 por ciento. Le siguen los de 35 a 44 años, con un 67 por ciento, los de 25 a 34 (61 por ciento), los de 45 a 54 (52) y los de 55 y más (42). Los índices de mayor lectura coinciden con Madrid y Barcelona y en general, en las ciudades grandes, se lee más que en las pequeñas. Entre los ocupados la cifra baja a un 59 por ciento. Lo que más prefieren los lectores son las novelas, seguidas por libros de historia y biografía, dietética, cocina y salud. Al final de la lista se ubican las obras de poesía, cine, fotografía y espectáculos.

 

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