Por
Roque Casciero
En
Asturias todos los niños nacen con una gaita debajo del brazo,
afirma José Angel Hevia Velazco. Es un pequeño instrumento
de juguete que nos acompaña en las primeras fotografías,
cuando estamos en la cuna, así que es un instrumento que conocemos
desde muy pequeños, comenta Hevia, asturiano y gaitero de
profesión, en entrevista telefónica con Página/12.
Este intérprete ha generado polémicas con su gaita electrónica
(que él inventó) y una música que mezcla tradición
celta con ritmos pop. Aunque lo suyo no es para los amantes de los géneros
puros, a Hevia no le está yendo nada mal: su primer disco, Tierra
de nadie, vendió más de un millón y medio de copias,
y el flamante Al otro lado parece seguir los pasos del anterior. En poco
tiempo habrá oportunidad de apreciar en vivo la labor del gaitero,
ya que se presentará el 30 de marzo en el teatro Gran Rex.
En realidad, aunque ése será su primer concierto en Buenos
Aires, Hevia llegará por tercera vez a la ciudad: vino en 1994
a dictar clases en el Centro Asturiano y cinco años más
tarde llegó a la Argentina para promocionar Tierra de nadie. Tengo
muchísima ilusión, porque en Buenos Aires residen no menos
de ochenta miembros de mi familia, adelanta Hevia, evidentemente
entusiasmado. Por eso, siento que voy a tocar en casa. En Buenos
Aires hay una gran comunidad asturiana, pero el nuevo reto es estar en
un escenario donde puedo llegar a gente porteña sin más,
aunque no tenga ascendientes españoles. Me interesa llegar a los
argentinos, cualquiera sea su origen, trascendiendo la comunidad de los
inmigrantes que salieron de mi tierra.
Bueno, pero sus familiares seguramente llenarán buena parte
del teatro.
Lo tenemos fácil, la verdad. En realidad, lo que espero llenar
junto con los familiares es el estómago, con un buen asado de tira.
Ya se me ha hecho tradición cada vez que estoy en la Argentina.
Usted vio su primera gaita cuando tenía cuatro años.
¿Qué le provocó?
Fascinación. Me acuerdo como si fuera hoy de la estampa del
gaitero abrazado a su gaita. Me impactó el hecho de que aquella
cosa parecía viva. Como cuando dejas de soplar la gaita sigue sonando,
aquello era casi mágico. Seguramente yo tenía ya un espíritu
un poco vago y me dije: Anda, esto suena sin soplar (se ríe).
¿Cómo se le ocurrió hacer una gaita midi?
Una idea embrionaria fue no molestar a los vecinos cuando uno ensaya
en casa. Más adelante surgió la idea de un dispositivo midi,
que nos permitió abarcar una serie de texturas sonoras nuevas.
En el último disco me propuse abordar una evolución de la
gaita electrónica, que toma su verdadero sentido buscando texturas
electrónicas que se apartan de la gaita tradicional. O sea, conservando
esa textura de gaita original, llegar a sonidos de estudio mucho más
procesados. Es el camino de un instrumento nuevo, que no nació
para imitar ni sustituir al antiguo, sino para complementarlo.
¿Por qué decidió mezclar sonidos tradicionales
con los beats modernos?
Eso podrá parecer muy extraño, como juntar dos mundos
irreconciliables, pero la esencia misma de la tradición es incorporar
cosas de tu tiempo a lo que recibes de los mayores. A mí me llegó
la música tradicional en un momento en que la música masiva,
de radio, invadía Europa y América. Podríamos decir
que desde el 39 hasta el 75, la gaita estuvo en Franco receso
(se ríe). Se ponía el instrumento al servicio del régimen,
creando una estampa folklórica, pintoresquista. Eso era el colmo
de la recesión, porque la gaita pasó a ser síntoma
de atraso cultural, de ruralidad. Y yo quería hacer música
que llegara a la gente de hoy, así que el camino era reactualizar
esa música. No me inventé nada, eso es la realidad, simplemente
seguí el camino que marcó el folk de los países celtas
en las últimas décadas.
¿Qué opinan los tradicionalistas sobre su trabajo?
Pues, de todo hay. Hay gente que, como es su eterna obligación
de purista, comenzó criticando el instrumento y terminó
encargando uno (risas). Hubo muchas polémicas hace algunos años,
se habló mucho de esto, pero a medida que el mundillo va creciendo
y se hace más maduro, la cosa va cambiando, porque entonces se
ve que no se trata de purismo o innovación, sino de todo eso junto.
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