Con
la ausencia de Raúl Alfonsín, el radicalismo fijó
ayer por primera vez su posición respecto de la crisis política:
luego de una extensa reunión en el Comité Nacional, resolvieron
respaldar la convocatoria a un gobierno de unidad nacional siempre y cuando
se discuta una línea programática común y se anule
el recorte al presupuesto educativo.
Mientras un grupo de militantes de Franja Morada insultaba a Domingo Cavallo
en la vereda de la calle Alsina, dentro de las oficinas los integrantes
de la mesa directiva discutían la situación creada por el
ingreso del ex ministro.
El resultado fue un documento en el que se asegura que la UCR, en el marco
de la crisis que agobia a los argentinos, acompaña
la convocatoria al diálogo político. De todos modos,
a continuación se aclara que fue Fernando de la Rúa quien
llamó al diálogo desde la Alianza y con el aporte
de otras fuerzas políticas. En ese caso, el radicalismo participará
activamente, de manera patriótica, aportando el trabajo de sus
bloques legislativos y el compromiso de los gobernadores para contribuir
a, entre otras cosas, sostener la educación pública.
En otras palabras, la UCR aceptará participar del acuerdo lanzado
por De la Rúa (y apoyar la incorporación de Cavallo) con
dos condiciones:
u Un consenso respecto al programa. No hacemos impugnaciones personales.
Si Cavallo quiere renegociar las condiciones de la deuda y bajar impuestos,
estamos dispuestos a apoyarlo, explicaba ayer un diputado que participó
de las negociaciones. Pero queremos saber para qué le vamos
a dar poderes especiales, completaba.
u Marcha atrás en el paquete de recorte anunciado por López
Murphy. En eso no cedemos un milímetro, fue la conclusión
a la que llegaron ayer.
No fue fácil encontrar un consenso. Durante la extensa discusión,
hubo una línea dura encabezada por Leopoldo Moreau, el vicepresidente
del partido, Angel Rozas, y el ex titular de la FUA, Pablo Javkin
que rechazó de plano el recorte y que no termina de digerir la
incorporación de Cavallo. Otro grupo integrado por Enrique
Nosiglia y los dirigentes delarruistas matizaban las críticas
y hacían hincapié en la gravedad de la situación
económica.
Al final, la conclusión fue un documento breve que seguramente
se ampliará con la posición de Alfonsín, quien llamó
a una nueva reunión partidaria para mañana. Raúl
Alconada Sempé, uno de sus lugartenientes, aseguró que el
ex presidente rechaza el ajuste y que garantiza la Alianza,
pero distante del Gobierno.
Ayer, Alfonsín había conseguido un solo asiento sus
hijos, que viajaron con él, tendrán que esperar para volver
y aguardaba que mejoren las condiciones meteorológicas para subirse
al avión que lo haría llegar hoy a Buenos Aires. Aunque
no ha pronunciado una sola palabra desde que se desató la crisis,
quienes lo conocen de cerca aseguran que es probable que bendiga el acuerdo
nacional, que aceptará la incorporación de Cavallo
y que hará lo imposible para que Carlos Chacho Alvarez
con quien se reunirá hoy forme parte del nuevo gabinete.
STORANI
SE DESPIDIO DEL MINISTERIO DEL INTERIOR
Sangría
de una cirugía mayor
Por
Irina Hauser
Yo
hago esto, los riesgos políticos los tienen que correr ustedes,
les dijo Ricardo López Murphy a algunos de sus compañeros
de gabinete en medio de una cena que compartían con el presidente
de Italia, Carlo Azeglio Ciampi. Al ministro del Interior, Federico Storani,
le quedó la comida atragantada. El episodio, que ocurrió
a mediados de la semana pasada, le dio el impulso para renunciar, según
comentaban en su entorno. Ayer a la noche, después de despedirse
de los jefes de las tres fuerzas de seguridad y de todos sus colaboradores,
Storani seguía manteniendo conversaciones -con aval del ex presidente
Raúl Alfonsín, que estaba en Estados Unidos apoyando
a quienes impulsan un escenario que incluya a Domingo Cavallo al frente
del Ministerio de Economía, a Carlos Chacho Alvarez
en la Jefatura de Gabinete, y a algún radical de peso en Interior.
En su última jornada como ministro, Storani reunió cerca
del mediodía a unos 70 colaboradores en el Salón de los
Escudos. Desde la cabecera de una inmensa mesa oval, les dijo que hacía
diez días que había conocido las medidas y que desde entonces
se la pasó haciendo contrapropuestas para reducir el impacto social
del súper-ajuste. Que se sentía, además, indignado
porque el Frepaso había sido excluido de las reuniones en que se
plantearon los detalles sobre cómo sería el recorte. López
Murphy se plantó como un técnico, yo decidí tomar
el papel de cientista político que me dan mis títulos y
dije que el planteo no era viable ni política ni socialmente,
explicó su postura. Agregó, con ironía, que a los
técnicos que ante los piquetes de La Matanza que empezaron
a mediados del año pasado advertían que la imagen
de los piqueteros provocaba el aumento del riesgo país, no les
conviene ni pensar lo que podría pasar ahora.
Algunos de sus asesores más cercanos tenían los ojos llenos
de lágrimas. Otros se la pasaban dándole palmaditas en la
espalda. Y hubo quienes lo cargaban porque el fin de semana se había
ido a cortar el pelo con su peluquero de siempre, de La Plata. En los
últimos días ya no sabían qué broma inventar
cada vez que Storani subía y bajaba de su despacho al del presidente
Fernando de la Rúa y viceveresa. Ya les había dicho que
él no quería ser el encargado de reprimir ante el inminente
conflicto social.
Una de las últimas conversaciones de Storani con el Presidente
fue consecuencia de aquella cena de agasajo a Ciampi. Le explicó
que más de la mitad de las medidas que iban a lanzar le parecían
defendibles, pero el resto no. El multiple choice lo hacés
vos, le dijo a De la Rúa. Daba por sobreentendido que no
toleraba el tijeretazo sobre educación, y que por ejemplo
no le parecía mal una limpieza de las pensiones de privilegio.
Soy prisionero de le economía le dijo finalmente De
la Rúa.
No era necesaria una cirugía tan cruenta replicó
Storani al avisarle que renunciaba, el viernes a la tarde.
Lo primero que hizo ayer Storani, a las nueve de la mañana, fue
reunirse en su despacho ya despojado de los adornitos y premios
que recibió durante su gestión con los jefes de Gendarmería,
la Policía Federal, y la Prefectura. Les dio un agradecimiento
breve y formal. Acto seguido, saludó a los integrantes de su custodia,
que iban pasando de a uno a darle la mano. Después vino la reunión
con sus colaboradores, a quienes les habló como militantes y les
pidió que no tomaran decisiones apresuradas. Agradeció a
los que lo ayudaron a frenar conflictos sociales. Ninguno de nosotros
le sacó el pecho a nada, ni al conflicto de Salta, pero otra cosa
es el suicidio político, dijo. Yo me creo lo que digo
y soy consecuente, remató. Y se fue ovacionado, como en un
acto político, después de pedirles que no tomaran decisiones
apresuradas.
Después de comer un bife con ensalada, siguió con reuniones
con César Martucci, subsecretario de Interior saliente, con Darío
Alessandro y otros dirigentes con quienes intenta impulsar un gabinete
que tenga a Alvarez a la cabeza y a Cavallo en Economía, contaron
sus allegados. En los contactos telefónicos con Alfonsín
había recibido instrucciones de actuaren coordinación con
el Frepaso. Por ahora, dijeron sus voceros, seguirá trabajando
en eso y después volverá al llano.
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