Por
Pablo Rodríguez
Del
porvenir de una ilusión a su postergación. El Subcomandante
Marcos anunció ayer en conferencia de prensa que la delegación
zapatista que recorrió 3000 kilómetros, que llenó
la Plaza central del Distrito Federal mexicano, el Zócalo, y que
permanecía en la ciudad a la espera de buenas nuevas sobre la aprobación
de la ley indígena recogerá sus petates y se volverá
el viernes para la selva del estado de Chiapas. Hermanos y hermanas,
nos vamos con todos y con todas. Los que somos volveremos. Seguiremos
buscando alternativas para alcanzar la ley indígena, aseguró
Marcos. No he escuchado en directo las declaraciones de Marcos,
pero mi deseo es que se reúnan con el Congreso Federal: ésta
fue la reacción escueta del presidente mexicano Vicente Fox. La
negociación entre el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) y el Congreso mexicano aún no había llegado
a lo medular (la discusión sobre algunos artículos del borrador
de ley indígena aprobado en 1996) cuando cuestiones protocolares
expuestas por el Parlamento la hicieron fracasar.
La comandancia zapatista saldrá de la ciudad de México
con destino a las montañas del sureste mexicano, siguiendo una
ruta que será dada a conocer en su oportunidad, declaró
Marcos en tono informativo, que luego se trocó en triunfalista:
En otras comunidades informaremos de este doble resultado de la
marcha, la cerrazón de quienes son gobierno y el gran apoyo de
la gente en México y en el mundo.
Si no hay una contramarcha en la decisión zapatista, habrá
que decir que la ilusión inicial se derrumbó en apenas una
semana. El lunes pasado, la delegación zapatista recibió
por la noche la propuesta de negociación de parte de la Comisión
de Concordia y Pacificación (Cocopa), la misma que había
firmado los Acuerdos de San Andrés Larraínzar con el EZLN
en 1996 y que dio lugar al borrador actual de ley indígena. La
propuesta consistía en que un grupo de 20 legisladores (10 diputados
y 10 senadores) recibirían a la delegación para discutir
la ley. Pero los zapatistas reclamaban ser recibidos por el pleno del
Congreso, en la tribuna del recinto, algo que muchos legisladores rechazaron.
Al día siguiente, Marcos anunciaba el rechazo a las condiciones
puestas por el Congreso y se ponía a la espera de otras nuevas,
que hasta ayer no llegaron.
Tal como plantearon las cosas Marcos y el presidente mexicano Vicente
Fox, el meollo del problema estaba y sigue estando en el Congreso. Mientras
Fox se deshacía en palabras de elogios a los zapatistas como en
su Bienvenidos, zapatistas, al DF. Quédense todo el tiempo
que sea necesario, los grupos parlamentarios de su propio Partido
Acción Nacional (PAN) y del ex oficialista Partido Revolucionario
Institucional (PRI) encabezaron la oposición a la aprobación
de la ley indígena en su redacción actual. Ambos partidos
exigían discutir el problema de la autonomía indígena
para que ésta no chocara con la soberanía del Estado mexicano.
Pero las trabas protocolares funcionaron antes que lo hicieran estas trabas
más centrales.
Así como están las cosas, es probable que los análisis
carguen buena parte de las culpas de este (por ahora provisorio) fracaso
sobre el Congreso. La marcha de 12 días y los cientos de miles
de personas en el Zócalo les dieron tal fuerza política
a los zapatistas que algunos integrantes del PAN vieron como un error
del presidente el permitir la empresa de la larga marcha. Fox, a su turno,
estuvo mostrando voluntad de paz (denunciada como falsa por
los zapatistas) desmantelando cuarteles en Chiapas (uno de los cuales
empezó a desmontarse ayer mismo) y liberando presos zapatistas,
dos exigencias del Sub para encarar las negociaciones. Las
interpretaciones también están listas para acusar a los
zapatistas de intransigencia, al negarse a la negociación por una
cuestión secundaria, o a Fox de entregar capital político
y territorio cuando no tenía asegurado nada a cambio. Si hay que
hacerle caso a la difusa opinión pública, el anuncio de
ayer se pareció a un coitus interruptus provocado por el Congreso.
Según una encuesta publicada ayer por el diario El Universal, y
realizada por la empresa Alduncin en los dos días siguientes al
acto zapatista en el Zócalo, el 65,1 por ciento de los encuestados
está de acuerdo en las tres condiciones de los zapatistas para
la reanudación de las negociaciones de paz, interrumpidas en 1996.
Casi el 62 por ciento cree que el Congreso debería aprobar que
la comandancia guerrillera utilice la tribuna del Congreso para abogar
en favor de la ley indígena. Y casi el 67 por ciento dijo que esta
Ley de Derechos y Cultura Indígena debería ser aprobada.
Así como está, sin modificaciones.
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