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ENTREVISTA A VICTOR HEREDIA, ANTES DEL CONCIERTO del viernes EN FERRO
“Sin Madres, ¿en qué podríamos creer?”

El viernes actuará, junto a Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés y Jaime Roos en el festival a beneficio de Línea Fundadora de Madres, en repudio al golpe militar de 1976. En esta nota, recuerda aquellos años y los proyecta hacia el presente.

Por Karina Micheletto

“Yo le sigo cantando a la lucha de los desesperados. Sigo cantando a favor de los derechos de los hombres y en contra de este sistema que todo lo corrompe, que desaparece a grandes sectores sociales y saca lo peor de las personas”. Víctor Heredia sostiene que aún hay cosas para decir y esta época del año lo sensibiliza aún más. El próximo viernes se presentará junto a Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés y Jaime Roos en el estadio de Ferro Carril Oeste, en un show que intentan refrescar la memoria sobre los 25 años del golpe militar que inauguró la sangrienta dictadura concluida en 1983.
La participación en el festival del autor de “El viejo Matías” y “Sobreviviendo” suena casi lógica. A despecho de su target de cantautor comprometido, hay un hecho en su vida que lo marcó para siempre: su hermana María Cristina desapareció ese mismo año, 1976, un 17 de junio. Un comando del Ejército entró a la casa donde vivía y la secuestró, junto a su pareja, ante la mirada de su hija, una pequeña de dos años. “Por supuesto, preferiría escribir sobre otras cosas, pero estoy parado en este mundo, pasé lo que pasé y veo lo que veo, no tengo otro remedio”, señala, en una entrevista con Página/12.
Heredia aclara que para él actuar en este tipo de eventos es casi un imperativo moral. “Hay que apoyar estas luchas porque la memoria colectiva pasa por allí. Si las Madres no estuvieran, ¿qué nos quedaría, en que podríamos creer hoy?”, pregunta. El recuerdo de María Cristina surge con naturalidad: “Era una gran luchadora. Enseñaba en una escuela rural, en Moreno. Todos la querían porque se preocupaba mucho por los chicos y también por el gremio docente”.
–¿Cómo resumiría aquellos primeros momentos de la dictadura?
–Con la desaparición de María Cristina, mi madre en un año se quedó sin su hija, sin su cuñado y sin su marido, porque mi papá falleció al poco tiempo, de puro dolor. Mi viejo era bancario, a mi mamá le quedó una pensión mínima y la familia destrozada. Eran las primeras desapariciones y andábamos de aquí para allá, con abogados, hábeas corpus, reuniones con la Iglesia, con los militares. Hasta llegamos al Vaticano, pero en ningún lado nos ayudaron.
Heredia había escrito una canción dedicada a su hermana, “Carta a María Cristina”, que fue editada en 1973, en el disco Razones. “Era como un saludo, después de la primera manifestación en la que participó, en la que le pegaron balazos de goma. Con el tiempo escribí otras canciones dedicadas a su memoria, como ‘Todavía cantamos’ y ‘Mandarinas’, esta última más íntima, porque el dolor fue haciendo su trabajo”.
El cantautor que alguna vez fue icono de la canción de protesta hoy mantiene su perfil, pero en su condición de clásico. A fines del año pasado editó Heredia en vivo 1 y 2, dos volúmenes que aúnan gran parte de su obra más conocida, y que cuentan con la participación de artistas como Silvio Rodríguez, Víctor Manuel, Ana Belén, Mercedes Sosa, Fito Páez, Peteco Carabajal y Lito Vitale. Se trata de una recopilación de temas grabados en diferentes actuaciones, entre los que hay algunas canciones menos conocidas, como “Arrabal azul”, que el artista presenta como su último “Informe de situación”. El disco fue editado por el sello que Heredia conduce junto a Fernando Iborra, Alter-nativo Americano, una propuesta independiente que también ha dado cabida a artistas como Javier Lencina, Alberto Cortez y Raly Barrionuevo, el santiagueño que triunfó en el último festival de Viña del Mar con el tema “Nación de amor”, compuesto por Heredia.
–Hoy, en democracia, ¿qué espacio tienen los músicos populares?
–Los autores y los compositores están, pero las compañías sólo manejan la variable del número, y si un artista no deja catálogo no sirve. Alguna vez dije que sentía que a mi generación la querían hacer desaparecer.
–¿Qué le ocurrió puntualmente a usted?
–Es doloroso cuando te dicen que no cumplís con los requisitos de la compañía y te estás yendo con dos discos de oro. Esto está agravado por la circunstancia de que tengo cuatro paredes cubiertas por discos de oro, doble y triple platino, entregados por la compañía. Es lógico que no todos lo que uno graba puede llegar a ser éxito, pero creo que he vendido más de un millón y medio de discos para ellos. No sé con qué visión descartan a un artista de catálogo como Mercedes o yo, pero evidentemente no es una actitud que responda a una lógica comercial. Hay algo que no cierra. Intuyo que hay una decisión de las cabeceras de las multinacionales de usufructuar el mercado con música melódica y rock importado. Es devastador, porque los medios de comunicación sólo pasan el repertorio señalado por las multinacionales. Uno debe recibir con alegría, hasta hacer una reverencia, cuando le pasan un tema en alguna FM. Así es como van borrando a toda una generación de cantautores argentinos, y se va perdiendo la posta.
–¿Cuáles son para usted las figuras que hoy abren el camino, que tienen cosas para decir?
–Hay muchos, los que yo más admiro son Chico Buarque, Silvio Rodríguez, el Nano Serrat. Los nombro a ellos porque me parece que son verdaderos artistas. Admiro el lugar desde el que arrancan y el lugar desde el que ven las cosas. Tienen una agudeza estética y una investidura humana muy profundas. Cuando aprecio la obra de otros compañeros lo hago desde el punto de vista artístico, estético. Admiro a quienes proponen desde la belleza la recuperación de cosas que el ser humano ha perdido. Tengo la sensación de que a veces algunos autores, en el afán de señalar estas crueldades por las que atraviesa el planeta, lo hacen desde un lugar demasiado directo. Y nosotros como artistas tenemos la obligación de tener un punto de vista estético sobre lo que pasa, y transmitirlo de esa manera. Para mí el panfleto no sirve.
–¿Cuál es esa línea divisoria dentro de su obra?
–Yo no me puedo poner a pintarrajear paredes, a hacer panfletos en grafittis. Mis armas son la palabra, la música y el canto. En muchas oportunidades se me he acusado de ser coyuntural. Yo soy un hombre coyuntural, no puedo evitar estar metido en este planeta. Pero veo las cosas como un artista, cuando las transmito desde mi guitarra o desde un poema soy absolutamente consciente de que estoy haciendo música y poesía sobre algo que me acaba de conmocionar. No pierdo nunca de vista que soy un artista y creo profundamente en la belleza. No soy un político, ni un guerrillero, ni un hombre de barricada, aun cuando mis canciones hayan servido en determinadas circunstancias para eso. Y creo que las canciones, por cruentas que sean, como “Todavía cantamos” o “Mandarinas”, la que le dediqué a mi hermana desaparecida, tienen que ser inexorablemente bellas. Si perdemos ese punto de vista, estamos derrotados.

Recuerdos de los años de plomo

“Cuendo secuestraron a mi hermana y a mi cuñado yo no sabía qué les estaba pasando. Buscando noticias sobre ellos me entrevisté con militares, y más de una vez me tiraron una ‘carpeta’ en la que estaba detallado quién era yo y me decían ‘ve, por eso está prohibido usted’. Si ni siquiera estuve en el festival ese que hicieron por lo de Malvinas...”
“Las primeras amenazas fueron de la Triple A. La primera vez me dieron 7 días para irme del país. La segunda, 14. Como no me fui, empezaron a amenazar a los empresarios que me contrataban. A algunos los metían presos cuando organizaban algún recital. A veces tocábamos igual, con amenazas de bomba, pero avisándole al público. Entonces, de 200 personas quedaban 50.”
“Como estábamos prohibidos en todos lados, había pequeños productores o compañeros relacionados con el ambiente artístico que se transformaban en anfitriones. Ponían la casa, se corría la noticia boca a boca, y a la hora del ‘show’ ponían 50, 60 sillas y uno salía a cantar. Se recaudaba dinero, que servía para traer a algún exiliado chileno, o para hacer algún panfleto, para pagar un abogado, y también para darle de comer al artista que cantaba. A veces había alguna denuncia de vecinos, por el ruido, el portero nos avisaba y en prevención de que viniera la cana, hacíamos que el recital se convirtiera en cuestión de minutos en una reunión de amigos. Cuando pasaba el susto, armábamos todo de nuevo, pero hacíamos un show ‘unplugged’...”
“Después del golpe pensé en dedicarme a otra cosa. Uno no sabía cuánto podía durar la dictadura. Si era como en España con el franquismo, me iba a pasar 40 años sin poder cantar. Hice de todo. Vendí flores de plástico, chacinados, chorizos secos, libros, fui marchand. Hice música para jingles, no me quedó trabajo por hacer.”

 

Sólo quedan 2 mil entradas

La expectativa del público se manifiesta acorde con la convocatoria. Sólo quedan dos mil entradas para el festival del próximo viernes en la cancha de Ferro, que Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora organizó con la consigna “30.000 razones nos convocan, por la memoria, la verdad y la justicia”, y que tendrá como protagonistas a Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés, Jaime Roos y Víctor Heredia. Ya se han agotado todos los sectores de platea y los remanentes corresponden al campo de juego. Las localidades están a la venta en el teatro Gran Rex, o llamando al 4323-7200 y distintos puntos de venta de Musimundo.

 

 

 

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