Sombras
Por J. M. Pasquini Durán
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El retorno al gobierno de Domingo
Cavallo en el nuevo gabinete nacional, conformado sin miembros del Frepaso
y con pocos amigos radicales de Fernando de la Rúa, muestra que
la unidad nacional invocada por el Presidente no pasó
de una aspiración retórica. Hasta quedan pocos rastros,
excepto algunas frágiles apariencias, de la Alianza que triunfó
en 1999, dado que el Gobierno primero desertó de las promesas programáticas
y ahora, además, excluyó la opinión de Raúl
Alfonsín y Carlos Alvarez, dos de sus principales jefes fundadores.
La inclinación por el ex ministro de Carlos Menem, que ya pide
poderes extraordinarios, tampoco conforma, por el momento, a las protestas
populares que dieron por tierra con el reiterado ajuste que propuso el
transitorio López M. Ayer mismo, en la Plaza de Mayo y bajo las
inclemencias del repentino otoño, la CGT disidente, la CTA y la
Corriente Clasista, acompañados por los estudiantes, ratificaron
la huelga dispuesta para hoy, miércoles, en un intento de influir
en el rumbo inmediato de los acontecimientos nacionales.
Desde la formación de la Alianza, en 1997, la opinión popular
no pesaba de manera tan directa en las decisiones de gobierno. Sin embargo,
el compromiso de esas energías parece que no alcanza para proyectarse
en políticas públicas de bienestar y justicia social. Hay
una brecha abierta entre los impulsos populares y los resultados que obtiene.
Para cerrarla, en la democracia, haría falta la mediación
política, pero los directorios de los partidos mayores no superan
el temor a los mercados locales ni al Fondo Monetario Internacional
(FMI). Sólo así se explica que a las declinaciones de José
Luis Machinea le sucediera el ajuste, ahora frustrado, de López
M. y que a éste lo sustituya Cavallo.
Los esfuerzos de los sindicatos rebeldes no han sido vanos. Por lo pronto,
han contribuido a crear conciencia acerca de algunas condiciones básicas
para un programa de equidad primaria. La razonabilidad del subsidio al
desempleo, por el que tanto ha bregado la CTA, hoy en día sólo
la pueden negar los ultraconservadores; lo mismo el fomento de la producción
en vez de la timba financiera o la reversión de las transferencias
de ingresos que empobrecen a la mayoría de la población
en beneficio de muy pocos, son todas iniciativas que proponen un camino
alternativo para salir de la recesión, en lugar del círculo
vicioso de los economistas de FIEL, CEMA o la Fundación Mediterránea.
Aun así, estas fuerzas no representan a todos los gremios obreros,
tampoco conforman una corriente unificada, salvo en ocasiones especiales,
y no pueden reemplazar a los partidos políticos. Suficiente con
que puedan seguir en la huella sin defraudar la lealtad de sus seguidores.
Por lo pronto, hoy van a confrontar con el nuevo gabinete. En el Ministerio
del Interior, cabeza política de la seguridad interna, hay un durísimo
Ramón Mestre, que en Córdoba y en Corrientes aplicó
la máxima de que la letra con sangre entra. Es probable que Fernando
de la Rúa se sienta más cómodo rodeado por su amigo
Fernando de Santibañes y su hijo mayor, el novio de Shakira, y
por sus actuales colaboradores que con Chacho y Alfonsín, aunque
para cumplir ha reservado el ministerio que ocupó Graciela Fernández
Meijide por si el Frepaso decide inmolarse en el deber patriótico
de hacerle pata al Presidente. Allá va la sombra del Chacho/tal
vez queriendo volver, canta Jorge Cafrune (en Llanto por el
Chacho, Peñaloza claro, del CD distribuido por este diario)
y todavía más de uno alrededor del Chacho, Alvarez por supuesto,
entona esa melodía con cierto brío, aunque los peronistas,
los senadores, los amigos del Presidente y un cupo radical le han puesto
bolilla negra. De todos modos, es un gabinete organizado con tanta premura
que, en la sesión de juramentos, se deslizaron algunos bloopers
que podrían ser motivo de risa, si no fuese por tanta desgracia
suelta en las calles. Aparte deCavallo, que es producto de una decisión
de fondo, el resto está tan seguro en sus puestos como López
M.
Algunos sugieren que el tío de la convertibilidad es ahora un hombre
con sensibilidad social, dispuesto a retar al FMI a una pulseada y de
sacarles a los ricos para darles a los pobres, con tal de cazar votos
para sus ambiciones de futuro. En todo caso, no fue convocado por las
presunciones sobre sus mudanzas sino por la confianza que le dispensan
los mercados y los acreedores de la deuda pública.
Si la pierde, su utilidad habrá terminado, para no hablar de su
conocido temperamento que ha provocado más de una situación
ingrata y descalificadora, tanto así que hay quienes prefieren
llamarlo, por razones de síntesis, simplemente autoritario. ¿Volverá
a actuar haciendo de cuenta que es co-presidente, como pretendió
con Menem? En resumen, hay tantas grietas abiertas que serán pocos
los que puedan descansar, con los brazos caídos y las incertidumbres
despejadas. Aunque en los discursos políticos de las horas pasadas
nadie quería recordarlo en voz alta, lo cierto es que las elecciones
de octubre cada semana están más cerca de todos. Es otra
oportunidad democrática, descontando que, mientras tanto, la sociedad
puede seguir procurando que la escuchen, al menos con uno de los oídos
que ahora están absorbidos en los murmullos de los mercados.
Eso sí: hay que gritar fuerte.
REP
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