Por José Natanson
Con tantas juras en los últimos
tiempos, ya todos se habían acostumbrado a que ni Raúl Alfonsín
ni Carlos Chacho Alvarez aparecieran por la Casa Rosada. Pero
lo de ayer fue especial, porque fue notable la escasez de dirigentes representativos
de los partidos de la Alianza: se acercaron apenas tres frepasistas y
unos pocos radicales, casi todos amigos de Fernando de la Rúa,
que se sumaron a los seguidores de Domingo Cavallo. Un panorama que, lejos
de ser casual, pone en evidencia el dato político más relevante
del nuevo gabinete: el recorte de la presencia del ala progresista del
radicalismo y, por primera vez desde que la Alianza llegó al Gobierno,
la ausencia total de frepasistas en el gabinete. O sea: la delarruización
casi total.
Mientras los manifestantes de la CTA se desconcentraban luego del acto
en la Plaza de Mayo (ver página 10), los dirigentes, legisladores
y funcionarios iban llegando de a poco a un Salón Blanco en el
que como siempre no cabía ni un alfiler y sobraba calor.
Las idas y vueltas previas fueron tales, que algunos invitados no tenían
del todo claro quién juraría para qué cargo. ¿Che,
al final qué pasó con la Jefatura de Gabinete, preguntaba
un funcionario porteño desinformado.
Pero para ese entonces casi todos conocían la última edición
del gabinete delarruista: Cavallo en Economía y los cavallistas
Armando Caro Figueroa en la vicejefatura de Gabinete y Carlos Bastos en
Infraestructura; el sushi Andrés Delich en Educación;
el amigo presidencial Nicolás Gallo en la Secretaría General;
y Ramón Mestre en Interior. La conclusión política
era evidente: De la Rúa había decidido recortar la presencia
de la UCR y, por primera vez desde que la Alianza llegó al poder,
ningún frepasista se sentará en el gabinete. En el primero
estaban, además de Alvarez, Graciela Fernández Meijide y
Alberto Flamarique. En el segundo quedaban los dos, aunque Flamarique
a disgusto de Chacho Alvarez. Trascartón fue desplazado el mendocino
y quedó Graciela. Y en el siguiente recambio se sumaron los efímeros
Marcos Makón y Ricardo Mitre.
Por eso casi no había radicales de peso en el Salón Blanco:
no estaban las autoridades del Comité Nacional, ni los gobernadores,
ni la mayoría de los legisladores. Sólo aparecieron el rector
de la UBA, Oscar Schuberoff, y algunos delarruistas puros como Rafael
Pascual o José María García Arecha. La presencia
del Frepaso estaba aún más acotada: Aníbal Ibarra,
Darío Alessandro y Pedro Del Piero.
Pero hubo un dato todavía más brutal para reflejar el desplazamiento
definitivo del Frepaso y la animosidad del delarruismo. En el juramento,
el Presidente fue mencionando uno por uno a los funcionarios que se iban.
Cuando anunció a Graciela Fernández Meijide, los aplausos
fueron escasos. Y cuando nombró a Ricardo Mitre, el chachista que
pasó fugazmente por la Secretaría General de la Presidencia,
la reacción fue un silencio total.
En su breve paso por la Rosada, los frepasistas se terminaron de convencer
de que su partido no tendría lugar dentro del nuevo y mutilado
gobierno de coalición. Uno de ellos se quejaba porque,
según decía, De la Rúa no les había aclarado
su posición en la reunión del lunes por la noche. Cuando
le explicamos que Chacho estaba dispuesto a ir a la Jefatura de Gabinete,
nos dijo que lo iba a pensar. Pero nunca nos respondió, aseguraba.
Finalmente nos sacaron del Gobierno, se quejaba. En otra punta
del salón, luego de escuchar cómo su jefe lideraba el ranking
de aplausos, incluidos algunos Dale Mingo con tonada futbolera,
los cavallistas intercambiaban impresiones: su estado de ánimo
mezclaba la alegría por la vuelta de Cavallo a la cúspide
con la preocupación por la decisión de De la Rúa
de sacarse de encima al Frepaso. Estaban, amén de Cavallo y Caro
Figueroa, el ex diputado Guillermo Francos y los legisladores porteños
Jorge Argüello y Marta Oyhanarte. Además de dosadherentes
cavallistas que suelen aparecer en televisión: la ama de casa Lita
de Lázzari y Donald McKluskey, el cantautor de Las olas y
el viento que fue derrotado en su candidatura a intendente de San
Isidro.
El Mingo está como loco, decía un cavallista
que ya comenzó a lidiar con el sinuoso estilo presidencial. De
la Rúa nos prometió un gobierno de coalición nacional
y resulta que deja afuera al Frepaso, se quejaba. Aseguraba que
Cavallo piensa seguir dando pelea para lograr que Chacho se incorpore
al nuevo esquema. Y agregaba que, por las dudas, el ex ministro tiene
en mente una alternativa: la vuelta del frepasista (ex cavallista) Marcos
Makón al Ministerio de Desarrollo Social.
La ceremonia, breve y sin discursos, terminó pronto. Los frepasistas
se fueron rápido; los funcionarios se retiraron a los pisos superiores;
los cavallistas se quedaron un rato charlando y sacándose fotos.
Y lejos políticamente lejos de la Casa Rosada, Alfonsín
y Alvarez seguían on line, discutiendo el nuevo escenario político
dominado por la delarruización casi absoluta del Gobierno.
El día que
Lombardo se llamó Bullrich
Fueron solo unos segundos que igual sirvieron para reflejar el
estado de confusión. El locutor oficial leyó un decreto
por el que se designaba interinamente a Patricia Bullrich en Desarrollo
Social. Cuando escuchó que la nombraban, la ministra puso
una indisimulable cara de alegre sorpresa (ver foto): sabía
que, a pesar de los rumores que la señalaban, no le tocaba
a ella. Hay un error. Es Héctor Lombardo, tuvo
que corregir De la Rúa. Decidimos que fuera Lombardo
porque Desarrollo Social queda en el mismo edificio que Salud,
fue la curiosa explicación de la funcionaria.
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