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Un cuerpo baleado y carbonizado,
y un posible ajuste de cuentas

Como un lejano reflejo del estilo mafioso usado en el crimen de José Luis Cabezas, ayer volvió a aparecer en Monte Grande, en la zona sur del Gran Buenos Aires, un cuerpo baleado e incinerado en un auto, al costado de un camino. “Es el segundo que encontramos en un mes y todavía es imposible identificar a la víctima anterior”, le dijo ayer a Página/12 el fiscal Lorenzo Latorre, de la UFI 4 de Lomas de Zamora. Un móvil policial dio ayer con un Ford Falcon todavía humeante, a cuyo lado se encontraba el cuerpo de un hombre de entre 20 y 40 años, con dos balazos en el cuerpo. Antes de prenderlo fuego lo habían envuelto en una frazada.
Los peritos del SEIT de la Policía Bonaerense intentaban ayer rescatar rastros que permitan identificarlo. Mientras, se rastreaban las denuncias por averiguación de paradero en la zona, convulsionada por lo que para los investigadores constituye una nueva o copiada manera de ajustar las cuentas. Los datos dejados por los asesinos en el lugar del hecho son mínimos. Lo único que encontraron los policías de Monte Grande fueron una cadena con dos cruces cristianas y una medalla de la Virgen con una leyenda grabada en el reverso: “Laurita. 20-5-64”. Además de los dos tiros fatales: uno en el abdomen, otro en el pecho.
El comisario Jorge Cassino, de la primera de Monte Grande, dijo ayer que sus hombres encontraron el auto –un Falcon modelo 73, patente C 507.480 con los guardabarros verdes– en el camino rural que une esa ciudad con Longchamps. El hombre estaba tendido en el suelo, al lado de la puerta del acompañante, abierta. Eran las 9 de la mañana y el móvil policial se dirigía hacia un depósito judicial ubicado en la zona. Los agentes vieron el cadáver envuelto en una frazada. “Con el calor del fuego los trozos de la tela quedaron adheridos al cráneo”, describió una fuente policial.
“Suponemos que por la forma en que estaba envuelto el cuerpo lo mataron en otro lado y vinieron a este camino a quemarlo”, conjeturó el comisario Cassino. Fuentes judiciales admitieron que por el olor en el lugar del hecho es evidente que los matadores utilizaron combustible líquido para rociar el coche y el cuerpo de la víctima. La parte delantera del Falcon estaba menos quemada que el resto y el único elemento que apareció en su interior fue la hoja de un cuchillo tipo Tramontina con mango derretido por el calor.
Para el fiscal Latorre, aunque aún no aparecen las identidades de los muertos, este caso “puede tener relación con un hecho de similares características, ocurrido en Ingeniero Budge, sobre la zona del Riachuelo”. Se trata del hallazgo de otro hombre carbonizado con varios tiros en el cuerpo. También lo abandonaron en un coche, al estilo de los asesinos de Cabezas. “Lo más posible es que sean ajustes de cuentas”, opinó el fiscal.

 


 

Detenida por negar visitas

La policía cordobesa detuvo ayer en la terminal de Villa Carlos Paz a una mujer que, desde hace tres años, impedía a su ex marido visitar al hijo de ambos, de cinco años. La orden fue dictada por el fiscal Carlos Mathew, tras una denuncia efectuada por el padre del niño, quien se enteró de que su ex mujer se encontraba en Córdoba visitando a su madre.
Mathew indicó que tomó la decisión tras enterarse de que el niño y su padre llevaban tres años sin verse, desde la separación de la pareja, a pesar de que en ese momento se estableció ante la Justicia un régimen de visitas. Todo parece indicar que la mujer nunca respetó el acuerdo y, poco después del divorcio, se radicó en Buenos Aires con el niño, sin dar a conocer su domicilio a su ex esposo.
Este no es el primer caso en que una mujer es sancionada por no permitir el contacto entre padre e hijos: el 20 de febrero, el juez Rubén Druetto condenó a 8 meses de prisión en suspenso a una psiquiatra rosarina por no respetar el régimen de visitas acordado para su esposo y su pequeña hija, de tres años.

 

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