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ETA MATO A UN CONCEJAL SOCIALISTA EN GUIPUZCOA
Apuntando a lo que se pueda

La muerte de Froilan Elezpe Inciarte subraya una nueva estrategia de la ETA, donde el blanco importa menos que la acción.

Promedio: En el 2000 ETA mató en promedio a una persona cada 15 días; en lo que va en este año, uno cada 13, pero los objetivos son cada vez más humildes.

Médicos y policías ante el
bar donde mataron al concejal.
La víctima iba todos los días a tomar una copa antes de almorzar.

Por Gabriel A. Uriarte

A medida que se acercan las elecciones municipales en la provincia, el conflicto en el País Vasco se está simplificando. El frente “español” está completamente unido luego de que los socialistas abandonaran toda ambigüedad y se aliaron con el Partido Popular (PP) de José María Aznar para tomar control del gobierno autónomo. Del otro lado, los partidos nacionalistas están manteniendo un perfil bastante bajo, cediendo la escena al grupo armado ETA. Y los etarras siguen marcando su presencia de la manera que mejor saben. Ayer, dos miembros de su “comando Donosti” mataron de dos tiros en la cabeza a un concejal socialista en la ciudad de Lasarte, unos kilómetros al sudoeste de San Sebastián. Es la sexta muerte que se atribuye ETA en este año, y no parece estar beneficiando demasiado a la causa de la independencia vasca. Al menos, el jefe del gobierno autónomo vasco, Juan José Ibarretxe, enfatizó ayer que el atentado “va contra el conjunto del pueblo vasco”. Y el ministro del Interior español, Mariano Rajoy, no perdió la oportunidad para subrayar que “ETA demuestra una vez más el valor que le da a los derechos humanos”.
Sin duda, la estrategia política de ETA parece consistir en arrojar una cuota regular de cadáveres a las puertas del gobierno español. Medido en esos términos, la organización parecería lograr sostener la intensidad de la ofensiva, no obstante el arresto de más de 70 de sus militantes en el último año. Descripto de manera muy cruda, en el 2000 ETA mató en promedio a una persona cada 15 días; en lo que va en este año, uno cada 13. Sin embargo, esta constante oculta el promedio que se mantiene a costa de incluir a objetivos cada vez más humildes. El año pasado, por ejemplo, solamente dos de las 23 víctimas fatales atribuidas a ETA no tenían ningún cargo importante (un médico militar y un agente de policía). Y si incluimos a los concejales en esa categoría, más del 55 por ciento de los muertos podía calificarse “de alto perfil” (funcionarios, ex funcionarios, oficiales de alto rango). En este año, por otra parte, las víctimas de ETA son cada vez más anónimas. De sus seis muertos hasta ahora, uno era un cocinero militar, dos obreros de construcción, y dos agentes rasos de la policías autónomas vasca (Ertzaintza) y catalana (Mossos d’Esquadra). Con eso en mente, ayer fue la primera vez que ETA podría argumentar haber atacado un objetivo de cierto rango.
Hasta un punto. Primero, porque comenzar a matar concejales había sido un cambio notorio y condenado en la estrategia etarra cuando fue implementado a mediados de los ‘90. Y segundo, porque Froilán Elezpe Inciarte era aún más vulnerable que el común de sus colegas. Siempre se rehusó a aceptar una escolta, y tenía la costumbre invariable de tomar unos tragos antes del almuerzo en el bar Sasotea. Considerando que ETA ya se cargó a tres socialistas desde que rompió su tregua, y que la provincia de Guipúzcoa es la base de uno de sus comandos más eficaces y con mayor apoyo popular (el “Donosti”), su decisión era temeraria. Ayer pagó por ella. Más que un atentado parecía una ejecución. Mientras Inciarte estaba sentado en la barra, dos jóvenes entraron rápidamente y lo balearon en la cabeza. Se retiraron poco después, y su víctima ya estaba muerta. Todo había durado menos de cinco minutos. Si bien los nacionalistas radicales no cuentan con muchos adherentes en esa localidad, el comando logró escaparse sin ser identificado.
Como siempre, no es claro que este virtuosismo operacional de ETA le esté rindiendo muchas ventajas políticas. O, por decirlo de otro modo, no lo hace si se supone que ETA aspira a fortalecer el voto nacionalista en las elecciones de mayo. Entre las filas del moderado Partido Nacionalista Vasco (PNV), los que integran el gobierno (y tienen así una responsabilidad teórica hacia las víctimas) condenaron duramente el atentado; el resto de su estructura política (como su líder histórico Xabier Arzalluz) se mantuvo en silencio. Y el brazo político de ETA, Euskal Herritarrok (EH), no realiza declaraciones públicas desde hace bastante tiempo. Quizá, como otras organizaciones cuyo apoyo estáestancado, ETA busca precipitar las supuestas contradicciones del esquema autonómico del País Vasco alentando la elección de un gobierno autónomo “español”, que implementaría una represión lo suficientemente dura como para volcar un apoyo mayoritario no sólo hacia el nacionalismo sino más aún a la variante radical que representa ETA.
En Madrid no comparten ese cálculo, por supuesto, pero manejan otros que podrían ser igualmente preocupantes. Es que si la violencia se mantiene al mismo nivel, al menos cuatro personas más están destinadas a morir antes de que se celebre una de las elecciones municipales más sangrientas en los últimos años.

 

Claves

Ayer la organización separatista vasca ETA mató a un concejal socialista en la localidad de Lasarte, en la provincia vasca de Guipúzcoa. La víctima no tenía escolta y fue baleada al mediodía en un bar que solía frecuentar. El comando logró escapar sin ser detectado.
ETA mantiene así la violencia a un nivel constante mientras se acercan las elecciones municipales del 13 de mayo, en las que los partidos “españoles” (el socialismo y el PP de Aznar) se aliaron para sacar a los nacionalistas moderados del gobierno autónomo. Sin embargo, el promedio de muertos está sostenido por víctimas cada vez más humildes.
Confrontado con esto, el nacionalismo moderado vasco opta por condenar los atentados o mantenerse en silencio. Su posición para las elecciones quedaría debilitada, pero ese bien podría ser el objetivo que busca ETA.

 

BUSH APOYA EL LLAMADO A CESAR LA VIOLENCIA, PERO PIDE SUAVIZAR MEDIDAS
Una de cal, una de arena para Sharon

Por Javier Valenzuela
Desde Washington

En su primer encuentro en la Casa Blanca con Ariel Sharon, George W. Bush pidió ayer Israel suavice el cerco militar y económico que asfixia a los territorios autónomos palestinos. Pero el presidente de Estados Unidos también accedió a la petición de su anfitrión e hizo un enérgico llamamiento para que Yasser Arafat “de los pasos necesarios para terminar con el actual ciclo de violencia”.
Bush y Colin Powell dejaron claro que Estados Unidos no tiene ahora ninguna iniciativa concreta que proponer a las partes. Powell, que se entrevistó con Sharon antes de que el primer ministro israelí fuera recibido por Bush, empleó una catarata de expresiones para subrayar este mensaje. Estados Unidos, dijo el secretario de Estado, “no tiene una fórmula mágica” ni tampoco el “monopolio de la sabiduría”. Resucitar el proceso de paz en Medio Oriente no es la prioridad en esta región de Bush y su equipo, más interesados en apretarle las tuercas al líder iraquí Saddam Hussein. Marcando un cambio radical de actitud respecto a Bill Clinton, Powell señaló: “Estados Unidos está dispuesto a asistir, no a insistir. Solo las partes interesadas pueden determinar el ritmo, alcance y contenido de cualquier negociación”.
Entre el lunes y el martes, Sharon se reunió en Washington con Bush, Powell, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, la consejera Nacional de Seguridad, Condoleeza Rice, y el director de la CIA, George Tenet. A todos les repitió lo mismo: “Arafat y la Autoridad Palestina vuelven a creer que pueden derrotar a Israel a través de la lucha armada, están dispuestos a desestabilizar todo Medio Oriente, incluidos los regímenes árabes moderados”. Sus interlocutores le dieron la razón, pero el presidente, según Fleischer, le pidió explícitamente que “alivie la presión económica” sobre los territorios controlados por la Autoridad Palestina. Otros interlocutores norteamericanos le pidieron que entregue a Arafat los más de 50 millones de dólares en impuestos que Israel le debe.

(De El País de Madrid, especial para Página/12).

 

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