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PIDIO FACULTADES ESPECIALES POR EL LAPSO
DE UN AÑO “PARA SACAR A LA ECONOMIA DE LA DEPRESION”
Cavallo el Supremo va en busca de sus poderes

El ministro envió anoche un proyecto de ley al Congreso para que éste delegue funciones legislativas en el Ejecutivo.
Si fuera aprobado podría eliminar organismos públicos; privatizar la
AFIP; garantizar el pago de la deuda con activos públicos como el Banco Nación; crear o suprimir ministerios; eliminar exenciones impositivas en IVA y Ganancias, bajar impuestos, y modificar la legislación laboral y previsional.
Superministro que ahora quiere funciones legislativas, Domingo Felipe Cavallo.

Por Maximiliano Montenegro

Domingo Cavallo, el Supremo. El flamante ministro de Economía envió anoche un proyecto de ley al Congreso para que éste delegue funciones legislativas durante un año en el Ejecutivo que le permitiría, entre otras cosas, eliminar o modificar organismos públicos, quedando su personal bajo normas de la actividad privada; privatizar organismos como la AFIP; crear o suprimir ministerios; crear o eliminar exenciones impositivas y disminuir tributos y tasas; y hasta modificar la legislación laboral y previsional. En el mismo proyecto coló la creación de un impuesto a todos los movimientos de cuenta corriente y la obligación de que todas las operaciones de superiores a 1000 pesos pasen por los bancos (ver aparte). El superministro envolvió el paquete bajo el atractivo nombre de “ley de competitividad” que, dijo, permitiría “sacar al país de la depresión económica”. En tanto, aseguró que la iniciativa que empezará a tratarse hoy mismo en el Congreso, que había tenido buena recepción entre gobernadores y legisladores, y que tenía esperanza de que pudiera aprobarse con rapidez.
Sin embargo, las reacciones fueron diversas. Los gobernadores, conformes con la promesa de que no se tocarán los subsidios regionales ni el fondo de incentivo docente, se mostraron permeables siguiendo un axioma básico de la política argentina de la última década que López Murphy desconoció y Cavallo sabe de memoria. “Si a los gobernadores no les tocás sus fondos apoyan cualquier cosa, hasta las reformas más profundas”, explicó a este diario un ex funcionario menemista, devenido en asesor de gobiernos provinciales. En cambio, los legisladores, tanto del PJ como de la Alianza, se resisten a otorgarle semejante poder y evalúan alternativas para no entorpecer la gestión de “el salvador”.
Si Cavallo, que ayer se cuidó durante toda la conferencia de prensa de no mencionar ni una vez al presidente ni a la Alianza, logra los superpoderes que solicita, De la Rúa en lo que resta del año tendrá tiempo de sobra para abocarse a la jardinería en Olivos y muchos legisladores también dispondrán de tiempo libre para acompañarlo.
El proyecto redactado por Cavallo delega en el Ejecutivo la facultad de sacar por decreto medidas que, de otra forma, inexorablemente seguirían un largo trámite parlamentario. Del listado de esas medidas, se desprenden algunas altamente conflictivas. Así, se declararía la “emergencia pública” por el lapso de un año, período en el cual el Ejecutivo podría:
Modificar la legislación laboral y previsional. Este es, tal vez, el punto más conflictivo. Porque es sabido que Cavallo le gustaría quitar la PBU (Prestación Básica Universal) de las jubilaciones futuras, tal como constaba en el proyecto original que impulsó José Luis Machinea y luego tuvo que revisar. Además, plantea seguir avanzando en la reducción de los aportes patronales iniciada en su gestión anterior, que acentuó el desfinanciamiento de la seguridad social, y la eliminación de convenios colectivos de trabajo.
Introducir una profunda reforma del Estado, concentrando, descentralizando y suprimiendo organismos públicos. Según Cavallo, éste es un instrumento para “luchar contra la burocracia y la corrupción”. Pero hay quienes temen que esto habilite despidos de personal.
Asimilar las normas del empleo público a las del empleo privado, de modo tal disponer de una reorganización del personal, “sin más limitaciones de las que determinen las necesidades de un mejor funcionamiento y eficiencia de su gestión”. En la práctica implicaría la pérdida de estabilidad del empleo público.
Privatizar o convertir en sociedades anónimas organismos con la AFIP, una propuesta que el ministro vienen sosteniendo desde hace tiempo, de modo de ofrecer un nicho más de negocios a potenciales inversores.
Garantizar el pago de la deuda externa con recaudación futura o activos públicos. En este último caso, hay quienes especulan que se podría incluir hasta el mismo Banco Nación, además de privatizaciones en la mira como la Casa de la Moneda y la Lotería Nacional.
Crear “recursos de afectación específica” (tasas, impuestos, peajes) para financiar obras de infraestructura.
Eliminar exenciones impositivas y disminuir impuestos. Esto le permitiría a Cavallo generalizar el IVA (a la TV por cable, espectáculos deportivos, culturales y cine, entre otros sectores), además de extender el impuesto a las Ganancias a áreas hoy exentas como ser las actividades de las fundaciones. Aunque no lo tiene en carpeta en el corto plazo, si quisiera podría también gravar con Ganancias la compra y venta de acciones y títulos públicos, intereses de los plazos fijos, etc. Entre los impuestos que Cavallo planea bajar están el impuesto a la renta mínima presunta y a los intereses, lo que sería bienvenido por los empresarios.
Crear o suprimir ministerios, “según lo estime conveniente”. En Economía admiten que el presidente estuvo hasta último momento reacio a aceptar que este punto se incluyera en el proyecto por temor a que el ministro quisiera barajar y dar de nuevo en el organigrama del Gabinete nacional, de acuerdo a las nuevas alianzas políticas que vaya tejiendo.
En el año electoral, qué duda cabe, reinaría Domingo II.

 


 

PROMETE BAJAS DE HASTA 20 POR CIENTO EN LOS COSTOS
La apuesta es a todo o nada

Un día después de haberse cumplido el décimo aniversario de la elevación al Congreso de la Ley de Convertibilidad, Domingo Cavallo –que recordó el hecho en conferencia de prensa– hizo público el proyecto de Ley de Competitividad, “una ley marco que otorga los instrumentos para sacarnos de la recesión, hoy convertida en depresión”, resaltó. Según señaló el mediterráneo en su retorno triunfante al Palacio de Hacienda, a través de este instrumento “será posible inducir a una baja de hasta el 20 por ciento en los costos de producción” de los sectores exportadores, en una primera etapa, y de otros productores de bienes transables que compiten con importaciones después. “Hoy, la gran duda de quienes nos observan es si es posible salir de esta depresión sin tocar la convertibilidad: venimos a responder que sí, es posible, con este instrumento”, afirmó Cavallo frente a las cámaras de los noticieros, un nutrido número de periodistas y a los funcionarios más cercanos o que lo acompañarán en su equipo, aún no designado.
Las herramientas reclamadas por Cavallo le permitirán al Ejecutivo, señaló, “eliminar impuestos a los bienes de capital, los insumos, el crédito y otros costos regulatorios”, facultades que sin una ley especial son privativas del Congreso, “pero que no las podría instrumentar con la velocidad que se necesita”, mencionó. Cavallo refirió que dichas atribuciones le permitirían actuar sobre la reestructuración del aparato del Estado, la legislación laboral, las exenciones y tasas impositivas, y crear contribuciones destinadas a obras de infraestructura, entre otros puntos. “Apenas lo sancione el Congreso, todos los días se conocerán medidas”, aseguró.
“Ustedes se preguntarán cómo se financia todo esto”, preguntó el ministro para dar pie a la presentación del proyecto de impuesto a la transacción financiera (ver aparte). “Nos permitirá inaugurar un método de recaudación que ya probó su eficacia en Argentina en el ‘91 y en los últimos dos años en Brasil”, refirió. “Se podrá tomar total o parcialmente a cuenta del IVA o del impuesto a las ganancias, y tiene la ventaja de que se cobra en el momento en que el contribuyente tiene liquidez, que es cuando paga un cheque o realiza un depósito en cuenta corriente”, agregó el ministro.
Cavallo señaló que estaba “convencido de que, con estos instrumentos, vamos a revertir la situación económica, y la gente va a percibir muy rápidamente el cambio de tendencia”. En cuanto a los operadores económicos en general, pronosticó que “ya nadie sospechará que pueda haber devaluación o cambio de moneda” y que, “a partir de allí, será sencillo recuperar el crédito público” para seguir financiando los compromisos de la deuda.
El ministro se refirió a los contactos con legisladores de distintos bloques y gobernadores realizados durante la jornada, en los que aseguró que tuvo “muy buena receptividad” hacia las medidas propuestas en el proyecto y se manifestó “optimista en poder contar con la ley en pocos días”. Señaló que, con ese objetivo, “a partir de mañana (por hoy) prácticamente me voy a instalar en el Congreso, para trabajar en la explicación y la discusión una vez que se constituyan las comisiones de las cámaras”. Pero anticipó que espera el respaldo “de todos los sectores políticos, sin banderías, porque a todos les interesa la recuperación económica”.
Durante el diálogo con la prensa, Cavallo admitió haber mantenido contacto con el ministro de Hacienda de Brasil, Pedro Malan, a quien le anticipó que las medidas en marcha “requerirá el incremento de aranceles a las importaciones de bienes con destino al consumo final”, pero aclaró que ello “de ninguna manera supone romper el Mercosur, sino vigorizarlo, porque vamos hacia un área de libre comercio más eficiente”. Advirtió que, en caso de que Brasil no lo acepte, Argentina “pedirá un ‘waiver’ (perdón excepcional)” para salirse temporalmente de las obligaciones del acuerdo regional. “Este no es el paquete de ajuste tradicional, no es un plan; cuando se quitan las trabas al accionar del sector privado, responden, y se genera un vigoroso crecimiento, y también se dan las condiciones para la creación de empleo”, señaló Cavallo al explicar cómo espera que reaccione la economía con estas medidas. La eliminación de “impuestos distorsivos” y rebajas de aranceles de importación para bienes de capital e insumos “sólo alcanzará al sector transable (productos que se intercambian con el exterior), comenzando por los sectores y regiones más afectados por la sobrevaluación del peso”. Pero aclaró que este desvío “se va a terminar corrigiendo sólo, cuando se aprecie el euro y otras monedas con respecto al dólar”.
Con referencia a la posibilidad de un cambio del dólar por una canasta de monedas, señaló que “dependerá de las circunstancias, es una decisión de los agentes económicos, pero si la adoptáramos hoy, agravaríamos el problema de sobrevaluación”.

 


 

ASESOR DE IMAGEN PARA TV Y MAQUILLADORA PERSONAL
Salió el modelo Cavallo 2001

Por Raúl Dellatorre

Domingo Cavallo ya no es el que era hasta 1996. No apabulla con argumentos, fundamentados o falaces, disparados a gran velocidad para que fuera difícil seguirlo o refutarlo. Ahora habla pausado, en lenguaje sencillo. En la década anterior, cada presentación suya era condimentada con alusiones reiteradas al respaldo del “presidente Menem”, mientras que ayer no mencionó una sola vez, ni aludió siquiera, a Fernando de la Rúa o a la Alianza. Sabiéndose en el centro de la escena política, les habla a las cámaras y no a los periodistas presentes en la conferencia de prensa, bajo evidente influencia de su flamante asesor de imagen televisiva, Hugo Moser. “Les hablo a los que producen, los que invierten, los que trabajan, a los golpeados por tres años de recesión, a las familias de los desocupados...”, actuó ante las cámaras para cerrar la conferencia de prensa, perfectamente maquillado por una profesional que ingresó a su despacho, convertido en camarín, minutos antes de presentarse ante los periodistas.
El Cavallo 2001 que irrumpió en un gobierno que le era ajeno se plantea objetivos inmediatos, paso a paso, consistentes con su meta de mediano plazo. Lo que ayer llevó preparado para su anuncio “no es un plan, ni un paquete de medidas”. El objetivo de ayer era otro: entrar en los hogares, dar un golpe de efecto para granjearse la confianza de la gente. No era el espectro político, con el que estuvo lidiando todo el día, ni los rebeldes “mercados”, el destinatario de su mensaje de ayer. Ya llegará el tiempo en el que utilice los medios de comunicación para dirigirse a aquéllos. Ahora necesita que la gente descorazonada vuelva a creer, no en la clase política ni en el gobierno en general, sino en él.
En su primer quinquenio como ministro (1991/96), Cavallo buscaba mostrarse como un técnico solvente, el más capacitado para el cargo, dotado de las herramientas, el conocimiento y la decisión necesaria para inducir el comportamiento de los agentes económicos (empresarios, banqueros, inversores). Hoy es el político que comprende la angustia de la gente, que tiene la solución a sus problemas, que promete llevar a los empresarios a regenerar el crecimiento. “Nunca voy a hablar de números, no va a hacer mi estilo ese de los mensajes llenos de cifras y previsiones para que la gente después se comporte como inspectores del FMI”, dijo ayer. “No me van a escuchar, en los próximos meses o años, hablar de medidas macroeconómicas”, dijo sobre el final de su conferencia, augurando una prolongada relación entre la gente y él que no será la de un ministro de Economía y la población. Ayer empezó a hablar desde un lugar distinto.
El Cavallo 2001 apela a la memoria de la gente de manera selectiva: quiere que se acuerden de que fue el autor de la convertibilidad “que erradicó la inflación que había azotado al país durante 45 años”, pero no de que aquél fue el principio de un proceso de desmantelamiento del aparato productivo y de desocupación masiva. Le refresca a su audiencia que ya van tres años de recesión para que confíen en que él tiene los instrumentos, como hace 10 años, para revertir la situación.
Nunca fue humilde, pero en su anterior gestión admitía errores, como cuando en público dijo “me equivoqué” cuando bajó los aportes patronales para combatir la morosidad y el resultado fue una baja en la recaudación previsional. Hoy no puede hacerlo, porque es el momento de mostrarse infalible. Se exhibe superpoderoso, y tan sólo reclama que ese súper poder se refleje en los instrumentos legales, para poder cumplir el rol de Salvador que, según cree, la historia le ha asignado.

 

OPINION
Por Alfredo Zaiat

Jugar con la devaluación

Nombró dos veces la palabra prohibida para un ministro de Economía en los últimos diez años y la que nunca mencionó cuando fue dueño y señor del Palacio de Hacienda y alrededores versión I. “Devaluación”, dijo al prometer que se necesita bajar un 20 por ciento los costos de la economía para evitar caer en esa ciénaga.“Devaluación”, afirmó al insistir que la Ley de Competitividad servirá para sacar a la economía de la depresión, lo que permitirá que nadie sospeche de que habrá un ajuste cambiario. O sea, que para Domingo Cavallo parte II, si el Congreso no aprobara su proyecto de ley, que le delega a él (para ser precisos) facultades extraordinarias, el camino a transitar sería el de la ruptura del 1 a 1. Como estrategia de presión a los legisladores es lo suficientemente fuerte y arriesgada, teniendo en cuenta la sensibilidad que provoca el tema cambiario. También mencionó dos veces la sobrevaluación del peso, que en cualquier otra economía se resuelve depreciando la moneda doméstica. No es poca cosa que Cavallo se refiera al atraso cambiario, que es otra forma de decir sobrevaluación o debilidad del peso, cuando él mismo no se ha cansado de promocionar la Convertibilidad como la vía para tener una moneda fuerte. Incluso ha llegado a pronosticar que la salida del 1 a 1 no será por el techo, sino por el piso. Esto es que, por el aumento de la productividad de la economía, el peso se ha de revaluar en lugar de devaluar. Tampoco resulta irrelevante que haya planteado las dos formas que imagina como etapa superior al 1 a 1. La primera, traumática e impuesta por el mercado, es la devaluación de por lo menos el 20 por ciento, según estimó Cavallo, para que la economía recupere la competitividad perdida en los últimos años. Para evitar esa alternativa no deseada aplicó su estrategia preferida: mostrar el rostro del caos para hacer entrar en pánico a los legisladores con el objetivo de conseguir las facultades extraordinarias. Poderes que le permitirían hacer y deshacer en áreas tan sensibles como la laboral, previsional e impositiva. La segunda opción de devaluación, ordenada y elegida, es la canasta de moneda. Cavallo intentó aclarar que cuando él hablaba de esa posibilidad formaba parte de especulaciones “académicas” que no tienen nada que ver con “decisiones políticas”. Pero destacó que las circunstancias, en “algún momento del futuro”, pueden ligar el peso a otras monedas (euro y yen, precisó) además del dólar. Cavallo, otro no podía ser, convocó así al fantasma más temido de los últimos diez años. Le dio entidad a lo que muchos no se animaron ni a pronunciar. Dijo “devaluación”. Y corrió así el riesgo de que su placer por jugar al extremo termine por arrastrarlo también a él.

 

Heterodoxia y empuje, pero de magia poco

Por Julio Nudler
Domingo Cavallo citó anoche dos causas de la depresión económica. Una, la existencia de regulaciones y trabas que no permiten liberar las energías creativas de la sociedad. Otra, la sobrevaluación del peso, que él no piensa corregir con una devaluación. Omitió otras posibles causas, como el peso asfixiante de la deuda y sus servicios, o los efectos de la redistribución regresiva del ingreso, vía menores salarios y mayor desempleo (incluso en etapas de bonanza), además de la absorción sin anestesia de los shocks externos por parte de una economía metida en el chaleco de fuerza de la convertibilidad.
La primera pregunta que surge ante su planteo es si realmente perduran regulaciones y trabas tales que al ser removidas darán paso a una eclosión de iniciativas e inversiones. Parece, en principio y en cuanto a lo primero, una verdad a medias, cierta en algunos casos, falsa en otros. En cuanto al poder movilizador de una supresión generalizada de barreras, ¿quién puede calcularlo de antemano? También hay que saber que las desregulaciones suelen a su vez generar costos, económicos y sociales, como se ha visto abundantemente en la Argentina de los últimos diez años.
Esta fue, con todo, la parte esperable del discurso con que el Mingo volvió a la liza. Más llamativo resultó su hincapié en la sobrevaluación del peso, gran defecto del régimen de tipo de cambio fijo por él implantado, y su audaz pronóstico de que esa sobrevaluación se corregirá sola, dando por seguro que el dólar va a depreciarse y que las monedas devaluadas se apreciarán. Lo cierto es que sobre el recorrido futuro del dólar sólo puede haber conjeturas, y que prácticamente todas las monedas flotan contra la estadounidense y pueden tanto apreciarse como volver a depreciarse. Es, sin ir más lejos, el ejemplo del real y también del peso chileno. Mientras tanto, el peso argentino sigue atado por el 1 a 1.
Un elemento novedoso en Cavallo fue la diferenciación entre los sectores de bienes transables (los que entran en el comercio internacional) y el resto, consecuencia lógica de admitir la sobrevaluación cambiaria. Por tanto, su estrategia de baja de costos (vía menores impuestos) y de mayor protección en el mercado interno (elevando aranceles para la importación de bienes de consumo) excluye obviamente a los no transables (básicamente servicios). Sin embargo, aunque calculó que la sobrevaluación del peso es del 20 por ciento, concedió que el fisco no está hoy en condiciones de compensarla para todos, por lo que sólo atendería a las regiones y los sectores más afectados.
A diferencia de Ricardo López Murphy, para quien cortar gasto público es en sí mismo el fin perseguido, para Cavallo es más que nada un medio de retirar al Estado de ciertas funciones y atraer hacia ellas capital privado. Sus poco veladas alusiones a Impositiva y Aduana son entendibles bajo esta clave. Esto no significa que el cordobés va a privarse de suprimir si puede también otra clase de gastos, pero él no elegiría de entrada rebanar el incentivo docente porque ese recorte no da lugar a un negocio que pueda licitarse en el mercado.
Que, llegado el caso, no tiene problema alguno en borrar con el codo y en contradecirse quedó anoche otra vez de manifiesto. Urgido por conseguir plata como sea, anunció un impuesto a las transferencias financieras, que percutiría sobre las dos columnas de los resúmenes de cuenta bancarios: tanto en los débitos como en los créditos. Aclaró que será considerado como pago a cuenta de Ganancias e IVA. De hecho, implica extremar el régimen de anticipos, cobrando el gravamen en tiempo real.
Se trata, en cualquier caso, de un impuesto que, en otras circunstancias, el propio Cavallo suprimiría (como ya hizo una vez) por distorsivo (y mucho más ahora, en que se lo reimplanta por partida doble, incluyendo también las acreditaciones, y con una alícuota del 6 por mil).No guarda ninguna relación con la capacidad contributiva: para unos puede resultar intrascendente, y para otros muy gravoso, dependiendo del tipo de actividad. Como lo que asegura su base imponible es la bancarización forzosa, obliga a despenalizar la emisión de cheques sin fondos, y replanteará el problema de los endosos. Porque el hecho de que un impuesto sea rústico y simple, como éste, no excluye que provoque muchas complicaciones.
Cavallo se mostró de nuevo como una arbitraria mezcla de ortodoxo y heterodoxo. Es un privatista obsesivo, pero no le hace ascos a subir derechos de importación para proteger el mercado y/o recaudar. Cree en el ejercicio desmesurado del mando, y por eso está en su elemento cuando un gobierno pierde la brújula. Su gran arma para revertir las expectativas es la sensación de autoridad que le transmite a la gente y la confianza que deposita en él el establishment.

 

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