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EL MINISTRO DE EDUCACION, ANDRES DELICH
“La educación pública está muy arraigada”

El ex dirigente estudiantil Andrés Delich asumió como ministro. Se convirtió en un defensor a ultranza de la entronización de Domingo Cavallo en Economía. Confía en que el padre de la Convertibilidad no avanzará con sus propuestas de arancelamiento universitario y concesión de escuelas.
Andrés Delich ascendió a ministro tras la renuncia indeclinable de Hugo Juri por el ajuste. “Con Cavallo sólo hablé de educación en términos genéricos, sobre la necesidad de mantener la inversión.”

Por Nora Veiras

Llegó a la cartera educativa el 14 de diciembre del ’99. Sobrevivió a Juan Llach, el hombre del riñón cavallista que llegó al Ministerio de Educación a contramano de los deseos de la Alianza. Discrepó con el ex viceministro de Economía de Cavallo en casi todo. En octubre Llach renunció y él siguió como viceministro. Paradojas de la política argentina: Andrés Delich debutó ayer como ministro de Educación entusiasmado con el desembarco de Cavallo como el hombre fuerte del gabinete delarruista. Dice que recién la semana próxima anunciará su equipo, pero quiere incluir a frepasistas y confirmar a Adriana Puiggrós en Ciencia y Técnica. Hoy empezará a negociar con los gremios docentes. “Tenemos que reconstruir la confianza de los actores educativos”, dice ante el ajustazo de 1130 millones anunciado el viernes que provocó el estallido de la comunidad educativa contra el gobierno. Reacción que obligó a dejar sin efecto el recorte.
–Cavallo sacó hace un año y medio el 10 por ciento de los votos, ¿qué tan mal gobernó la Alianza para que hoy sea llamado como el salvador?
–Me parece que hay que distinguir a Cavallo candidato a presidente del Cavallo reconocido, por una parte de la sociedad al menos, por su capacidad en el manejo de la economía. Lo que pasó es que nosotros llevamos varios meses gobernando y lo cierto es que, en situaciones muy complicadas, no le hemos encontrado la vuelta. Me parece que el plan que armó el ex ministro López Murphy con su equipo de FIEL presentaba un horizonte de inviabilidad política y segundo de mayores problemas recesivos. Frente a esto el Presidente decidió patear el tablero y reorganizar políticamente su gobierno convocando a Cavallo, poniéndolo como figura central, con un programa que es absolutamente distinto del que se vino expresando estos quince meses.
–El Presidente lo convoca a López Murphy sabiendo lo que pensaba, no hay sorpresa en su plan, el Presidente avala ese plan, ¿por qué lo hace entonces?
–Creo que el Presidente después de que se va Machinea apela a quien más cerca tenía y a quien en ese momento podía ser el ministro de Economía de la Alianza porque plantearse a Cavallo hace 10 o 15 días hubiera sido más complicado de lo que ya es. Le manda a López Murphy a preparar un plan y mientras esto está sucediendo el Presidente se da cuenta de que va a tener enormes repercusiones sociales y no está convencido del rumbo, pero creo que al mismo tiempo tenía que construir esta otra alternativa –que es la que se arma más rápidamente durante este último fin de semana– y que deriva en Cavallo.
–Visto así, se puede inferir que lo usaron a López Murphy para que entrara Cavallo al gobierno.
–No creo que haya sido la intención usar a nadie. Lo que está claro es que después de 30 meses de recesión y de desequilibrios sociales que crecen, de problemas de empleo, de cierta cuota de desesperanza de la gente, nosotros teníamos que articular una política económica que tome como eje el crecimiento, la generación de empleo, y que les devuelva una cuota de optimismo a los argentinos.
–Durante la gestión de Cavallo como ministro de Menem, el país creció y la desocupación también. ¿Por qué creer que Cavallo va a impulsar políticas activas?
–La idea de privatizar empresas públicas era algo instalado en la Argentina desde finales de los ‘80 con el propio gobierno de Alfonsín, buscar cierta apertura al mundo también, la estabilidad como prerrequisito también. Nosotros fuimos muy críticos de la implementación y de las consecuencias sociales que no se previó cómo contener. Estaba claro que un programa de privatización y racionalización como el que se planteó a principios de los ‘90 iba a generar un aumento de la tasa de desempleo, hacía falta políticas activas y no las hubo, nosotros fuimos críticos. Hoynos toca gobernar, encontrar una salida a esta crisis y nos parece que las políticas que nos plantea Cavallo son sustantivamente importantes en la dirección de generar crecimiento y empleo y que el resto del gabinete además deberá acompañar a Cavallo en el esfuerzo de poner el crecimiento en el país, pero también en la garantía de que haya condiciones de mejor distribución.
–Usted dice del conjunto del gabinete, De la Rúa llamó a un gobierno de unidad nacional pero el gabinete que juró es de radicales y cavallistas ¿Esa es la unión nacional?
–No, claro que no. Creo que hay muchas formas de hacer un gobierno de unidad nacional. El peronismo está mostrando signos alentadores para facilitar situaciones legislativas para que este gobierno pueda funcionar, sacar las leyes que necesita, y está preservando a la vez el rol de opositor, lo cual es muy bueno. Espero que en los próximos días podamos contar con gente valiosa del Frepaso en el Gobierno. Esto significaría mayor estabilidad política y daría cuenta de lo que la gente votó, que es la Alianza. El tema es la Alianza más Cavallo, no un pedazo de la Alianza con Cavallo. Por ejemplo, acá en Educación, yo no imagino otra persona que no sea Adriana Puiggrós en la Secretaría de Ciencia y Técnica.
–Es decir que va a haber más juras de ministros. Van a seguir dándole trabajo al escribano de Presidencia.
–El escribano Garrido se ha convertido en un hombre de mucho trabajo en el Gobierno. Espero que no le paguen por actas sino mensualmente.
–El Frepaso quedó afuera pero también un sector del radicalismo es muy crítico a la incorporación de Cavallo. Alfonsín se cansó de repetir que fue el responsable del golpe de mercado que lo tumbó en el ‘89 ¿Es factible saldar esa cuenta dentro del radicalismo?
–Dentro del radicalismo la presencia de Cavallo ha generado muchas controversias por estas discusiones de la década del ‘90. Podemos hacer muchas cosas, menos dejar de gobernar. Cuando uno mira la incorporación de Cavallo debe hacerlo en el marco de ese desafío, no de debates políticos o ideológicos de los ‘80 y ‘90, que son todos importantes, no digo que no, pero la responsabilidad que tenemos no es la de ser un partido testimonial sino la de producir soluciones porque la gente está muy angustiada, necesita soluciones a sus problemas.
–¿Cavallo es la última oportunidad que tiene este gobierno?
–(Piensa y sonríe.) Así dice un editorialista.
–No sólo un editorialista, mucha gente piensa eso.
–Hay un diseño institucional de este país, un presidente votado por cuatro años. Creo que si no funcionamos en esta etapa de gobierno seguramente habrá que buscar una construcción de mayorías parlamentarias distintas y para eso la sabia Constitución de 1994 prevé mecanismos. De ninguna manera yo pensaría en otra solución institucional: hay un presidente con un mandato hasta el 2003. Hay que apostar a que esta política no va a fracasar. Si esto desemboca en otra crisis y en otra situación política, seguramente me encontrará a mí como analista, lo que seguramente será más descansado que esto.
–Usted fue viceministro de Juan Llach, un hombre de Cavallo, con el cual tenía serias diferencias. ¿Por qué ahora está de acuerdo con Cavallo?
–Yo con Cavallo he hablado de educación en términos genéricos y más bien sobre la necesidad de sostener la inversión en educación, nunca sobre la política educativa más fina. Con Llach tuvimos un camino juntos en el cual plantamos algunos elementos de política que compartimos y nos diferenciamos en los últimos meses de gestión porque él planteó el Pacto Federal II con el cual tuve enormes diferencias –que no expresé públicamente porque no correspondía, sí se las manifesté al propio Presidente–. Producto de la inviabilidad de ese pacto él se fue inmediatamente. Sé que Cavallo ha propuesto en campaña el voucher, las escuelas charter, el arancelamiento, temas que no hacen a la propuesta de la Alianza. Esas son opiniones que él tiene que nunca ha compartidoconmigo y en todo caso la política educativa se hace desde este ministerio. El día que yo sienta que las declaraciones o las acciones de cualquier otro miembro del gabinete entren en colisión con nosotros se lo plantearé al Presidente y si a él le parece pertinente habrá cambios en esta cartera.
–No teme que les pase como con López Murphy. Lo que piensa Cavallo se sabe. Si logra algún éxito en su política teniendo en cuenta el poder con el que llega al gabinete sería lógico que vuelva a sus fuentes.
–No me quiero anticipar. Lo que sí tengo claro es que el Presidente ha decidido que junto con Domingo Cavallo conviva alguien que expresa estas ideas en el marco del Ministerio de Educación. No creo que haya espacio en la sociedad argentina para implementar otro tipo de ideas. Me parece que una buena lectura de lo que sucedió debe ser que algunas personas del anterior ministro de Economía creyeron que la educación era un gasto más, comparable a un gasto en una gomería, una estación de servicio. La verdad es que la Argentina moderna se ha construido a partir de tener como columna vertebral la educación pública. Los solos anuncios y la reacción social –ni siquiera hicieron falta un paro y una marcha– marcaron la inviabilidad política de esas cosas. Mi sugerencia siempre a grupos técnicos en economía es que miren las propuestas no sólo a la luz de una planilla excel sino de la historia de un país y un sistema educativo. La educación pública está muy arraigada como un valor, esa es la mayor fortaleza de esta discusión, no la presencia de uno u otro funcionario en el Ministerio de Educación.
–Si se dio marcha atrás en todo, ¿por qué se fue Hugo Juri entonces? –Esa es una pregunta que hay que hacerle a él. Yo particularmente intenté retenerlo muy fuertemente después de solucionado el tema. Me hubiera sentido muy cómodo si hubiese continuado.
–Debutó con un paro masivo de la comunidad educativo. ¿Cómo va a seguir?
–Estoy convocando a los principales gremios, a los principales actores, a reuniones mañana (por hoy) cuando haya terminado el paro con el objetivo de volver a transmitirles que no está en vigencia el decreto, que hay una decisión firme de mantener el presupuesto educativo tal como está y a partir de que se serenen los ánimos. A partir de que le devolvamos algo de credibilidad al Estado y al Gobierno –que seguramente se dañó bastante este fin de semana–, a partir de que recobremos la confianza de los actores educativos, creo que se va a poder empezar a construir o reconstruir lo que teníamos antes.

 

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