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El cholo, la mujer y Alan García
afrontan la recta final en Perú

Cuando faltan menos de dos semanas para las primeras elecciones peruanas del posfujimorismo, Alejandro Toledo y Lourdes Flores parecen los elegidos para confrontar en la segunda vuelta.

Alejandro Toledo saluda a sus partidarios ayer en uno de sus encuentros preelectorales.

Por Carlos Noriega
Desde Lima

La gente que atiborra la plaza aplaude llena de fervor, mira hacia lo alto del estrado y grita “Pachacutec, Pachacutec” (el nombre del más importante de los Incas del Imperio del Tahuantinsuyo) cuando el hombre por el que han esperado largas horas aparece, por fin, en escena. Con las mangas de la camisa recogidas sobre sus codos y una gran sonrisa dominando su rostro de inconfundible perfil indígena, Alejandro Toledo (55) agita los brazos a modo de agradecimiento y contacto con sus seguidores.
Desde hace un año, cuando surgió casi de la nada como la figura política que podía destronar al entonces todopoderoso Alberto Fujimori, el “cholo de Harvard” ha repetido esta misma escena una y otra vez. Y su discurso no ha variado mucho. Sigue siendo poco conceptual, de frases simples, pero capaz de conectarse con la masa y entusiasmarla. “Mi gente lo que quiere es trabajo”, repite en cada plaza a la que llega. Lo que sí ha cambiado es el blanco de sus dardos. Estos ya no están dirigidos contra el ahora fugado Fujimori, sino contra la candidata Lourdes Flores (41), su principal rival en estas elecciones y a quien llama “la candidata de los ricos”. Desde la tienda política de la Flores le responden acusándolo de “mentiroso”, “indeciso”, “incoherente”, entre otros adjetivos.
Toledo retruca diciendo que la guerra sucia al estilo Fujimori sigue en pie “para demoler la candidatura del cholo” y no duda en señalar a Lourdes Flores como la representante del “continuismo fujimontesinista”. Ella le responde recomendándole que tome calmantes y uno de los dirigentes de su agrupación Unidad Nacional va más lejos y le sugiere al líder de Perú Posible que consulte a algún psiquiatra. Y en esa guerra electoral ha resurgido el tema de una supuesta hija, de 12 años, no reconocida de Alejandro Toledo, que el Servicio de Inteligencia de Montesinos aireó durante las anteriores elecciones en los medios de comunicación que controlaba para buscar desprestigiar al entonces rival de Fujimori. Es ese encendido tono de ataques entre los dos principales candidatos el que está marcando el último tramo de la primera campaña electoral posfujimori.
Cuando faltan poco más de dos semanas para las elecciones generales, los sondeos de seis empresas encuestadoras le dan a Toledo entre un 32 y un 38 por ciento. Lourdes Flores queda en segunda ubicación con cifras que fluctúan entre un 22 y un 27 por ciento. Ambos pasarían a disputar una segunda vuelta electoral, cuyo tono agrio y duro parece haberse adelantado. En tercer lugar está el ex presidente Alan García (1985-90), a quien las encuestadoras dan entre un 13 y un 16 por ciento. El último ex ministro de Economía de Fujimori, Carlos Boloña, está en el sótano. A pesar de una millonaria campaña publicitaria, ninguna encuesta le da más del 3 por ciento, porcentaje que refleja el desprestigio generalizado en el que se ha hundido el fujimorismo en medio de los diarios destapes de la corrupción dominante durante el pasado gobierno dictatorial. Mientras Alejandro Toledo y Lourdes Flores cruzan dardos envenenados, Alan García (51) observa desde el balcón esa guerra electoral, soñando con un voto escondido que lo pueda colocar a última hora en la segunda vuelta. “Creo que a pesar de lo que dicen las encuestas tenemos muchas posibilidades de llegar a la segunda vuelta”, señala un optimista García. El controvertido ex presidente llena plazas, entusiasma multitudes, pero no sube en las encuestas. García confía que sus ofertas de bajar los intereses bancarios, controlar las tarifas públicas y crear un banco agrario para los empobrecidos campesinos le devuelvan algo del apoyo que alguna vez tuvo y que perdió luego de una gestión gubernamental marcada por la hiperinflación y las denuncias de corrupción. El candidato de la AlianzaPopular Revolucionaria Americana –APRA– no se cansa de decir que tanto Toledo como Flores significan un continuismo de la política neoliberal del fujimorismo y que su propuesta socialdemócrata es la alternativa de cambio. Pero García tiene que competir contra su propio pasado antes que contra sus rivales en estas elecciones.
Mientras García lucha por tener un lugar en el ballottage, Toledo todavía espera poder ganar en primera vuelta y Flores se esfuerza en acortar la distancia que la separa del “Cholo”. Toledo explota al máximo el liderazgo que tuvo en la lucha democrática en la última etapa del fujimorismo y le da un ingrediente racial a la campaña para sacar provecho de su identificación de piel con la mayoría de los peruanos. La estrategia de Flores es sacar provecho de su condición de mujer (si gana sería la primera presidente mujer en la historia del Perú) y la de García insistir en un discurso antineoliberal. Pero las tendencias en las encuestas se mantienen inamovibles en las últimas semanas y si no ocurre algo dramático e imprevisto, todo parece indicar que el economista Alejandro Toledo y la abogada y ex congresista Lourdes Flores disputarán una segunda vuelta electoral.

 


 

MARCOS RECHAZO EL PEDIDO DE DIALOGO
“Fox, no somos tontos”

Si Marcos quiso mostrarle a Fox que actúa en solitario, lo consiguió. Y para decir el “no” zapatista a las propuestas de diálogo del presidente mexicano buscó un acto de masas como el de ayer en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde afirmó que “nada ha cambiado”, acusó al gobierno de no cumplir las condiciones para el diálogo y a Acción Nacional (PAN, el partido de Fox) y al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de “cerrar una puerta para la paz”. Y reafirmó que los subcomandantes zapatistas se vuelven a Chiapas el viernes.
El líder zapatista aclaró que no ha recibido invitación alguna de Fox para mantener un encuentro e insistió en que el Ejecutivo no ha cumplido las condiciones para el diálogo, que el presidente Fox dio como cumplidas el martes, ya que aún no ha retirado al Ejército de los cuarteles de la zona de conflicto de Chiapas ni ha libertado a los presos zapatistas.
Las tres condiciones exigidas por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) para reiniciar contactos con el gobierno interrumpidos en 1996 son la liberación de los presos zapatistas en Chiapas, el levantamiento de las bases militares en el mismo estado, y la posibiliad de defender en la tribuna del Congreso, ante los legisladores mexicanos, una ley de derechos indígenas. Marcos concluyó que “las tres señales no han sido cumplidas, sólo existen declaraciones y promesas”, en su discurso aclamado por las 10.000 personas reunidas en la Ciudad Universitaria, mientras confirmaba el retorno para “luchar” en Chiapas.

 

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